Thursday, April 20, 2006

Cupido en el diván

Acercándose peligrosamente los mediados de febrero, víctima de una crisis nerviosa, ingresaba a la clínica un sujeto alado, desnudo y bastante rellenito para los estándares de belleza actuales.

Luego de ser revisado por varios especialistas y ser sometido a innumerables exámenes físicos, los galenos determinaron que el origen del mal que aquejaba a aquel gordito no se encontraba en su cuerpo, sino en su mente. Acto seguido, la cita con el psiquiatra más famoso de la ciudad, el mismo que atendía a Lucifer los martes y jueves de cada semana.

Llegó a destiempo, como suele llegar siempre eso que llaman amor. El dios del amor, Eros, Cupido, San Valentín, o como cada quien quiera llamarle, esperaba ansioso en la salita que recibía la visita de cuanto infeliz se apersonara en aquel consultorio, donde todos eran iguales y se les cobraba por igual, dioses o mortales, todos requerían lo mismo: ser escuchados y comprendidos.

Eros pudo darse cuenta de las miradas de odio que le arrojaban sus compañeros de sala de espera, en especial aquella divorciada casi cuarentona que había apostado todo a "ese amor" que la dejó por una mujer que no se lo merecía -según ella- por ser menos bella y joven de lo que se suponía debía ser una amante. Humanos al fin, nadie hizo un comentario directo, todas las palabras que se escuchaban en la sala, desde la recepcionista hasta las morochas con problemas de identidad, pasando por el banquero inestable y el niño de ocho años con problemas de retención, todos lanzaban comentarios alusivos a las metidas de pata del amor, de lo solos que estarían el próximo catorce de febrero. Aún los casado y comprometidos, los recién empatados y los que estaban enredados en relaciones sin futuro, insultaban al tal Cupido, que se creía con derecho de negarles el flechazo o de flecharlos sin su consentimiento.

Al fin, faltando cinco minutos para las seis de la tarde, la recepcionista dice en alta voz: "Señor Cupido, en cinco entra"-

- ¡Válgame Dios! Si es nada más y nada menos que el dios del amor -dijo con orgullo el psiquiatra más famoso de la ciudadela
- Gracias, gracias por no insultarme -le respondió Cupido bastante aletargado.
- Entre por favor, tome asiento. Allí atrás, en el diván. Cuénteme, qué lo trae por aquí.
- ¿Me puedo sentar en este sillón? prefiero la tela. Estoy cansado doctor -prosiguió el gordito luego de una pausa prolongada, con los ojos cerrados y las manos entrelazadas. Me duele la espalda, no tengo ganas de hacer nada. Me levanto por la mañana y lo único que quiero es volver a dormir; pero mi agente me obliga a ir a esas ridículas sesiones de fotos para las tarjetas del día de los enamorados y las presentaciones de power point típicas que la gente manda en cadena en estas fechas.
- Depresión. Sí amigo mío, usted tiene un cuadro típico de depresión -interrumpió pronto el galeno.
- ¡Cómo no voy a estar deprimido! ¿usted sabe todo lo que uno tiene que aguantar este mes? La gente sólo se acuerda de mí en febrero, cuando comienzan los anuncios publicitarios del "mes del amor" -dijo Cupido alterado. ¿Cómo se le hace entender a la gente que no importa cuántas oraciones manden en cadena, que si no les toca enamorarse no se van a enamorar?
- ¿Qué es exactamente lo que le molesta? -preguntó el doctor levantando una ceja, mientras le miraba directamente a los ojos.
- Bueno... no sé, la gente...
- ¿La gente? –interrumpió el psico
- ¡Sí, la gente. Sí coño, la gente, ya lo dije, la gente! –dijo en alta y clara voz el pequeño dios alado.
- Está bien, muy bien, ya estamos progresando (típica respuesta de loquero) Ahora dígame ¿qué es lo que le molesta de la gente? Recuéstese en el diván, cierre los ojos y dígame lo que le quisiera decir a esa gente que le molesta.
- ¿Me tengo que recostar?
- Preferiblemente
- Pero es cuero, se me van a pegar las nalgas al cuero, estoy desnudo.
- ¿Le molesta su desnudez? –preguntó inquisidor el psiquiatra
- No, no me molesta mi desnudez, me molesta que se me peguen las nalgas al cuero- refutó Cupido con toda la paciencia que le quedaba.
- ¿Usted cree que si tuviera otra contextura le desagradaría menos recostarse en el diván desnudo? ¿tendrá eso que ver con lo que le molesta de la gente? –insistió el médico, tratando de orientar la terapia hacia las inseguridades típicas que manejaba con frecuencia con otros pacientes.
- No, no me molestan mis nalgas, me molesta el cuero en mis nalgas. Si su diván fuera de otra contextura me molestaría menos montar mis nalgas en él –le dijo ya alterado Cupido.
- Está bien, está bien. Quédese en el sillón. Estaba por decirme qué es lo que le molesta de la gente.
- Justo eso que usted acaba de hacer. Eso es lo que me molesta de la gente. Quieren enamorarse, eso dicen,. Quieren que los amen, pero si uno es el dios, porque por algo yo soy el dios del amor y no es otro, yo soy el que sabe de amor ¿no es así? Pero nooooo- se respondió a sí mismo antes de que el psiquiatra dijera algo. La gente quiere enamorarse de otro sacado de un molde que no sé quién habrá inventado.
- Lucifer –dijo desprevenido el psiquiatra
- ¡Ya me lo imaginaba! –se quejó Eros golpeando las manos a sus gordas rodillitas
- Bueno, no es que haya sido él –trató de corregir el galeno. Supongo, no sé... como él es así... bueno, era un chiste. Vamos a seguir con su problema, dígame ¿cómo lo afecta a usted eso? La gente puede querer lo que sea ¿o no?
- ¡Claro que pueden! Pero no lo llamen amor, porque cuando lo llaman amor me involucran a mí y si me involucran yo me tengo que meter y si me meto salgo con las tablas en la cabeza. ¡Literalmente doctor! La semana pasada un soltero de treinta y tantos años me lanzó una tablas que tenía en el patio de su casa porque hace unos años le lancé una flecha a él y a una chica y nunca han podido tener una relación porque él no quiere enamorarse de ella porque tiene miedo de enamorarse otra vez y ella...
- Esos son problemas típicos de humanos, lo dioses nunca lo van a entender. Trate de no involucrarse en asuntos de mortales, mejor dele mi tarjeta. Cuando se encuentre gente así mándelos al psiquiatra –interrumpió el loquero. Yo lo digo por el problema de manejo de la ira, yo dicto unos talleres grupales...
- Usted no me entiende. La gente vive confundiendo amor con juegos psicológicos y cuando se acerca febrero terminan enredándose en cualquier clase de relaciones para no estar solos el 14 y salir como unos idiotas a comprar un regalo. Pero después andan por ahí diciendo que no se quieren enamorar más nunca, o que la próxima vez van a ser más selectivos o me mandan cartas amenazantes.
- Entiendo, usted está sometido a mucho estrés, necesita buscar una vía de escape a sus responsabilidades. Es bueno que haga alguna actividad paralela a su trabajo. Veo que está jugando golf, es bueno tener una distracción y ese juego es...
- No estoy jugando golf doctor –le interrumpió Eros. Aquí llevo las flechas, usted no tiene idea de lo que me harían en la calle si me ven cargado de flechas de amor. El año pasado me las robaron en un semáforo, un muchacho de quince años. Llegó a la escuela y empezó a disparar a diestra y siniestra, se formó un alboroto terrible... la tasa de natalidad se disparó y ahora no me puedo acercar a la zona. El muchacho que se robó la bolsa de flechas se puso a pincharse él mismo y no salió de su cuarto por tres semanas seguidas, porque se estaba masturbando sin parar... ¡hasta Narciso se sorprendió!
- Bueno, pero no exageremos, usted se toma las cosas demasiado a pecho amigo mío, piense que al menos esos muchachos están enamorados y juntos para siempre...
- No, ese es otro problema doctor. El efecto de las flechas se pasa rápido, lo que queda es lo que se construye durante y lo que se hace después. Por eso la gente se molesta tanto conmigo, creen que el enamoramiento es eterno y no es así. El enamoramiento dura, a lo sumo, tres meses, lo que venga después no es cosa de dioses sino de humanos, lo que hagan, lo que digan, lo que acuerden. Pero a los humanos les gusta dejarle todo a uno y después se quejan de que uno no los complace. Cada metida de pata es culpa de algún dios, pero –y peor cuando se trata del amor- cuando uno decide no acercarse a esas personas, llegan cartas y notas de petición de amor, o se quejan porque la vida es aburrida si no se está enamorado. Y quieren enamorarse pero no sufrir y además enamorarse de quien ellos creen deberían enamorarse aunque en el fondo sepan que van a sufrir ¿quién los entiende? Ya yo estoy desgastado tratando de entender a los humanos.
- Se están terminando los cincuenta minutos, pero no quisiera que se fuera sin decirme algo... ¿por qué...? No, olvídelo. Permítame darle esta sesión gratis y si lo desea nos vemos la próxima semana.
- ¿Por qué no ha vuelto a sentir el flechazo? -preguntó el gordito con una leve sonrisa en los labios.
- Jejeje, sí, era eso lo que quería saber.
- Porque usted le vendió el alma a Lucifer y mis flechas pocas veces llegan hasta allá, podría perderse en el camino y no vale la pena intentarlo.
- ¿Yo? ¿vender el alma yo? ¿Cuándo? Yo no le he vendido nada a nadie
- Sí doctor, usted cambió la incertidumbre por comodidad, y el amor es incierto y el enamoramiento no es cómodo. Usted cambió la emoción de sentir mariposas en la panza por la compañía cierta y estable de cualquier mujer que cumpla con algún estándar que sólo usted mismo sabrá cual es. Si algún día decidiera renunciar a la certidumbre... tal vez reciba una sorpresa.


Fue lo último que dijo. Dio una rápida mirada al consultorio y salió con sus flechas camuflajeadas en una bolsa de palos de golf. Observó a la gente en la sala de espera y se conmovió al darse cuenta que –en el fondo- todos querían vivir enamorados, pero muy pocos querían amar.

Esperando el ascensor se llenó de una sensación de nueva energía, hasta que de la caja de metal salió Lucifer con su nuevo iPod y le dijo en tono burlón: “Eeeeeeeeepa Gordito ¿qué haces? ¿sigues flechando pendejos por ahí? (risas) Mira, en serio, un consejo: asóciate con este tipo, te vas a hacer millonario, no hay nada más fácil y rápido que sacarle dinero a la gente despechada. Epa gordito, no te arreches, pe vas a pisar un ala con la puerta... Estos pendejos nunca ven un buen negocio...”

Adriana Pedroza

De esclavos a siervos libres

A lo largo de la historia de la humanidad, los hombres dedicaron grandes esfuerzos a expandir sus territorios invadiendo tierras vecinas y esclavizando a los vencidos. La esclavitud significó poder político, económico, moral y religioso. Pero también, a lo largo de esa misma historia, siempre han habido hombres y pueblos que se han opuesto a la esclavitud y han perseguido la libertad como un bien preciado por el que vale la pena luchar.

La abolición de la esclavitud significó un gran triunfo para el hombre. El ideal del hombre libre se inicia en Francia, cuando en 1794 se declara la esclavitud de los negros abolida en todas sus colonias. Pero no sería sino hasta el siglo XIX cuando la idea toma forma universal. Ya el hombre sería el dueño de su vida y su destino; ningún otro ser humano podría ser dueño de otro. Visto así todo parece muy rosa, pero desde cerca es posible verle el pus a la protuberancia.

Siendo esclavos, los hombres no libres tenían garantizado techo y comida. Ciertamente no era ni el techo ni la comida de sus sueños, pero si mostraban lealtad al amo podía no irles tan mal. Siendo libres, los hombres tenían que buscar sustento por sus propios medios, alimentar a sus familias y procurar no morir de inanición. Nada fácil para quienes nacieron y crecieron con el único talento de ser siervos. Muchos murieron de hambre y de frío, pero muchos otros sobrevivieron.

En la Torah se relata la historia de un éxodo hacia la libertad. La liberación de los esclavos judíos del poder de los egipcios marca un nuevo inicio para el judaísmo, pero la verdad es que inmediatamente después de cruzar el Mar Rojo los judíos erraron por el desierto durante mucho tiempo y parece que todavía les queda mucho por errar... Muchos murieron por no estar dispuestos a adorar a los dioses griegos y luego a los dioses romanos. Mientras otros pueblos conquistados se sometían al culto a los dioses de su conquistador, los judíos no estaban dispuestos a renunciar a su libertad de culto al Dios único y pagaron caro su rebeldía.

Si la libertad trae tantas penurias y problemas ¿por qué el hombre se empeña en ser libre? y luego de ser libre ¿qué hace el hombre con la libertad? ¿realmente el hombre desea ser libre?

Luego de abolida de la esclavitud no fueron pocos quienes perecieron a causa de la ausencia de esas pocas comodidades que les proporcionaba ser siervos. Muchos se dieron cuenta de que ser hombres libres no era tarea fácil e implicaba más responsabilidad de la que ellos asociaron a ese sutil estado de placer que les vendieron los abolicionistas. Más que segura estoy que un buen número de ellos habrá maldecido la libertad de la que ahora eran dueños al ver morir a sus hijos de frío o de hambre, habrán deseado los azotes de los que eran víctimas en casa del amo a cambio de un trozo de pan, quizá hubieran estado dispuestos a vender su alma al diablo por un poco de esa comodidad que, aunque no era confortable, al menos era certera.

Pero el que hayan sobrevivido suficientes personas como para escribir nuevas historias, podría ser un indicio acerca de la capacidad del hombre de ser libre. No obstante, una cosa es la capacidad y otra distinta es la disposición.

Quienes sobrevivieron tuvieron que crear sus propios espacios sociales. Al igual que los judíos contemporáneos con Moisés, se encontraron en un desierto al que debían adaptarse, conocer y -con su ingenio- levantar nuevas estructuras en él. No todos habrán sido agentes de cambio, seguramente la mayoría esperaba el surgimiento de alguna figura fuerte para seguirlo, moviéndose de un lado a otro según surgieran líderes más fuertes, que les ofrecieran mejores condiciones. Estos hombres no eran en verdad libres a pesar de no tener cadenas físicas ni leyes que les cercenaran su libertad, su espíritu les molestaba y sentían la necesidad de entregárselo a quien estuviese dispuesto a tomarlo "por una causa justa", llámese religión, llámese revolución, llámese mercado.

Quizá el cortoplacismo o inmediatismo sea el elemento de la antropología filosófica que explique la razón por la cual los contemporáneos de Moisés decidieron hacer un becerro de oro para idolatrar a sus antiguos dioses; la misma razón por la cual los rusos decidieron no esperar por las reformas de Alejandro II (que incluían la abolición de la esclavitud) y las acciones del grupo "Narodnaia Volia" germinaron la revolución que llevó a Lenin al poder; la misma razón por la cual en Venezuela un intento de golpe de estado gestó la semilla de una revolución que aceleradamente acaba con la libertad política, económica e ideológica del país. ¿Será que el ser humano no está dispuesto a permitirle el curso evolutivo de la libertad o que le teme a la libertad?

Durante siglos el hombre ha seguido doctrinas religiosas que le prometen la felicidad, ha seguido líderes políticos que le ofrecen lo mismo, ha comprado cualquier cosa que se venda en el mercado con idéntico fin, ha participado en cruzadas, revoluciones, luchas de clase y en toda actividad que le ofrezca la felicidad, pero a cambio ha perdido su libertad de pensamiento, palabra y acción, aun cuando explícitamente nadie le pide que renuncie a ella.

Si pensamos en la felicidad como algo equiparable a la Tierra Prometida, el único camino para conseguirla es la libertad. Pero antes de llegar a la Tierra Prometida se debe cruzar el desierto ¿cuántos están dispuestos a hacerlo sin caer en el facilismo de adorar falsos dioses? No lo sé, pero la historia parece demostrar que incluso con unos pocos creyentes en la libertad es mucho lo que se puede lograr. Para muestra sólo hace falta ver la cantidad de negros y judíos que han logrado posiciones influyentes en el mundo actual, quienes no hubiesen siquiera logrado llegar a esta etapa de la historia de no ser porque sus ancestros creyeron en la libertad y no estuvieron dispuestos a ser esclavos. El reto ahora es no permitirnos la esclavitud en un "mundo libre" lleno de dioses falsos.

Adriana Pedroza

Se busca

Mientras selecciono qué escucho y me debato entre una ópera de Haendel y la Sinfonía N° 25 de Mozart, pienso en mi propia melancolía, que me asalta de a ratos cuando paso mucho tiempo en contacto con la gente. Y veo con cierto aire de graciosa admiración lo profundamente deprimida que me puede hacer sentir ese contacto humano que tanto gusta a las personas. Nace allí, justo del lado izquierdo del pensamiento, calladita, en posición fetal junto al rincón, una preguntita tan reveladora como inspiradora ¿qué es el contacto humano?
Opto por una selección variada de música académica que se inicia con el Confutatis Maledictis del Réquiem de Mozart...y sonrío, otra revelación, otra fuente de inspiración divina. Una copa de vino tinto para acompañar el dulce pecado de pensar, de creerme por encima de un mundo humano, demasiado humano, que ni siquiera sabe qué es el contacto humano y lo reducen a encuentros de cuerpos sin alma que establecen su relación entre ellos limitada por la caparazón, constreñida a un puñado de repeticiones nada selectiva, de ideas nada novedosas. Relaciones de no pensar, de no acercarse mucho, de mantener las distancias emocionales, intelectuales y afectivas, dejando todo flotar en la superficie turbia de lo que se supone correcto, sin saber muy bien por qué se supone que aquello que todos suponen está supuestamente bien. Supuestos que van y vienen sin ser sometidos a la rigurosidad del pensamiento o, al menos, a la impulsividad de las pasiones. ¿Por qué no mejor mandar todo a la porra y comenzar a construirse una estructura propia? ¿Por qué no al menos pensarlo y pasarle el tractor de la interrogación a algunos dogmas?
Un vino de cuerpo mediano mal descorchado y Barcarolle de Offenbach... tampoco allí tuve suerte, aunque regularmente me sea indiferente el primero cuando el error es mío y me agrade el segundo cuando estoy romántica, esta noche de retiro a mi lugar sagrado, a mi pensamiento, necesito algo con más cuerpo, al menos en cuanto a lo que mis oídos llevan al cerebro, pues los vagabundos se han vuelto tan poco selectivos que andan escuchando cualquier cosa de cualquier gente y el pobre cerebro –creyéndose siempre una divinidad griega- se queja y le dice “dejate de andar trayendo mierda al altar”. Mejor Beethoven, sí, Pastoral, primer movimiento, la tormenta...bendito Dios que nos trajo a Beethoven y lo colmó de genio, de pasión, de fuerza... ya no hay gente como él, y si las hay ¿por qué no las hallo?

Estoy buscando espíritus creadores, almas nuevas, llenas de energía, desbordantes de pasión. Trato de encontrar un interlocutor que suene como una sinfonía de Beethoven, una ópera de Wagner o un Réquiem de Mozart; pero sólo encuentro gentes baladas pop, gente salsa, merengue, gente guaracha, los menos y más atrevidos apenas llegan a gente adagio; pero los adagios no implican allegro con brío, por eso todo es tan efímero como el corto tiempo que implica un movimiento orquestal; porque el adagio será siempre –aunque profundo- suave y pausado, mientras que la gente sinfonía pasa del adagio al allegreto, tiene un forte y luego un pianissimo, y hasta los adagios salen corriendo a la segunda entrada de la orquesta completa... es muy intenso para ellos.
Estoy buscando gente que me haga sentir como si estuviera leyendo a Nietzsche, a Dostoyevski, Marx o Hayek, pero sólo encuentro gente Deepak Chopra o Coelho, gente autoayuda, gente revista barata... estoy buscando un cronopio y sólo encuentro famas. Y que aburridos son los famas, que correctos, ¡vaya modales! De lejos parecen impecables, pero vistos a través de la lupa del pensamiento ¡lucen tan desaliñadas sus costumbres!. Y hasta los más osados se quejan del mundo, pero se conforman; esa inmensa masa que es la mayoría, no puede alcanzar a darse cuenta de mal que están, porque resulta tan fácil convencerles que están bien o, al menos, que pudieran estar peor. Y nadie piensa, eso está fuera de moda, sólo repiten fórmulas para “ser positivos”, como si ser optimistas fuera un logro ¡Se necesitan pesimistas con fe para cambiar al mundo! Los optimistas sólo esperan que las cosas cambien por sí solas.
Cada vez que hablo con ellos, cada vez que me veo obligada a interactuar, me asusto de tanta y tan profunda pequeñez de espíritu. No veo una sola idea propia, una sola pasión que les pertenezca a ellos y a nadie más. Una preocupación original, una línea que lleve a un punto donde se hallen parábolas, hipérbolas, tangentes, cosenos ¡lo que sea, pero que se halle algo más que un vacío!. Hablar con uno es casi lo mismo que hablar con veinte, todos dicen lo mismo, todos se comportan igual, hasta en los pecados se asemejan, ni en las faltas son originales.
Todos tan iguales, en pensamiento, palabra, obra y omisión. Si al menos tuvieran la humildad de sentirse lo suficientemente grandes para cambiar el mundo, si tuvieran la grandeza de saberse solamente administradores de los recursos de Dios y entender que todas sus virtudes le son tan ajenas como el canto al viento, y que sin embargo canta la mejor canción jamás escuchada por oído alguno. Pero no pueden saberse nada porque ellos sienten que no son nada, son un punto en el infinito, un corcho en el océano, una hoja de otoño en medio de un tornado. Mientras Yo, siento que soy EL punto del infinito, el corcho que por la acción de la teoría del caos es capaz de crear un tsunami, la hoja que en medio del tornado resalta sus colores únicos y brilla. ¿Arrogancia? No, Yo prefiero llamarlo Fe.
Estoy buscando un alma única, distinta a las restantes almas conocidas hasta hoy, con quien al menos pueda sentir que vale la pena levantar los ojos de un libro para sumergirme en la profundidad de sus palabras, un alma que me rete a pensar más allá del bien y del mal, que me invite a escribir nuevas prosas y me inspire a pensar más, cada vez más cómo es que voy a hacer para cambiar el mundo. Y luego de un tiempo, que nunca sé cuánto será, leeré esto y pensaré “la encontré, sí existen almas únicas”.

Adriana Pedroza

Bienvenidos a la dictadura del proletariado

"Para que el proletariado descubra sus verdaderos intereses de clase (...) es necesario hacer intervenir factores extraeconómicos, es necesario poner en manos del proletariado la teoría marxista". La cita corresponde a Marta Harnecker, extraída del libro "Los conceptos fundamentales del materialismo histórico".

Clases sociales dominantes y dominadas; explotadores y explotados, víctimas y victimarios. El discurso político de la izquierda ha estado centrado por demasiados años en esta premisa, la cual era indudablemente cierta en la realidad histórica latente en que Marx escribió El Capital, pero que con el desarrollo jurídico, social y económico de las últimas décadas ha dejado de ser tan cierto, pero continúa siendo el bastión de innumerables políticos.

Una de las principales debilidades que el mismo Marx observó en su sueño de una sociedad perfecta, venía por el lado de las ideologías. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante, por lo tanto, el desarrollo del capitalismo hacía que los trabajadores fueran aburguesados y perdieran de mira su verdadero objetivo de clase: eliminar el capital. Esta acción llevaría a una sociedad de iguales, donde -al desaparecer los explotadores- desaparecían los explotados. Pero viene la pregunta ¿cómo hacer que el proletario conozca sus intereses de clase? Aquí intervienen los marxistas y proponen llevar al obrero la teoría de Marx.

Mao Tsé-Tung decía "las fuerzas explotadoras (...) utilizan dos formas generales de lucha: la violencia y el engaño, las balas y las balas cubiertas de azúcar, el fusil y la pluma". A esto, Marta Harnecker agrega "Su dominación política les permite utilizar la fuerza represiva del Estado contra los explotados, su dominación ideológica les proporciona los medios de información y propaganda para realizar un engaño colectivo. En un momento determinado la burguesía utiliza fundamentalmente el engaño, en otros momentos utiliza la violencia, dependiendo del grado de organización, conciencia y combatividad de las masas". El subrayado es mío, pensando que fácil sería cambiar la palabra burguesía por gobierno, oficialismo o Presidente.


Antes de seguir adelante con el desarrollo de estas ideas, repasemos superficialmente (para no aburrir al lector con muchas profundidades) cuáles eran los objetivos de Marx y Engels para la sociedad en que vivieron cuando escribieron El Capital. Ellos pensaban que a un determinado grado de desarrollo del capitalismo, las relaciones de producción cambiarían drásticamente y se produciría una transición en los modos de producción. Dado que la estructura político-jurídica e ideológica del momento favorecería la relación de producción dominante, se hacía necesario que la clase obrera y sus aliados lograra primeramente el poder del Estado, para así establecer las condiciones que permitan asentar las relaciones de producción socialistas.

En el libro antes citado, Harnecker dice: "Establecer relaciones sociales de producción no consiste en transformar las fábricas de tal manera que se suprima el capital y que sean los obreros los que administren la empresa. Si se redujera a esto el problema, podrían surgir dentro de una sociedad capitalista gérmenes socialistas (...) las relaciones de producción socialistas no se refieren sólo a las fábricas sino a la economía global del país, a las formas en que deben ser articuladas las diversas áreas de la producción, etc."

En todo este pastel de citas hay una gran preocupación latente para quien escribe.

Cuando por primera vez, hace seis años, en Venezuela se empezó a correr el rumor de que íbamos hacia un sistema socialista, muchos no lo creíamos posible, porque los venezolanos -sin importar el estrato social- estamos demasiado aburguesados;parecía poco probable que un país donde sus habitantes están tan acostumbrados a la libertad de consumo (en la medida que su ingreso lo permita) pudiese sonreírle a la idea de vivir bajo un sistema socialista. Sin embargo, debo admitir que la astucia con la que se está llevando a cabo el plan es digna de admiración malévola.

El paso número uno del plan fue revolver el resentimiento social, decirle al pueblo que estaba siendo explotado por un pequeño grupo de capitalistas. Esa masa de "obreros" resiente sus carencias y compara lo poco que tienen ellos y lo mucho que tienen otros, que se supone son los explotadores. Se pone en manos del proletariado la teoría marxista, por supuesto, siempre interpretada por un grupo de gente incapaz de guiarse por un MARCO HISTÓRICO y trasladan a la sociedad actual las realidades que enfrentaba el proletariado del siglo XIX.

Como siguiendo un manual de Harnecker, ejecutan el paso dos: Llegan al poder, el proletariado se hace del control del aparato jurídico-político y comienza a desarrollar el plan de dominación ideológica. Utilizan "los medios de información y propaganda para realizar un engaño colectivo" con los recursos del Estado, ejecutan planes de salud y educación con fines ideológicos, gastan sumas millonarias en propaganda política, y cuando esto no les resulta y el pueblo combativo, conciente y organizado pide la renuncia del Presidente, usan la fuerza del fusil.

El tercer paso es cambiar las relaciones de producción, pero para hacerlo no emplean método violentos, utilizan el poder del Estado como financista. Para conseguir que "el proletariado asuma el control de las fábricas", muchos pensaban que los obreros iban a llegar armados a sacar a los propietarios, pero en la astucia característica del gobierno revolucionario, este objetivo arranca con la exigencia de un 20% de cogestión para el otorgamiento de créditos públicos. No están obligando a nadie a ir a la cogestión, por ahora, pero para recibir financiamiento del Estado el empresario debe acoplarse a los planes de desarrollo de la revolución.

No obstante, el problema ni siquiera es ese. Para ser empresario hace falta mucho más que capital, hay que saber qué hacer con los recursos que se tienen. No basta tener el control de una empresa, hay que tener conocimiento para usar ese control productivamente. Aunado a ello, Yo me pregunto ¿quién es el proletariado? ¿a quiénes se refieren con obreros? ¿entran allí los profesionales asalariados, con preparación académica y capacidad de gerencia, o sólo son los literalmente obreros? Yo creo que es la segunda opción, por desgracia.

Esa clase trabajadora de la que tanto hablan los marxistas, no es una clase preparada ni académicamente ni intelectualmente para la administración de una empresa, mucho menos de un país, como se ha demostrado en Venezuela en los últimos seis años. La astucia de la clase dirigente, por cierto muy aburguesada, ha estado acompañada de los niveles de precios del petróleo más altos de la historia, lo que les ha permitido ocultar el desastre económico en las cuentas nacionales. Por supuesto que algunos ingenuos (por no llamarlos estúpidos) dirán que los pobres obreros venezolanos no han tenido oportunidades de formarse, educarse e ir a una universidad, a lo que Yo les respondo ¡mentira! porque Venezuela gozó de una insólita movilidad social en los setenta, ochenta y noventa, gracias a la educación gratuita, a la creación de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, a la creación de las escuelas normales, a los planes de alfabetización creados por los Cuarta República (Acude) y a otros muchos proyectos que todos recordarán. Darle el control de una empresa a una persona que carezca de la preparación adecuada para administrarla es llevarla a una quiebra segura, y si bien es cierto que perderá el empresario, no menos cierto es que más serán las pérdidas en el bando de los obreros, porque el empresario volverá a levantarse, pero el que tiene mentalidad de obrero lo será para toda la vida.

El talón de Aquiles de esta revolución está justamente donde lo halló Marx en su época: La Economía. No se puede repartir riquezas si éstas no se generan, no hay ideología política que se mantenga sin dinero. De seguir adelante con la dictadura del proletariado, Venezuela se va a transformar en una economía de empresas quebradas, en una sociedad de misioneros, de obreros explotados -ya no por un capitalista- sino por un Estado incapaz de darle los beneficios que tenían antes. La ya enorme desigualdad social se hará mayor, pues en las revoluciones socialistas los únicos ganadores son sus dirigentes.

Para aquellos que todavía creen que las cosas no están tan mal, para aquellos que creen que ya lo peor pasó, para los ilusos que aún piensan que lo del socialismo no es sino una amenaza más de este gobierno...prepárense, porque ya pasamos el umbral de la dictadura del proletariado. Sólo me queda insistir en el mismo tema que he venido señalando desde hace más de tres años, para poder enfrentar la crisis actual y la que se nos viene encima, es urgente educar y formar sobre todo a aquellos más vulnerables a caer en trampas ideológicas. Si usted es empresario, busque la manera de armar a sus trabajadores de herramientas de pensamiento para que puedan defenderse de los ataques de terceros. Si usted es educador, discuta y analice con sus estudiantes la realidad actual de su país. Sea cual sea su posición en el mundo, fórmese, edúquese y discuta con quienes tiene cerca. La realidad se está poniendo como una nube gris sobre el futuro de Venezuela, así que prepárese y trate de preparar a su entorno, porque la tormenta se avecina y va a empapar a los que anden desprevenidos.

Adriana Pedroza

Ser o parecer III: Los hombres tampoco están a salvo

Para poder entrar en la dinámica de la exposición que sigue, quizá sea necesario que usted entienda algunos conceptos de la teoría marxiana: Infraestructura y Superestructura. Antes de que se asuste, no pienso profundizar en explicaciones intelectuales, sólo pretendo dibujarle el camino que me llevó a pensar que, quizá, Marx tenía razón cuando afirmaba que la infraestructura es el hilo conductor que explica los fenómenos sociales pertenecientes a la superestructura.

Marx y Engels definían la infraestructura, o base, a la estructura económica de la sociedad; y superestructura a las instituciones jurídico-políticas y "formas de conciencia social" (o ideologías). Para ellos, según Marta Harnecker, la estructura es la base del edificio social y las ideologías el cemento que asegura la cohesión del mismo.

Esas "formas de conciencia social" encierran, entre otras cosas, las ideas políticas, morales, religiosas, estéticas,etc.

Para efectos de este artículo partiré de las ideas estéticas como elemento de los sistemas de ideas-representaciones, parte de la superestructura, para llegar a una hipótesis Pedrociana: o cambiamos o estamos jodidos. Más específicamente, me concentraré en el fenotipo de belleza aceptado en la sociedad occidental.

En principio, la lógica de la producción requiere de un nivel de consumo que permita hacer rentable el proceso, de manera que la producción de cosas en serie necesita de una previa producción en serie de necesidades que puedan ser satisfechas por la infraestructura.

En la actualidad, la belleza es un bien que puede ser adquirido en el mercado, bien a través de procedimientos simples, bien a través de procesos más complejos. En el primer caso entrarían, en mi opinión, las cremas faciales y corporales, reductores de grasas, antiarrugas, hidratantes,etc.; el arreglo de manos y pies, la aplicación de químicos en el cabello y otros más; productos que hasta hace pocos años estaban orientados exclusivamente al público femenino, pero que ahora encuentran un sector del mercado no explotado: los hombres.

Pero, para poder venderle al macho la idea del cuidado personal, para convencerle de ir a un salón de belleza a pintarse las canas, arreglarse las manos y los pies, usar cremas faciales u otras actividades típicas del género femenino, urge -en primer lugar- la necesidad de definir y diferenciar a este nuevo tipo de hombre que, sin ser homosexual, dedica parte de sus recursos para verse bien: el metrosexual. Para ello se usan los viejos artilugios del mercadeo: usar a una celebridad para vender el nuevo producto, que no es un bien material, es una necesidad y un tipo de comportamiento. ¿Qué mejor que un jugador de fútbol ello? Luego, la producción de artículos de belleza se incrementa y se especializa en este nuevo consumidor: el hombre.

Este hecho tiene importantes repercusiones en la "ideología" de la belleza masculina, en la forma de ver y apreciar al varón. Ya no es atractivo el mismo tipo de hombre que lo era hace cincuenta o veinte años, siquiera hace diez; ahora el hombre "debe" responder -al igual que la mujer- a ciertos estándares de belleza y de comportamiento social y sexual. Hace años se crearon concursos como el Mr. Universo, donde competían ejemplares destacados por su musculatura; ahora son concursos de belleza masculinos más universales que el anterior, donde el competidor debe ser bello, agradable a la vista, impecable, sensual y muy cuidadoso de todos los detalles.

Por otra parte, existen mecanismos más complejos para comprar la belleza y, por supuesto, para producirla: las intervenciones quirúrgicas. Especulando un poco, imagino que primero idearon la forma de extraer grasa del cuerpo humano, de quitar piel donde parecía sobrar, de introducir elementos externos para dar volumen a ciertas áreas, de estirar la piel, de remover huesos que permiten estilizar la figura. Luego, se fue perfeccionando la técnica y se hizo un producto masivo, asequible a quien quiera y pueda pagar el precio de mercado.

Empero, para masificar la producción se hacía imperante crear la necesidad masiva de poseer un cuerpo determinado, necesidad que hace apenas veinte años prometía ser satisfecha por otras vías: programas de dietas y ejercicios, por ejemplo, que dieron cabida a las cadenas de gimnasios y programas de alimentación balanceada. En la actualidad, la misma necesidad, un poco más imperante, puede satisfacerse en menos tiempo y con un poco más de inversión. Quizá no sea aventurado afirmar que las mujeres fueron las primeras en recurrir masivamente a estos mecanismos, pero los hombres parecen no querer quedarse rezagados en la carrera de la belleza y cada vez más recurren al cirujano para corregir esas imperfecciones que el mercado les señala como tales.

Aunado a lo anteriormente expuesto, la industria del vestido produce en serie un tipo de ropa que luce bien con un determinado tipo de cuerpo. Las modas se ven bien en individuos cuyo cuerpo luzca acorde a las exigencias del mercado; así, si usted es mujer y va a comprar un pantalón, no es raro que se le dificulte hallar un modelo que no exalte las caderas, la cintura, los glúteos; o si va a comprar una blusa o un vestido, quizá deba pagar mucho por una que no necesite un considerable tamaño de busto para que luzca bien; de manera que si no tiene el cuerpo que el mercado señala como adecuado, terminará pagando mucho más de lo que cuesta la producción en serie o tendrá que conformarse con vestirse como una vieja.

Ahora, si usted es hombre, no crea que está a salvo, pues es cada vez más común ver en las vitrinas de los centros comerciales ropa casual para hombres que exaltan ciertos atributos del cuerpo. Franelas, camisas de manga corta, que lucen bien con unos brazos grandes; pantalones que destacan el trasero masculino, sandalias que requieren un meticuloso pedicure para ser exhibidas en público. Tal vez no sienta la misma presión que las damas, pero piense si en realidad no siente más presión al momento de comprar ropa que su padre o su abuelo cuando tenían su edad. Puede que no haya caído en cuenta de que cuando va a comprar ropa hay menos prendas que lo hacen sentir bien, porque tal vez usted todavía no ha entrado a la vorágine del mercado, pero trate de estar a la moda con esos kilitos de más...olvídelo.

En este punto Yo me pregunto ¿el proceso económico está determinando también la fisonomía del individuo?

Marx sostenía que uno de los grandes peligros de la sociedad capitalista era la estrecha relación existente entre las diferentes industrias de la economía de una nación (industria química, industria manufacturera, industria petrolera, etc.), ya que los choques negativos en una afectaban de forma considerable a todo el aparato económico. A pesar de todas mis reservas con la teoría económica marxiana, considero que hoy más que nunca, vale la pena analizar qué nos está pasando como sociedad, y tal vez Marx estaba muy equivocado a nivel analítico, pero a nivel filosófico quizá tenía mucho de verdad.

Podemos observar que los cambios en la industria de la belleza se trasladan a la industria del vestido, pero también a la industria química, que ahora dedica más recursos para satisfacer las necesidades de belleza. Pero además incide en la industria de la medicina, al orientarse más capital humano y material a la investigación y obtención del producto en cuestión, haciendo más rentable para un médico o un químico dedicarse a la estética que a la investigación para el descubrimiento de la cura de enfermedades.

Todo lo anteriormente expuesto pertenece al campo de la especulación Pedrociana, no pretendiendo nada diferente a invitar a la reflexión de un tema que puede parecer a simple vista una tontería, pero forma parte de uno de los tantos ángulos de la forma social en que estamos inmersos y que pocos se dan a la tarea de pensar. Hoy, cuando el mundo parece tan avanzado y la vez tan estresante, cuando los seres humanos poseen tantas cosas que le facilitan la vida y al mismo tiempo la vida se ha convertido en una carrera agotadora, pensar se hace la tarea más urgente del ser humano, porque lo que será el mundo dentro de algunos años será el producto del legado que nosotros dejemos a los que vienen.

Adriana Pedroza
adrianapedroza@cantv.net

Dos visiones de la pobreza

Todos, eventualmente, hacemos cosas que nos hacen sentir idiotas y que nos dejan una amarga sensación que se asemeja a la náusea. Hoy, Yo hice una idiotez de las grandes: trabajo social.

Aclaro de entrada que no estoy denigrando el trabajo social, al contrario, lo considero necesario y urgente, y felicito a las personas que tienen vocación para ello; pero que una persona como Yo se meta en una guardería de un barrio...¡eso sí es idiotez!

Casi obligada por un grupo de altruistas, decidí acompañarles a un populoso sector caraqueño para cuidar niñitos pobres. Yo salí de mi centro de paz, abandonando libros y buena música, para adentrarme en una realidad que -definitivamente- no veo como la ve la mayoría de las personas con las que compartí la tétrica experiencia.

Compartiré con vosotros lo que Yo vi. Llegaban niños desaseados y con la ropa deteriorada a su primer centro de encuentro social, de la mano de mujeres -la mayoría muy jóvenes- con el manicure y el pedicure impecables, muchas con el cabello bien arreglado y terriblemente perfumadas, pero era evidente que usaban algún tipo de perfume. Los hijos de estas mujeres verdaderamente producían lástima, algunas de mis compañeras tomaron aguja e hilo para coser uno que otro hueco de la ropa sucia que tenían puesta. El cabello de los niños delataba unos cuantos días de falta de baño y el olor que emanaban opacaba la lástima que pudiese haber sentido y la transformaba en asco. Incluso para mi conciencia es un poco duro debatirse entre sentir compasión por un niño en estas condiciones y sentir asco de tomarle la mano o acariciarle el cabello.

A lo largo del día se veían las cajas de cerveza por doquier. La "música" (o eso que ellos llaman música) no permitía hacer ninguna actividad con los niños, para estos pequeños concentrarse en una idea, por más pequeña que sea, es realmente difícil. Muchos de esos hombres que se paseaban el barrio con botellas y cajas de licor, serían los padres de alguno de esos niños que llegaron en la mañana sin desayunar, que quizá no habían cenado la noche anterior y que ni siquiera se habían bañado en varios días.

Pero más patético que el mismo cuadro de pobreza al que me sometí hoy, fue escuchar a mis altruistas compañeros decir "¿qué les puedes exigir a esas personas? ellos no han tenido las mismas oportunidades que nosotros"... En ese momento, justo en ese momento, experimenté el grado de ira más elevado del día. Ni el maldito vallenato del barrio que me tuve que calar todo el día pudo hacerme enfurecer tanto como esa afirmación. ¡Por eso es que nunca vamos a ser una sociedad decente! porque durante décadas los pobres han sido pensados y tratados como minusválidos, como retrasados, y muchos de ellos disfrutan de ese trato y le sacan el mejor partido a esa visión generalizada que se tiene de ellos.

Ese cuento de que los pobres deben su situación a la falta de oportunidades es la mentira mejor vendida de la historia, porque si algún país en el mundo disfrutó de movilidad social hasta hace pocos años, ese fue Venezuela. ¡Y para muestra casi todos tendrán un botón familiar! La mayoría de las familias que conozco tienen diferencias sociales internas. La mayoría de las personas que conozco tienen un tío o un hermano pobre, el que no quiso estudiar, el que se conformó, el que esperaba que los hermanos o los padres le "picharan algo". Muchos de los que hoy somos clase media lo somos porque nuestros padres se esforzaron, hicieron sacrificios, trabajaron y estudiaron para mejorar su nivel de vida, y nosotros hicimos lo propio, no nos conformamos con los logros de nuestros antepasados, sino que construimos los nuestros. Cada uno de nosotros se ha ganado el espacio social que hoy ocupa, cada persona en el mundo se labra sus oportunidades, decide si aprovecha las que se presenten y vive con las consecuencias de sus decisiones. La pobreza es una decisión de vida, la riqueza también. Pero no podemos pretender ser una sociedad vivible cuando se trata a la mayoría de la población como retrasados mentales, incapaces de ser asertivos, como si fueran incapacitados, porque el entorno, si bien es cierto que ejerce una influencia extraordinaria en los individuos, no es decisivo; el entorno social lo hacen los individuos y a éste lo afecta el primero.

La pobreza no es una condición exclusivamente material, la pobreza es una condición mental, es coyuntural en la medida que las personas deseen permanecer o salir del núcleo de pobreza. La mayoría de los pobres de hoy no son nuevos, tienen años adoptando el rol de víctimas y disfrutando de las ventajas que la compasión de los otros les genera. No se deje engañar creyendo que ellos no pueden razonar y tomar buenas decisiones, porque lo que ocurre en realidad es que esa visión que la mayoría tiene de ellos ha hecho que permanecer en ese estado sea la decisión que les genera mayor utilidad.

Con todo esto no quiero concluir que ayudar a los pobres sea malo, pero cuando sienta deseos de ayudar, sepa a quién está ayudando, sepa que ese individuo es tan capaz como usted de pensar y de asumir la postura que mejor le convenga en un momento determinado. Recuerde que la luz que ellos disfrutan la paga usted y sus vecinos, pero ellos también votan; recuerde que ellos no pagan impuestos, usted sí, pero mientras usted tiene que hacer magia para obtener su cédula, ellos gozan de bastantes operativos de cedulación. Con la energía eléctrica que usted les paga, ellos hacen ruidosas fiestas toda la noche que le impiden a usted y a sus vecinos dormir. Entonces ¿quién es la víctima?

No deje de ayudar a los pobres, si lo ha hecho siempre, si realmente siente deseos de hacerlo, hágalo, pero trate de que los recursos les lleguen a aquellos que están tratando de labrarse un futuro mejor, a esos para quienes la condición de pobreza es una parte de su camino, pero no su refugio.

Adriana Pedroza

Usted también tiene derechos

Aunque muchas personas lo ignoren, el ruido es un fuerte contaminante del medio ambiente, y sus efectos sobre la salud física y mental de las personas, así como sobre el valor de los bienes inmuebles, es un tema de necesaria reflexión.

La definición de ruido varía según quien lo defina. La Real Academia de la Lengua Española dice que es un "sonido desarticulado, por lo general desagradable." Algunas instituciones catalogan de ruido a cualquier sonido que sobrepase determinado nivel de decibeles (medida del sonido). Empero, el significado más realista que he encontrado de la palabra en cuestión es: todo sonido no deseado. Esta definición encierra la verdadera esencia de la problemática del ruido, porque se pone en evidencia el factor de irrespeto a los derechos fundamentales de las personas.

Si aún usted desconoce los efectos del ruido sobre el organismo sepa que diversos científicos y expertos que tratan la materia, y numerosos organismos oficiales entre los que se encuentran la OMS, la CEE, la Agencia Federal de Medio Ambiente Alemana y el CSIC Español (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), han declarado de forma unánime que el ruido tiene efectos muy perjudiciales para la salud. Estos perjuicios varían desde trastornos puramente fisiológicos, como la conocida pérdida progresiva de audición, hasta los psicológicos, al producir una irritación y un cansancio que provocan disfunciones en la vida cotidiana, tanto en el rendimiento laboral como en la relación con las otras personas. Entre las posibles consecuencias de la contaminación acústica se puede mencionar: interferencias en la comunicación, perturbación del sueño, estrés, irritabilidad, disminución de rendimiento y de la concentración, agresividad, cansancio, dolores de cabeza, problemas estomacales, alteración de la presión arterial, alteración de ritmo cardíaco, depresión del sistema inmunológico (disminución de las defensas del organismo), alteración de los niveles de segregación endocrina, vasoconstricción, problemas mentales, estados depresivos, etc.

Regularmente, cuando se habla de ruido, las personas tienden a asociarlo con el tráfico, las construcciones y otras situaciones en las que poca o ninguna influencia se puede tener como individuo. Más aún, el ruido genera en las personas una terrible sensación de vulnerabilidad e impotencia, la gente siente que no puede hacer nada. Sin embargo, si existen ordenanzas municipales para el control del ruido, los ciudadanos están en el derecho y en la obligación de exigir a las autoridades competentes el ejercicio del poder para el cumplimiento de las normas.

Caracas es una ciudad terriblemente ruidosa, pero pocas personas hacen algo por revertir esta situación. Desde las autoridades, por omisión, hasta los afectados, por su silencio cómplice, toleran el deterioro continuo de los espacios privados y comunes de los habitantes de la ciudad. Si una persona sube el volumen de su música más de lo debido y perturba a su vecino, este individuo debe recibir un llamado de atención y una sanción por reincidencia. Pero si el vecino calla, porque asume que nadie va a hacer nada, el desestabilizador no solamente continuará haciendo ruido, sino que cada vez lo hará más seguido, porque sus actos no tienen consecuencias para él.

Los comerciantes, formales e informales, también suelen ser contaminadores sónicos, y los afectados suelen ser cómplices de los reiterativos abusos por parte de estas personas. Sorprendentemente en Caracas hay decenas de camiones de diferentes tamaños que se pasean por la ciudad con un altoparlante vociferando sus productos y precios, creando un ambiente hostil para quienes deben padecer el paso diario de estos sujetos que van creando caos a su paso, sin importarles la existencia de escuelas, hospitales, ambulatorios, cuya actividad diaria se ve afectada por la interrupción de una voz que grita frutas y precios.

Si a eso le sumamos que las aceras de Caracas están llenas de buhoneros, que cada uno de ellos tiene puesta una música diferente a un volumen obsceno; que casi todas las urbanizaciones caraqueñas tienen un barrio cerca al que entra un camión que reparte el gas y llega golpeando las bombonas con un objeto metálico; que en Caracas la bocina del auto se usa para saludar, para avisar que se está llegando a un sitio, para insultar, para presionar al conductor que está adelante; que los conductores caraqueños se empeñan en compartir su "música" con toda la ciudad; que algunas personas prefieren comunicarse a gritos desde lugares distantes en lugar de usar el teléfono o el intercomunicador...Caracas es una ciudad embrutecedora, agobiante y enfermiza.

Quizá usted sienta que se pasa el día cansado, que su rendimiento ha mermado; puede que haya notado que su hijo esté presentando problemas de concentración y esté sacando malas notas; quizá observe en algunos miembros de su familia una irritabilidad permanente. No se culpe, no salga corriendo a comprar vitaminas, no crea que su hijo es bruto, puede ser que -sin usted saberlo- el ruido esté haciendo mella de su salud mental y la de su familia.

Aunque no lo crea, la solución puede estar en sus manos. No se conforme con decir "¿y qué va a hacer uno?"... por favor, nunca diga eso, porque siempre se puede hacer algo. Lo primero es denunciar y hacer seguimiento a sus denuncias. No se limite a quejarse con sus conocidos, diríjase a quienes tienen en sus manos el deber y el poder para hacer cumplir las normas, apoye a quienes tratan de hacer algo para mejorar su entorno, únase con sus vecinos y ejerza presión para que sus derechos sean respetados. Y no olvide revisar su propia conducta ciudadana, no se convierta usted en un agente contaminante.

Finalmente, las policías municipales y las alcaldías, están en la obligación de hacer cumplir las normas que regulan la contaminación de cualquier tipo. Todos tenemos derechos, a estudiar, a leer, a descansar, a escuchar música, a hacer fiestas; pero los derechos de una persona no pueden violentar los derechos de otros. Es más fácil controlar los excesos a tempranas horas del día que en la noche, pues en la medida que corre el tiempo las personas beben y se dificulta el razonamiento lógico.

Nunca es tarde para empezar a ser y hacer buenos ciudadanos, y para ello se necesita la participación de todos. La solución a este, y otros problemas similares, depende de la acción coordinada de ciudadanía y autoridades, denunciando y dándole respuesta a las denuncias. Para que Venezuela sea un país bueno para vivir se necesita de ciudadanos buenos que lo habiten.

Adriana Pedroza

Ser o parecer II: Oculte sus emociones

En un artículo anterior comentaba acerca de lo estresante que resulta en las sociedades latinoamericanas el vivir de la apariencia; pero en ese artículo me limité al plano material, que ocupa buena parte de la vida de cualquier individuo. No obstante, por lo que puedo observar, la necesidad de apariencia en la sociedad no se limita a lo físico, sino que invade el plano de las emociones, de los sentimientos y del pensamiento.

Estamos acostumbrados a vivir en una sociedad donde expresarse es arriesgarse al rechazo social; sentir y expresar un sentimiento puede convertirse en el peor obstáculo en el camino de una persona, porque se espera de los individuos que oculten sus emociones y disfracen sus sentimientos hasta que llegue "el momento preciso", que en verdad nunca he sabido cuál es.

Si usted se enamora, la manera más fácil y rápida de perder a la persona que ama es manifestándole sus sentimientos. Se supone que usted debe hacerse el indiferente, no estar disponible cada vez que esa persona lo llame. Aunque se muera de ganas por llamarle, no lo haga, debe darse bomba para que el otro no piense que usted está desesperado por verle. Pero cuidado, si abusa del látigo de la indiferencia el otro podría pensar que usted no está interesado y quizá termine perdiéndolo. Tiene que estar atento a todas las señales para saber cuándo jugar, qué piezas mover; debe aprender a ser un maestro en el arte del tira y encoge. Yo me pregunto ¿esto no es demasiado estresante? ¿No se supone que las relaciones de pareja deberían hacernos sentir más libres, cómodos y felices?

En el plano laboral, usted no debe dejar que se note demasiado que disfruta su trabajo, porque podrían abusar de ello. Si le ofrecen un puesto de trabajo no lo acepte de inmediato, diga que lo va a pensar, no vaya a ser que lo noten demasiado interesado y pierda la oportunidad de que lo ofrezcan más dinero "porque usted debe ser muy importante para darse tanta bomba". Pero de nuevo, esté atento a las señales, debe ser como un zorro en plena cacería, no se de más importancia de la debida porque podrían terminar ofreciéndole el puesto a otro. Nuevamente, a mí me parece demasiado estresante decir no cuando quiero decir sí, me parece que el trabajo debe ser una actividad de desarrollo intelectual que le permita al hombre ser creador, sentirse pleno, sentirse feliz.

De sus ideas ¡ni hablar! Es mejor que se guarde lo que piensa, no vaya a ser que sus pensamientos espanten a las personas que lo rodean y usted termine siendo un paria social porque piensa distinto a la mayoría, porque puede que lo señalen de rompe grupo, que lo saquen del altar donde lo tenían. Se supone que usted debe comportarse, pensar y sentir según la percepción que la sociedad tenga de su persona. Debe estar atento a las señales de su grupo social, para saber cuándo tiene luz verde para ser original y cuando debe callar y aplaudir a quien esté disfrutando de la atención de la mayoría.

¿Cuánto tiempo valioso para amar, compartir, crear y pensar se pierde mientras se está jugando a las caretas? ¿Cuántas personas e ideas maravillosas se han perdido en la vida de muchas personas sólo porque estaban demasiado evidentes? ¿Por qué a los seres humanos pareciera resultarles tan atractivo el rechazo? ¿Será que el miedo a no tener lo que se desea puede más que el deseo mismo de lograr algo importante?

A mí, particularmente, me parece patológico que los seres humanos se gasten la mitad de sus vidas tratando de ocultar lo que son, lo que sienten, lo que piensan, y la otra mitad cazando el momento preciso para expresar eso que ocultaron antes. Pero también observo que no son conductas aisladas de algunos sujetos, son el resultado de experimentos individuales, de ensayo y error, en los que los seres humanos han descubierto que fingir es una estrategia valiosa cuando se quiere conseguir una meta, porque quizá nadie esté de acuerdo, pero la mayoría reacciona positivamente a esta conducta tan autodestructiva. Quizá usted no se haya dado cuenta de que actúa así, quizá no lo haga y si es así lo felicito, pero observe a su alrededor, escuche a quienes tiene cerca, podrá darse cuenta de lo ocupadas que están las personas ocultándose detrás de las apariencias de importancia: en el trabajo, con los amigos, con la persona que les atrae. Observe bien su entorno y fíjese cuántos de los que conoce viven la angustia de no dejarse ver, de "retocarse el maquillaje", de acomodarse la careta.

Puede que la patológica sea Yo, pero todavía pienso que mi mayor riqueza es lo que llevo dentro de mí: mis ideas y mis sentimientos. Yo pienso que al negarlos me niego a mí misma y, adicionalmente, me someto a un estado de ansiedad y estrés que me consume demasiado tiempo y energía, recursos indispensables para hacer cosas más útiles que cazar momentos precisos para ser quien soy y decir lo que pienso y siento.

Yo tengo la idea loca de que si la gente perdiera menos tiempo en juegos psicológicos este mundo sería un lugar mucho más agradable para vivir, y quizá muchos de los problemas reales podrían resolverse de una manera más sencilla, porque habría más tiempo para ocuparse de asuntos trascendentales, en lugar de preocuparse por crear y resolver problemas imaginarios.

Adriana Pedroza

¡Feminista no!

Por las dudas que pudieran surgir al respecto, y para que nadie se sienta engañado en un futuro, debo aclarar algo: Yo no soy feminista. De hecho, siento tanta aversión al feminismo como al hembrismo, de manera que en el único grupo que me pueden ubicar sin temor a equívocos es en el Pedrociano.

Particularmente, Yo no quiero ser igual a los hombres, no me interesa ser igual a nadie, pero no tolero la discriminación por sexos. Eso no me hace feminista, esa sólo es mi opinión. Cuando salgo con un hombre Yo espero que él me abra la puerta del auto, espero que él pague la cuenta, espero que me vaya a buscar a mi casa y me lleve a ella; pero no tolero que por estos el hombre se sienta con el derecho de exigir sexo a cambio. Yo prefiero que sea un hombre el que cambie los tomacorrientes de la casa, el que mate las cucarachas, el que resuelva los asuntos de plomería, el que lleve la iniciativa en algunos asuntos, pero no me voy a detener si no tengo un hombre que lo haga, Yo puedo aprender a hacerlo, y de hecho lo hago; sin embargo, esa independencia temporal no me hace feminista.

Particularmente Yo, no considero como un avance el hecho de que las mujeres "modernas" decidan no casarse ni tener hijos para dedicarse de lleno a sus carreras, o tener hijos solas, sin que le hombre se involucre, como si esto fuera un paso al frente en la independencia del yugo masculino, porque -por una parte- es sabido que los individuos necesitan tanto a la figura materna como a la paterna para su desarrollo integral, y por la otra, no puedo dejar de preguntarme ¿a quién vamos a dejar poblar el mundo? Al contrario, creo que como mujeres inteligentes, el reto es saber elegir pareja, padre y amante.

Yo pienso que esa aparente "no necesidad" de un hombre, que veo en algunas mujeres jóvenes, profesionales y exitosas en el ámbito laboral, no es otra cosa que un resentimiento bien disfrazado que termina uniéndose en el mismo punto de partida al de las mujeres dependientes: todo gira alrededor del hombre, sólo que ahora esa necesidad de aprobación masculina se escuda en una aparente independencia de ellos, e incluso rechazo.

Nada tiene de malo que una mujer tenga entre sus metas casarse y formar un hogar. Al contrario, me parece muy positivo que aún existan personas capaces de compartir su yo con el mundo para crear nuevas vidas. Por supuesto, pienso que esta no debería ser la única o la más importante meta de una mujer, pero sí debe estar entre sus objetivos (también de los hombres).

¿Cómo sería el mundo si todas las mujeres exitosas, inteligentes, prósperas, profesionales, decidieran no procrear o no formar familias? ¿Quiénes habitarían el mundo en los próximos treinta años? ¿Acaso el legado que profesionalmente dejen estas mujeres será valorado por las próximas generaciones? Si es que suponen que el único legado que dejarán será a nivel intelectual o laboral.

Me siento en la obligación de aclarar que, a pesar de estar en contra de la exaltación de la mujer como hembra, como objeto sexual y procreadora, también estoy en contra de esa nueva...no sé si llamarla tendencia, de algunas mujeres que satanizan los roles de la mujer como madre y esposa, pues considero que estos roles son tan importantes como el intelectual. Tampoco creo en la mujer que para no ser señalada como "objeto sexual" descuida su presencia, su cuerpo, su piel, su cabello; como si esto fuera exclusivo de las artimañas para atrapar a un hombre. No creo en la separación del cuerpo y el intelecto, Yo creo en los seres integrales.

La necesidad de amor no es exclusiva de la mujer, y mucho menos de las mujeres débiles. Todos los seres humanos deseamos amar y ser amados, pero lo que diferencia a un individuo realmente exitoso de su par "aparentemente exitoso" es que actúa en base a sus verdaderos valores y asume feliz los beneficios y perjuicios de sus actos; mientras que los segundos actuarán acorde o en contra de valores ajenos.

Si usted realmente quiere envejecer sola, si ya lo pensó y tiene preparado su plan de jubilación, pues hágalo y disfrútelo sola, no trate de convencer a nadie de seguir su ejemplo, porque esa es su decisión personal, tampoco juzgue a quienes actúan concientemente de manera contraria, porque esa es la decisión personal del otro. Ahora, si en el fondo usted es una excelente profesional, de esas que tienen éxito en todo menos en la vida amorosa, y decidió conformarse con ser la mejor en su área y olvidarse de su sueño de amar y ser amada, pregúntese si alguna vez ha dedicado algo de su tiempo y su energía a prepararse para ser pareja, esposa y madre; quizá sea de las que se ponía a la defensiva cuando le tocaban el tema y juzgaba a las que sí lo hacían, por considerarlas mujeres dependientes, quizá por eso no haya logrado "esa otra meta" que tan feo veía. Quizá le tocará aprender a compartir su espacio con otros seres para poder disfrutar de los beneficios de esa vida que desconoce.

No se deje engañar por el mercado. El cuento de la mujer independiente, profesional, exitosa y sola, es otra maroma de los creadores de personalidades que necesitan de usted para que vaya y gaste bastante dándose vida de soltera independiente y le eche en cara a los hombres que no los necesita. Olvídese de Sex & the City, eso sólo pasa en las series gringas, probablemente si usted me está leyendo sea de cultura hispana y sus valores sean muy distintos, al igual que el de los hombres que la rodean. Estar sola es muy rico y requiere de mucha fortaleza, pero plantearse metas en el área afectiva no hace a la mujer débil. Lo que a mí personalmente me cabrea -y estoy segura que a muchas mujeres- es que aún existan personas que esperen que una mujer se frustre si no logra "esa meta". Una mujer no es ni más ni menos por tener -o desear- un hombre como compañero, sólo son decisiones personales, y como tales son individuales y no deben ser llevadas al juicio social.

Promoción válida tanto para mujeres como para hombres.

Adriana Pedroza

¡Tetas nuevas, vida nueva!

Una de las perversidades más evidentes en torno al tema de la cirugía estética es que se trata de dividir en dos bandos a quienes tienen algo qué decir al respecto. Más aún, se trata de llevar el tema a un enfrentamiento del tipo “estás a favor o en contra de la belleza”, como si la belleza fuese un fin en sí mismo, cuando en realidad –a nivel de esta discusión- es simplemente un medio.

Para mí el problema no radica en el hecho en sí, sino en las razones, el móvil de la persona que se somete a una intervención quirúrgica para verse mejor. ¿Qué hay detrás de todo eso? ¿qué hay detrás del concepto estandarizado de belleza en Venezuela? Para mí no es sino un gran negocio que vive de la falta de amor propio.

Si usted se opera para corregir un defecto o para resaltar un atributo, este procedimiento no le va a cambiar la vida, simplemente la va a hacer sentir más cómoda con su cuerpo, entendiendo que el cuerpo no es un objeto sino parte de un todo que es el sujeto, es una porción del individuo integral. No creo que debamos caer en la hipocresía de satanizar todas las acciones que impliquen vernos mejor, porque entonces allí entrarían las operaciones de corrección de las líneas de expresión, la rinoplastia, el uso de cremas, el maquillaje y todo aquello a lo que estamos acostumbradas las mujeres para vernos y, lo más importante, sentirnos bien con nosotras mismas.

Sin embargo, cuando una mujer se somete a una operación para “cambiar su vida”, cuando cree que unos implantes van a modificar radicalmente su futuro, en mi opinión esa mujer tiene un problema serio, y el mal no está en su cuerpo sino en su mente. ¿Qué busca una mujer que convierte su cuerpo en el centro de su vida? ¿Qué tipo de hombre espera encontrar? ¿quiere ser amada o sólo ser deseada?

El asunto es que, en determinados casos, y por lo que he podido observar es la mayoría, la mujer se transforma en un pedazo de carne que –como tal- va a ser consumida. Esto es algo que se puede ver en cualquier calle, en cualquier café, en los bares, las discotecas; una mujer que se pone unos implantes de senos – para no caer en la discusión científica del significado de mayoría prefiero decir la mayoría de las que he visto- no lo hacen sólo para lucírselo a sus parejas, para disfrutarlos en la intimidad. Lo que Yo he visto son hembras que se exhiben para atraer al macho, en la forma más animal y primitiva; muestran al mundo una recién adquirida seguridad en sí mismas que está sostenida en un cuerpo que no es propio.

¿Qué ocurre después? Dado que el ser humano es un ser integral, todos deseamos ser amados por lo que somos, no por lo que parecemos ser. La mujer que conquista a un hombre a través de una imagen netamente sexual, porque este tipo de intervenciones (según mi percepción) tiene un fin sexual, se ve atrapada en un juego perverso que ella misma creó. Después de un breve lapso se da cuenta que ella desea ser amada y respetada como mujer, pero no sabe cómo pasar a ese nivel porque se vendió como hembra. Cuando ya no quiere ser vista como un objeto sexual se enfrenta a la ansiedad de dejar ver lo que hay detrás de la silicona, los tacones y el maquillaje. Pero ¿sabe ella qué hay detrás de eso? Quizá no. Puede que haya estado demasiado ocupada tratando de ser lo que no era como para dedicar tiempo a descubrir qué es lo que ella tiene para ofrecerle al mundo.

Yo he conocido casos de mujeres que piden adelanto de prestaciones sociales, caja de ahorro, incluso se endeudan, para ponerse implantes de senos. Muchas de estas mujeres no tienen casa propia, no han terminado los estudios, nunca tienen dinero para hacer un curso de desarrollo personal, pero se someten a cirugías estéticas. ¿Qué nos dice eso? Al menos Yo lo que leo entre líneas es que su activo es su cuerpo.

Al final del día estas mujeres nunca terminan de sentirse bien consigo mismas, porque esa inseguridad que las llevó al quirófano sigue ahí y no hay cirujano plástico que la extirpe. Cuando se enfrenten a una situación donde aparezca otra mujer que esté “más buena” o –peor aún- cuando su hombre se muestre interesado en la conversación de otra mujer, todos sus fantasmas van a volver y se van a sentir miserables porque no podrán entender qué es eso que a ellas les hace falta para mantener un hombre al lado, y mantenerlo feliz. Después de esto puede que vuelvan al quirófano a corregir algún otro defecto físico al que culpen por no sentirse bien.

La falta de autoestima es el mejor negocio para los cirujanos y todos esos “profesionales” que viven de vender productos que “lo ayudarán a sentirse mejor”. Resulta mucho más económico, mental y financieramente, someterse a una operación de autoconocimiento antes de entrar a un quirófano, preguntarse por qué y para qué hacerlo. Piense que lo que está pagando por verse bien puede invertirlo en su formación como ser integral; piense que corre menos peligro conociéndose a sí misma y descubriendo todo lo valioso que puede ofrecer, antes de someterse a una carnicería que le puede costar incluso la vida. Y no crea que las probabilidades la favorecen, porque apuesto a que lo mismo pensaron todas las mujeres que han muerto a causa de este tipo de intervenciones.

Seguramente después de descubrir que se tienen cosas mucho más valiosas que un buen cuerpo, cosas que seguramente no se pueden introducir en otro ser, porque son propias de cada individuo, desista de la idea de pagar por algo que no necesita, porque habrá descubierto dentro de sí aquello que no tiene precio.

Adriana Pedroza

La alegría del venezolano

La gente suele decir, incluso con cierta dosis de orgullo, que el venezolano es alegre; que a pesar de las tragedias, de las crisis y de las dificultades que enfrenta, el venezolano siempre tiene una sonrisa en el rostro, un chiste a la mano, ánimos para festejar y muchas ocurrencias para reír.

Como siempre, Yo discuto esa supuesta alegría y le apuesto a la negligencia. Sí, el venezolano no es alegre, el venezolano es negligente, evasivo, cobarde e infantil y utiliza la careta de festivo para ocultar su miedo a la realidad, emplea el alcohol, las fiestas y el sexo para esconder su incapacidad de hacerle frente al futuro. Para muestra un personalmente doloroso botón.

Recientemente la Asamblea Nacional sancionó el nuevo Código Penal, un libro de terror que contiene imágenes como "Cualquiera que vilipendiare públicamente a la Asamblea Nacional, al Tribunal Supremo de Justicia o al Gabinete o Consejo de Ministros, así como a alguno de los Consejos Legislativos de los Estados o algunos de los Tribunales Superiores, será castigado con prisión de quince días a diez meses." O también "Quien ofendiere de palabra o por escrito, o de cualquier otra manera irrespetare al Presidente de la República o a quien esté haciendo sus veces, será castigado con prisión de seis a treinta meses si la ofensa fuere grave, y con la mitad de ésta si fuere leve". Es decir, la asamblea nacional (las minúsculas son intencionales y reflejan mi grado de desprecio) decide ahora que la ofensa a los funcionarios públicos es penada con cárcel, y el tribunal supremo de justicia es quien decide la gravedad de la pena; eso entre tantas otras escenas de horror contenidas en el nuevo Código Penal. Ambos poderes están en manos del gran titiritero, quien tirará de la cuerda que desee para transmitirle su deseo de penalización a quien él quiera y cuando él quiera. ¿El alegre venezolano hizo algo para evitar la tiranía legal que se está implantando?

Nadie hizo nada. Lo discutieron, lo aprobaron y el venezolano estaba preparándose para disfrutar de la Semana Santa y dejar el estrés en una playa. Ni siquiera pueden darse cuenta de la gravedad de la reforma al Código Penal, porque no piensan, no enfrentan, simplemente evaden la realidad con una supuesta alegría sazonada con alcohol y música (por demás pésima).

La Ley de Educación será reformada y los estudiantes universitarios no hacen nada, muchos ni están enterados de que su futuro profesional está en peligro. Apenas algunos padres tratan de organizarse para hacer frente a esta nueva agresión gubernamental. Pero ¿dónde están los universitarios que antaño defendían la autonomía de las universidades? ¿dónde están los jóvenes que serán directamente afectados por esta reforma? Probablemente tengan una resaca por la última rumba o estén muy ocupados en "estar al día" con las últimas tendencias de la moda, o quizá su problema más grave sean los puntos negros en la nariz o la flacidez de sus muslos. No discuten, no tienen propuestas, no conversan con sus padres acerca de lo que será su futuro como profesionales y ciudadanos de un país que se deshace en sus narices.

Muchas otras leyes están en discusión en la Asamblea Nacional. Mientras los venezolanos demuestran su alegría al mundo, un grupo político teje las redes para atrapar a todo aquel que se salga del área de conveniencia. Mientras el venezolano se preocupa por la próxima fiesta, el próximo fin de semana, el próximo viaje, un grupo de personas se ocupa de levantar las paredes de la prisión en que serán todos encerrados, y lo están haciendo de manera legal, eso es lo más patético de la situación actual. El venezolano cree que lo peor ya pasó, cree que estará a salvo si no se mete en asuntos políticos, cree que el agua no le llegará a su puerta. Es impresionante cómo un país entero no puede ver el muro de piedras que se está levantando a su alrededor y sigue festejando como si todo estuviera "excesivamente normal".

Gracias a los niveles de los precios del petróleo, Venezuela está viviendo una relativa apariencia de recuperación económica y la gente está comprando esta fantasía de crecimiento económico y supuesto bienestar, pagando a crédito con el futuro del país.

Lo verdaderamente aterrorizante es que -de seguir la estrategia mantenida hasta ahora- el gobierno no va a aplicar bruscamente todas las leyes que está introduciendo, sino que atacará a sus enemigos directos y el venezolano común pensará que si no se mete con el gobierno no debe preocuparse por su integridad física y puede disfrutar del bienestar material que le "asegura" el régimen. Así, la asamblea nacional seguirá aprobando leyes que sólo les convengan a ellos y la gente se quedará tranquila, creyendo que no es tan malo como los opositores habían anunciado. Pero, luego de las próximas elecciones presidenciales, cuando vuelva a ganar el mismo personaje, existirá el cuerpo legal perfecto para la represión de toda manifestación opositora en todas las áreas de interés público y privado.

Cuando bajen los precios del petróleo y los venezolanos se den cuenta que estaban nadando en un espejismo de abundancia, no existirá nada parecido a la libertad de expresión, porque toda expresión será legítimamente combatida con el aparato legal de represión que están construyendo hoy, en la cara de todos los venezolanos, mientras éstos se divierten y juegan a ser los más alegres del mundo.

Están destruyendo el futuro de Venezuela en su cara, están envenenando la libertad, están acabando con cualquier posibilidad de salida democrática a la crisis que seguimos viviendo aunque la gente no quiera creer que las cosas no están bien. No hay seguridad pública, en Venezuela el Estado de Derecho está muriendo en las narices de los dolientes, lo están matando y nadie quiere darse cuenta de ello.

De manera que cuando en un futuro no muy lejano usted despierte y se de cuenta que no tiene derechos, cuando abra los ojos y quiera manifestar su desacuerdo con algo y termine preso, cuando quiera moverse libremente y sienta las cadenas en su cuerpo, por favor, no vaya a decir que todo eso pasó porque no hay líderes, porque mientras los líderes quizá lo estaban haciendo mal, usted de seguro estaba muy ocupado trabajando duro y sin tiempo para ocuparse de política, y el poco tiempo libre que tenía lo usó para ir de rumba y ahogar el estrés en un escocés mayor de edad. Y mientras tanto, algunos que trataron de advertir lo que se avecinaba estarán muy lejos de aquí o en alguna cárcel política.

El futuro comienza en el mismo momento en que se nombra con el pensamiento. Basta con pensar en él y aparece. En futuro se construye a cada minuto, no deje que muera de inanición mientras usted se ocupa de "cosas importantes", porque mañana puede que no haya un hombro donde llorar. Olvídese de ser alegre, porque no en este país no existen motivos de alegría, comience a ocuparse en los asuntos políticos, hágale frente a la realidad y piense y discuta qué puede hacer para contribuir al cambio que necesita el país. Comience a hacerlo ya, porque el futuro está aquí y ahora esperando por usted.

Adriana Pedroza

¿Ser o parecer?

Para un proyecto personal me he dedicado a entrevistar a personas de diferentes países, culturas y costumbres. Aunque aún no he podido escribir nada importante con la gran cantidad de material acumulado, un hecho -o mejor- una duda está haciendo ruido en mi mente. ¿Son las sociedades latinoamericanas demasiado estresantes?

A modo ilustrativo, podemos observar que a diferencia de sus pares nórdicas, las mujeres latinoamericanas dedican una gran parte de su tiempo a verse bien, pero no a sentirse bien. Mientras la hembra inglesa, rusa, noruega, alemana, etc., hace ejercicios por salud física y mental, la hembra latina se ejercita para "estar buena". Empero, a pesar de estar buena, la hembra latina es -con mucho- insegura, frágil y dependiente de la aprobación del macho. Parece estar bien, pero no lo está. Basta con que aparezca en escena otra que parezca mejor y se vienen al traste todos los artilugios femeninos para retener a un hombre. Se despierta la inseguridad, los celos, la desconfianza y se acaba la "fortaleza individual".

La hembra latina está estigmatizada por su trasero, y por su busto en la era moderna, real u operado, eso no importa. El cuerpo se convierte en un activo valioso y la capacidad de análisis, el sentido del humor, la inteligencia y el conocimiento han sido desdeñados como pasivos en las cuentas amorosas latinoamericanas. No obstante, la hembra latina -luego de atrapar al macho con sus encantos femeninos- se queja de ser objeto sexual y desea ser reconocida por algo más que su cuerpo. Vende sexo, atrae con sexo, pero luego quiere valorada por algo más que eso. Comienza el conflicto.

Resulta muy curioso enterarse que la frase "no hay hombres" es prácticamente inexistentes en las culturas nórdicas. Mientras que la hembra latina, constantemente, se queja de la falta de ellos. Eso lleva a una pregunta ¿qué espera de un hombre la mujer latinoamericana?

Creo no equivocarme si afirmo que la respuesta es: "un hombre que la represente"; que más bien podría leerse como alguien a quien lucir en público. De ser así, el hombre se convierte en un adminículo que la mujer luce en sociedad: tiene dinero, tiene un buen auto, tiene un buen cargo en una buena empresa, tiene futuro. No importa si el hombre es -por sí mismo- bueno para el desarrollo de la mujer, lo importante es que -en sociedad- luzca bien.

Por su parte, el macho no busca una hembra que brille con luz propia, sino una a la cual él pueda lucir. He allí la razón por la que las mujeres invierten tanto tiempo en ser dignas de ser mostradas como presas propias de un gran cazador. El macho promedio latinoamericano no quiere a su lado una pareja que esté a su altura, busca una que sea menos en algún área de interés: económica, social, intelectual, etc. La hembra -por su parte- no busca una pareja que esté hombro a hombro con ella, busca uno que esté más arriba: económicamente, intelectualmente, laboralmente, etc. Las relaciones latinoamericanas están basadas en la desigualdad en aspectos básicos de la vida en pareja, por eso -cuando buscan al amante- terminan persiguiendo "eso" que no tiene el ser con quien se unieron. Linda explicación para los cachos latinos.

Lo más interesante de la cultura de lucir es que esta va mucho más allá de las citas, los noviazgos y los matrimonios. Lucir, aparentar, mostrar, es una forma de vivir del latinoamericano, lo cual resulta demasiado estresante y agotador. La clase media latina, muy al contrario de los nórdicos, son capaces de endeudarse hasta límites absurdos para mantener un estatus que sus ingresos no le permiten. La clase media latinoamericana gasta más de lo que puede para verse bien, para mostrarse a un mundo que aplaude la apariencia, para parecer antes que ser. Los pobres latinos tienen sus propios códigos sociales. Para ellos no es importante el título universitario, pero tener unas cornetas enormes en la puerta del rancho resulta socialmente atractivo. Llegar al barrio con la mayonesa de marca, el detergente de marca o cualquier otro producto que se vea a través de las bolsas del supermercado, es socialmente importante.

¿Cuánto tiempo se pierde en la lucha por estar a la moda? ¿cuánto más en adoptar las conductas que permitan ser socialmente aceptados? ¿queda tiempo para ocuparse de asuntos trascendentales después de preocuparse por verse bien, por aparentar estar bien? ¿Cuánta gente se siente realmente bien en nuestras sociedades?

América Latina tiene problemas reales, pero el mayor problema es que su gente está demasiado ocupada en aparentar como para ocuparse de asuntos tan poco fashion como la participación política, la pobreza, la delincuencia, la educación, entre tantos otros. Claro está que estos asuntos, de golpe, se ponen de moda y todos están participando de a ratos, pero de nuevo, es sólo por apariencia, a nadie le preocupa realmente nada que no sea cool.

Otro dato curioso del que me enteré entrevistando gente, es que muchos salones de belleza venezolanos sobrevivieron a la crisis del año 2002 gracias a las marchas y las concentraciones, porque las mujeres venezolanas antes de ir a marchar, antes de recibir las dosis de gases lacrimógenos a los que nos acostumbró el régimen, iban a peinarse para verse bien, porque las marchas sucedieron a los cafés y a los bares como sitios de encuentro social.

Nuestras sociedades, de seguir así, están completamente jodidas. Si pareciera que en el presente los jóvenes muestran un escalofriante desinterés en asuntos de gran trascendencia, en el futuro la situación va a ser con mucho peor a lo que vemos hoy.

No son los gobiernos, no son las empresas ni los políticos ni algún ente externo quien podrá salvarnos de ser una gran extensión de tierra poblada por idiotas, a quienes después de cientos de años le siguen cambiando espejitos por perlas y oro, quienes siguen comprando cualquier basura que esté de moda, llámese zapatos, ideologías, cultura, palabras o modos de vida. Sólo la VOLUNTAD INDIVIDUAL podrá hacer de nuestros países verdaderas naciones independientes, sólo la voluntad individual podrá contagiar al colectivo la bacteria del ser, para combatir el virus de parecer.

Adriana Pedroza

Un hecho, dos versiones

El 27 de febrero de 1989 marcó un punto de quiebre en la historia democrática venezolana. El pueblo salió a las calles en contra de las medidas económicas que, dos días antes, dictara el Ejecutivo Nacional. Pero, ese pueblo no era un pueblo pacífico, no estaba protestando democráticamente; aunque espontánea la salida a la calle, hasta cierto punto, la forma que asumió el rechazo al plan de ajuste económico se transformó en delito y, como tal, fue tratado por unos cuerpos de seguridad inexpertos en el control de motines.

Con el respeto que se merecen las víctimas del Caracazo y los familiares de éstas, considero que la comparación que algunas personas hacen entre los muertos de este periodo y los caídos del 11 de abril de 2002, dista mucho de ser realista, justa y lógica. Cuando de justificar barbaridades se trata, los seres humanos son capaces de recurrir a los argumentos más absurdos que la imaginación permita. En el website del canal del gobierno se pueden leer barbaridades relativas al 27 de febrero de 1989 como las que cito a continuación, subrayando aquellas que por su cinismo no se pueden dejar pasar:

El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela inició su programa dominical sentenciando que hace 16 años todo comenzó a cambiar en Venezuela, cuando el 27 de febrero de 1989 se vivió una verdadera rebelión popular que intentó ser acallada por la más espantosa represión del gobierno de entonces. Expresó su pesar por la cantidad de venezolanos asesinados durante esa semana de reacción popular nacional.

“El 27 estalló la rebelión pero se extendió toda esa semana… La rebelión fue apagándose tras las ráfagas de la ametralladoras, tras la represión de ese gobierno cuartorepublicano y genocida…”-rememoró el Presidente Chávez, para sentenciar con la contundencia que lo caracteriza:

“Pero desde aquel día todo comenzó a cambiar en Venezuela…”.El Presidente exclamó que 16 años después Venezuela se ha puesto de pie, y sugirió que el mejor tributo que se le puede hacer a quienes fueron muertos durante esas jornadas, es hacer realidad la Patria Buena en memoria de aquellos que regaron su sangre. “Gloria a los caídos y a los mártires”.

¡...!

Dejando las pasiones de lado, recordemos brevemente cómo se produjeron los hechos.

El 25 de febrero de 1989, el entonces Presidente de la República de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, anuncia el programa económico de su mandato, el cual está alineado con los requerimientos del Fondo Monetario Internacional y contiene una serie de medidas urgentes y necesarias para resolver los desórdenes fiscales y monetarios que se habían venido acumulando. Durante esos dos días que transcurren entre el anuncio del "Paquete económico" y el llamado "Caracazo", los medios de comunicación: prensa, radio y televisión, se dedican a presentar todos los aspectos negativos del plan de ajuste, apoyado por las mentes brillantes de los economistas criollos, quienes no hicieron nada más que enfocarse en las consecuencias de corto plazo para las familias.

El 27 de febrero, 48 horas después, un aumento del pasaje del transporte colectivo desemboca en masivos desórdenes en Guarenas y se extiende a Caracas, todo empieza con la quema de las unidades que les prestaban servicio a la comunidad. El rumor se expande rápidamente y llegan las imágenes a través de las cámaras de los canales de televisión. La policía no contaba con la debida preparación para el control de motines, menos aún a esa escala, la situación se hace cada vez más tensa y anárquica y, de una protesta "justa" por el aumento del pasaje, el pueblo pasa al saqueo de establecimientos de expendio de alimentos, algunos de los cuales se decía que estaban acaparando los bienes de la cesta básica -que ya escaseaban en el mercado- esperando a que se publicara en Gaceta Oficial el nuevo régimen de precios. Los acaparadores recibieron su merecido por parte del pueblo, acción que hasta se puede entender si uno se pone en los zapatos de quienes debían llevar comida a su casa y llegaban con las manos vacías porque los comerciantes querían -a toda costa- ganar más de la cuenta.

Pero de lo que se podría justificar por hambre y necesidad, el "glorioso bravo pueblo" lo lleva más allá, y lo más bajo y primitivo de los seres humano sale a flote ese día y los que siguen. No importaba la rama de comercio a que se dedicara cualquier establecimiento, si estaba en el camino, no sólo era saqueado, sino además destruido y hasta quemado. Los años de lucha y sacrificio de muchas personas se vieron reducidos a cenizas o escombros porque "el pueblo" rechazaba las medidas económicas. Lo que empezó como una protesta, fácilmente se transformó en vandalismo y los cuerpos de seguridad respondieron, no como quien debe controlar a un grupo de manifestantes, sino como quien se enfrenta a una horda de delincuentes.

En la tarde del 28 de febrero se dicta una suspensión de las garantías constitucionales en todo el país, se restringe el derecho a la circulación, a la reunión, a la santidad de la morada familiar, entre otros. Cualquier persona que resultara sospechosa podía ser detenida sin derecho a protesta. Por primera vez muchos de nosotros nos enfrentamos con el miedo de no tener derechos y así vivimos un largo mes.

Los resultados son relativamente conocidos por todos. Muchos muertos, aunque quizá nunca se sabrá cuántos; abuso policial, ajusticiamientos, heridos de gravedad, millones en pérdidas económicas y la invaluable pérdida de la inocencia en la sociedad civil. Esa fecha, al menos para mí, marcó una huella indeleble en mi visión del pueblo, porque vi al pueblo robando tiendas de electrodomésticos, de computación, de discos, zapaterías, salones de belleza, joyerías; no hubo nada que quedara en pie ante la arremetida del pueblo, supuestamente hambriento.

Esos que murieron en los saqueos, y a quienes el régimen nombra como mártires del gobierno de Carlos Andrés Pérez, no merecen ser comparados con los demócratas que marcharon a Miraflores con banderas y pitos pidiendo la renuncia de un presidente. Esos, a quienes hoy pretenden hacer ver como las víctimas de la violencia policial de la Cuarta República, no salieron a las calles desarmados gritando consignas; llegaron a los establecimientos con camionetas para salir cargados de mercancía robada, llegaron armados para hacer retroceder a la policía, llegaron con las herramientas necesarias para entrar, robar y destruir.

Ciertamente, y de esto no cabe la menor duda, hubo abuso policial, hubo inocentes que perdieron la vida en los enfrentamientos entre la policía y los delincuentes, hubo exceso por parte de los organismos de seguridad del Estado y no hubo justicia para castigar a los responsables de estos hechos. Así como tampoco hubo justicia para aquellos comerciantes que perdieron su negocio de toda la vida, ni para los familiares de los que decidieron quitarse la vida al ver que lo perdían todo. No hubo justicia para nadie y, para colmo, ahora el régimen quiere hacer ver esta fatídica fecha en la historia venezolana como un momento de lucha revolucionaria.

Esos que perdieron la vida robando, saqueando, matando inocentes, son la representación digna del pueblo revolucionario que hoy aplaude los desvaríos de un líder que se les parece en valores éticos y en proceder. Esos que destruyen los bienes y las vidas de las personas que de verdad luchan y se sacrifican para tener un nivel de vida mejor, son quienes se identifican con un régimen que actúa sin acato a ley y pasa por encima de los verdaderos mártires, destruyendo a su paso todo lo que los obstruya para tener lo que nunca han luchado y no se merecen. A esos, a los que murieron delinquiendo, hoy el gobierno les rinde homenaje; mientras que las muertes de los inocentes que marcharon a Miraflores o los que se reunieron en la Plaza Altamira el 6 de diciembre de 2002, pasa sin pena ni gloria para quienes no merecen ostentar el poder que un pobre pueblo les regaló.

A las familias de los verdaderos inocentes que murieron en esas fechas, mi más sincera palabra de condolencia.

Adriana Pedroza

Otra cara de la complicidad (15/02/05)

A mí no me gusta mentir, pero a veces lo hago para no tener que dar explicaciones o herir los nobles sentimientos ajenos.

Cada vez que me interrumpen cuando escucho Tannhauser para preguntarme si quiero colaborar con las víctimas de las lluvias, me toca poner cara de pendeja y decir "ya colaboré". En realidad no he colaborado ni pienso hacerlo, pero ni Yo soy capaz de enfrentar los sentimientos de un voluntario con mis argumentos de por qué no es colaboración sino complicidad. A riesgo de que mañana, muy temprano en la mañana, estrene la svastika en mi sala, trataré de explicarles por qué no tengo la más mínima intención de colaborar con los damnificados; ni siquiera porque Primero Justicia ponga a los chicos más bellos de Caracas a pedir colaboración.

En 1999, luego del desastre de la Guaira, acompañado del desastre del referéndum constituyente, este gobierno recibió recursos millonarios en donativos de particulares, empresas y gobiernos de todo el mundo, para la reconstrucción de Vargas. El régimen rechazó la ayuda norteamericana y prefirió a los súper ingenieros cubanos y a algunos genios criollos que, al parecer, no hicieron muy buen trabajo. La tan anunciada "tacita de plata" que sería Vargas en dos años, se quedó en perol de loco. Nadie se hace responsable, parece que todo fue culpa de la naturaleza, el factor humano no juega ningún papel en este gobierno. Miles de millones de bolívares desaparecidos y Vargas, durante cinco años, siguió siendo un desastre. Ahora el desastre se vuelve a convertir en tragedia y la negligencia pide solidaridad con los afectados.

Mientras el gobierno nacional y local hacía desastres en la zona y desastres mayores a los que pudiera hacer la naturaleza, el pueblo varguense votó una y otra y otra vez por la misma gente. A ellos, a los que padecen directamente los desvaríos de sus gobernantes, a ellos que estuvieron en los refugios para damnificados y deben haber visto cómo llegaban las cajas llenas de donaciones y los representantes del oficialismo les escribían MVR con un marcador para luego ir a repartir la comida, a ellos que vieron cómo pasaban los años y su pueblo seguía destrozado, muchos sin servicios, los mismos escombros, los mismos problemas y sin obras concretas del gobierno. Si a ellos no les importó que los funcionarios encargados de hacer las reparaciones y las reconstrucciones de Vargas no hicieran nada y les dieron su voto en cada elección ¿por qué debería a mí importarme? ¿acaso eso no es complicidad? Si los habitantes de Vargas sabían que había más un billón de bolívares destinados a la reconstrucción de la entidad y nunca vieron obras concretas, que en el Estado Vargas nunca fueron invertidos los recursos y la gente lo sabía y volvieron a votar por la misma gente ¿por qué hacerme Yo cómplice de su decisión? Se las respeto, no tengo más alternativa que respetar las decisiones de la mayoría, pero no me jodan pidiéndome ayuda, porque las personas deben hacerse responsables de sus decisiones.

Yo felicito a quienes todavía tienen deseos de ayudar. Pero para mi estructura de valores, la ayuda tiene un límite antes de convertirse en complicidad. Las personas no maduran mientras no sientan las consecuencias de sus decisiones en carne propia, los pueblos tampoco. Desgraciadamente hay quienes deben vivir muchas tragedias antes de evolucionar, pero como sé que lo más probable es que el próximo año vuelvan a votar por Chávez, mientras la Guaira se volverá a caer con otro aguacero que vendrá en algún momento, prefiero ayudar a quien de verdad quiera superarse y no a quienes utilicen la lástima como instrumento para sobrevivir cada día y mantener una familia a costa de la buena voluntad de los demás.

Los débiles y fracasados deben perecer... Así decía Nietzsche. Yo no me inclino a la erradicación física de nadie, sólo pienso que la debilidad debe ayudarse a desaparecer de las personas, para que no puedan ser utilizadas por líderes dañinos. Aquellos que necesitan del fracaso del prójimo para poder manipularlo a su antojo, alimentan esa carencia de fuerzas para enquistarse en el poder...y lo logran, muchas veces con la ayuda de terceros que ni siquiera pueden darse cuenta que están reforzando patrones de minusvalía en los pueblos y creen que están siendo solidarios con el sufrimiento ajeno. Quizá, sólo quizá, a la gente hay que dejarla sufrir un poco para que pueda aprender a prevenir los hechos que le producen dolor. Si una madre y un padre, en el proceso de educación de un hijo, muchas veces deben dejar que su pequeño bebé llore para que comprenda qué puede hacer y qué no...quizá sea hora de dejar llorar al pueblo para que entienda qué hizo mal y qué no debe volver a hacer.

Finalmente, no pretendo convencer a nadie de mi visión Predrociana de los hechos, pero creo que pensarlo no está de más. Lástima que esta vez sí estoy segura que ningún medio de comunicación me va a publicar, porque esas ideas tan odiosas que presento aquí, deberían poder llegarle a los afectados, para ver si al menos la rabia los ayuda a actuar diferente.

Adriana Pedroza

De Auschwitz a Venezuela: Viaje a través del discurso y la psiquis. (01/02/05)

El 27 de enero se celebraron sesenta años de la liberación de los prisioneros del campo de concentración más famoso de la historia: Auschwitz.

Palabras sabias del secretario general de las Naciones Unidas señalaban que después de las atrocidades cometidas por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, el mundo no había logrado evitar los genocidios de Camboya, Ruanda y la antigua Yugoslavia. Peor aún, parece que el mundo se niega a entender cuál es el problema básico que precedió la Solución Final a la cuestión judía y a las atrocidades que el mismo Annan señalaba en sus declaraciones.

Veamos, Alemania es un país grandioso, con una historia cultural que abriga nombres insignes como Leibniz, Beethoven, Nietzsche, Schopenhauer, Bach, Goethe, entre tantos. ¿Cómo un pueblo, con un legado cultural tan rico, llega a un estado mental que le impide diferenciar el bien del mal? ¿cómo se llega a maltratar, incluso hasta matar, a otra persona sólo porque un líder dice que son diferentes? ¿qué tenían en común todas las sociedades alemanas de esa época, con la Rusia de Stalin, con la Croacia de los 90? Ese algo ¿está presente en la sociedad de hoy?

Hagamos un breve repaso.

Los alemanes que participaron en la Kristallnacht (noche de los cristales rotos) del 9 al 10 de noviembre de 1938, cuando quemaron, destruyeron y saquearon propiedades judías, no estaban drogados, no estaban ebrios, actuaban sin ningún tipo de sustancia en su cuerpo que bloqueara su "razón". Estaban "sanos", sólo actuaban impulsados por un deseo: destruir todo lo que fuera judío. Los alemanes estaban absolutamente alienados a la causa nazi, al líder de su patria. Las palabras y deseos del partido nazi eran la droga de la nación.

Luego de la derrota en la Primera Guerra Mundial, las imposiciones de los aliados llevaron al país vencido a una situación económica que estaba acabando con la vida de los alemanes. Casi toda la producción del país terminaba en manos de los vencedores para pagar los crímenes de guerra, ejerciendo presión no sólo a nivel económico, sino a nivel social. El hambre, acompañada de la frustración y el odio hacia todos aquellos que dejaban sin recursos al pueblo alemán, fue la plataforma perfecta para el nacimiento de un líder que "salvaría la patria de las garras extranjeras". Hitler fue apoyado por las más altas esferas de la sociedad alemana, quienes pensaron que se podían aprovechar de su capacidad de liderazgo para el provecho de los ricos y poderosos, para que Alemania volviera a ser el país que era y ellos pudiesen ocupar la posición social que les correspondía; esa fue la razón por la que la burguesía alemana apoyó al incipiente Führer. Lo que ellos no se esperaban era que, a la vuelta de la esquina, el sujeto los utilizara a ellos y los destruyera cuando dejaban de servirle. Si esto le suena familiar con la realidad que está viviendo, espere, porque aún hay más.

Hitler nunca escondió su odio por los judíos; de hecho, en su pésimo libro Mein Kampf, escrito durante su detención en 1924, habla claramente de su antisemitismo. Por otra parte, como todo líder mesiánico, él estaba convencido de su buena voluntad y criticaba lo poco que hacían los demás por su pueblo: "Ya entonces advertí que el único recurso capaz de mejorar las cosas consistía en emplear un método doble: por una parte, una sensación profunda de responsabilidad social, a fin de crear mejores principios para nuestro desarrollo; y por la otra, una determinación despiadada de destruir todas aquellas excrecencias que no pudieran remediarse". Esta es una cita del mencionado libro, aparentemente bastante popular hasta nuestros días, con una que otra variación, pero en general se parece mucho a lo que he escuchado en los últimos años. Más adelante dice "La psiquis de la masa popular no es sensible a nada que tenga sabor a debilidad (...) el pueblo prefiere el gobernante al suplicante y siente mayor satisfacción íntima por las doctrinas que no toleran rivales (...) Sólo ve la energía despiadada y la brutalidad de su lenguaje, ante el cual acaba finalmente por inclinarse". Este es el lenguaje característico de los líderes alienantes, este es el discurso que con más o menos maquillaje han repetido todos los tiranos del siglo XX y XXI ¿qué se hace para cerrarles el paso?

Luego de la Noche de los cristales rotos la comunidad internacional condenó las acciones del gobierno alemán, pero no hicieron nada más. Durante la segunda mitad de los noventa la misma comunidad internacional condenó las matanzas en los campos de concentración serbios y fue sólo después de que decenas de miles murieron cuando la condena internacional se materializó en ayuda a las víctimas del régimen de Milosevic. La Comunidad Internacional siempre llega tarde; no actúan hasta que el número de víctimas es aberrante.

Varias décadas atrás, Alejandro II, zar de Rusia, implantó una serie de reformas en su país para evitar derramamientos de sangre; convenció a la burguesía rusa de la necesidad de liberar a los esclavos, estaba dispuesto a hacer aún más reformas y fue asesinado por los rebeldes que querían la desaparición de la monarquía. Esos mismos rebeldes que fueron la semilla ideológica de los bolcheviques, que querían sangre, caos, revolución armada. Hasta donde sé Marx no habló de tomar el poder por las armas, pero Lenin, sus predecesores y descendientes, convencieron al pueblo ruso que esa era la única manera de hacer valer sus derechos. Lo demás es historia. Otro pueblo alienado que endiosa a un hombre y le cede todo el poder para hacer con ellos y con el futuro lo que éste desee. Las órdenes del líder son obedecidas sin preguntas, miles mueren, porque al régimen le parecen peligrosos. Un hombre dice quién merece vivir y quién no; el pueblo no piensa, sólo obedece. Los militares llevan a cabo las órdenes del líder con la mayor brutalidad posible para demostrarle lealtad y ganarse su simpatía, no piensan, sólo ejecutan.

Una mente realmente sana no sigue una tendencia sin preguntarse por qué y para qué. Una mente sana evalúa la propuesta según su escala de valores y luego decide si seguirla o no y hasta dónde. Un pueblo sano mentalmente no se deja seducir por discursos que promueven la división de la sociedad en buenos y malos; un pueblo alienado permite la división y culpa al otro bando de todos sus problemas y, al ser ese grupo el origen del mal, debe ser destruido.

Lo aterrador es que el mundo actual está alienado. El hombre moderno vive constantemente en un proceso de enajenación con su entorno, y no sólo en los países pobres o del tercer mundo, este proceso se ve también en los países desarrollados. El hombre de hoy es presa fácil del dominio externo, sea éste político, económico, religioso o de cualquier otro tipo. Día a día la psiquis colectiva se va haciendo cada vez más vulnerable a la necesidad de pertenencia y esto hace que pueblos enteros caigan seducidos ante líderes carismáticos que les hablen "como nunca nadie les ha hablado". El enemigo a combatir no son los líderes tiránicos, el enemigo está en la mente de los hombres, en esa pieza psicológica que encaja con el discurso y arma la bomba, en el temor a la exclusión, en el miedo a la libertad. Esto no es ninguna novedad, ya lo habría dicho Erich Fromm hace más de cincuenta años, pero parece que a nadie le importó o no le creyeron.

Hace años el hombre busca alivio para sus carencias y la modernidad le ha dado el bálsamo, pero lo ha hecho más sensible al miedo a la soledad. La educación que recibe el ser humano lo prepara para ser alienado, el ritmo de vida del hombre moderno es alienante. Nadie está haciendo nada por esto. Pocos pueden creer que Auschwitz podría ser sólo la punta de un iceberg al que la humanidad se está acercando peligrosamente, porque el germen está en la mente de los hombres, la necesidad de alienación está latiendo en los corazones de los pueblos y ese sentido de invalidez hará surgir líderes que hagan parecer a Stalin, Hitler y Franco como unos niños de pecho. ¿Qué podemos hacer? No lo sé, pero al menos Yo pretendo pensar y advertir, porque vivo en un país donde los discursos del tipo Hitler, que terminaron haciendo de Auschwitz un símbolo de horror, están calando en la psiquis del pueblo venezolano, que lleva seis años escuchando a un líder dividir el país entre buenos y malos. Ya el bando contrario al líder tiene varios muertos encima y, como siempre, la Comunidad Internacional sólo condena esas muertes, que aún no son suficientes. Pero para los que no olvidamos la historia, sabemos que esto es sólo el principio.

Adriana Pedroza