Wednesday, June 13, 2007

El Principio (Primera parte)

(No apto para moralistas ni optimistas)

Todo comenzó el día que morí. Tenía entonces veintisiete años y era profundamente infeliz, pero no lo sabía.

Creía en todo sin creer, sólo porque creía que era bueno creer en algo. Creía en Dios sin creer, porque en verdad sólo era un fantasma en eso que Yo creía vida, así como todos los demás, incluso como ese yo que –en aquella época- era con minúscula y apenas si existía.

Estaba desempleada, sin dinero, sin los recursos necesarios para inscribirme en el último año de la universidad y, para darle el toque final al cuadro, el hombre con quien se suponía me iba a casar, me dejó.

¡Recuerdo haber ido a tantas entrevistas de trabajo! Pero no tenía éxito. Al contrario, de cada una salía más y más desdichada. Incluso solicité empleo como vendedora y como recepcionista, y las respuestas fueron aún más desmoralizantes “estamos buscando a alguien más joven”.

Aquel hombre en quien puse todas mis ilusiones decidió que me quería, pero no me amaba. Ergo, se acabó la relación, no por mí, sino por él. La verdad es que poco me importaba si me amaba o no, me hubiese conformado con algo de cariño, con su apoyo. Quería ser rescatada, pero el príncipe llegó a la torre del castillo y decidió dejarme allí a mi propia suerte.

Un día morí. No sé cuándo. Fue lentamente.

Descendí a mi propio infierno y vi, por primera vez, que quien había halado del gatillo no era otro sino Yo… esta vez con mayúscula.

Rogué ayuda a Dios y Él me mandó de vuelta al infierno, y así, luego de conocerlo, me senté a la diestra de Dios Padre… al menos eso creo.

Recorrí los círculos de mi propio hades, no guiada por Virgilio, sino por Nietzsche.

Me vi diciendo sí. Me vi aguantando todo el peso de agradar a los demás como un camello. Me vi tratando de ganarme el aprecio de todo el mundo, tratando de complacer a todo el mundo. Actuando de la forma en que los demás esperaban que actuara. Diciendo y haciendo lo que se suponía iba a agradar a los demás. El resultado siempre fue la más absoluta y patética soledad. Mentí. Mil veces mentí para adecuar mi realidad a la realidad de mi entorno. Me vi tratando de ser como los más populares para ser aceptada. Vi las costuras de ese traje maltrecho que quería venderle al mundo para que me quisieran. Nunca me compraron.

Después de eso resucité. El camello había muerto y estaba por nacer el León.

Comencé a conocerme a mí misma… y no me gustó, me dio miedo.

Resultó ser que “Yo misma” tenía ideas raras, poco convencionales, poco aceptadas socialmente. Ese nuevo Yo, o mejor dicho, ese Yo que no conocía o que al menos negaba como parte de mí, no era precisamente un ser dulce y amigable. Ese Yo era cínico, un poco amargado, demasiado analítico, demasiado racional, un poco cruel, irónico… hijo de puta, para resumir. No puedo negarlo, me parecía divertido, pero impresentable. Pero era Yo y no podía negarme a mí misma, no más, no de nuevo.

Conocí a otro Yo. Era un Yo lujurioso, cargado de una libido que parecía insaciable. Inmoral, sin barreras, sin prejuicios. Tampoco me gustaba, también le temía. Y, sin embargo, acepté que ese también era mi Yo.

Había una tercera persona en mí, más agradable, más sublime. Era como una niña, alegre, juguetona, un poco llorona y malcriada, quizá demasiado soñadora, quizá demasiado necesitada. Pero a diferencia de la muerta, esta niña no se disfraza para agradar a los demás, quiere que la amen por lo que es y quiere que la amen de forma integral. Ella llamó a los otros Yo sus hermanas y si alguien ha de amarla, tendrá que amar a las otras dos.

Al principio se llamaron La Razón, La Ninfómana y La Bebé. Y la Razón comenzó a controlar todo, a destruir el pasado, a implantar su reinado.

Dejarse ser feliz

Domingo antes del ocaso. Salí de mi casa alrededor de las tres de la tarde y caminé desde Paseo Las Mercedes hasta Campo Alegre. Mi soundtarck fue la Sexta de Ludwig Van. Sin darme cuente llegué hasta la entrada de la Cota Mil y me regresé para caer en La Castellana y luego la décima transversal de Altamira. Ya para entonces había comenzado la Novena, que me acompañó toda la subida y la bajada de Sabas Nieves.

Estaba cerca de la entrada, ya casi estaba llegando abajo, cuando reventó el cuarto movimiento. Me había contenido toda la sinfonía, incluso los extraordinarios primeros, segundos, terceros, y pare de contar, acordes del cuarto movimiento. Pero en un momento no me pude aguantar y escuché una voz dentro de mí que decía: ¡Tengo demasiadas ganas de saltar, de correr, de levantar los brazos y dirigir los últimos compases! Antes de que lograra decirle "ni se te ocurra, tú eres una economista seria que no puede andar en eso"; se me adelantó otra voz interna que dijo "Dale, eres libre, gózala" y, así, me encontré pegando brincos como una loquita bajando la montaña.

Lo curioso del asunto es que no me importó la presencia de nadie. Simplemente estaba feliz, demasiado feliz. Fue esa clase de felicidad que opaca cualquier sentimiento de vergüenza. Esa felicidad que no se puede disimular. Al terminar el cuarto movimiento de la Novena, comenzó a sonar una canción que apenas descubrí el sábado: Grace Kelly, de Mika. Es ese tipo de música que, más allá de la lírica, provoca saltar y ser niño otra vez. Y volví a pegar brinquitos y levanté los brazos y me reí. No sé hace cuándo me sentí tan libre física e intelectualmente. Fue la primera vez en mi vida que dirigí la Novena en público ¡y fue la primera vez en mis 34 años que bailé la Novena y no sentí vergüenza! Hacía mucho tiempo que no me sentía tan orgullosa de mí. Pasé la barrera del pensamiento al cuerpo. Usualmente no me importa lo que piensen los demás acerca de mis ideas. A nivel de pensamiento ya he pegado brinquitos en público, pero hoy logré que mi cuerpo hiciera lo que esa voz loca, extremadamente libre, le dijo "dale, qué te lo impide".

Lo curioso del asunto es que parecer muy feliz es socialmente considerado "raro". Hay límites sociales para manifestar la felicidad, no se puede estar como un loco demostrando que se está feliz, eso es malo. Ser feliz es bueno, pero demostrarlo... ahí hay límites. Y contener la alegría ¿no será tan perjudicial como contener la ira o el llanto? Dicen que ciertas enfermedades son producto de sentimientos contenidos ¿contener la alegría no producirá alguna enfermedad? ¿Qué tan malo puede ser, de vez en cuando, permitirse saltar en público y reír y dejar que el cuerpo diga cuánta felicidad hay dentro?

Yo, después de todo lo que sentí hoy, decidí que me voy a reír sola más a menudo y me voy a permitir dar uno que otro saltito loco cuando me provoque. Y si ustedes no son de los que brincan con Beethoven, les sugiero que escuchen la canción Grace Kelly de Mika, es como para dejar que el cuerpo se manifieste.

Felices saludos a todos

Tuesday, June 05, 2007

Carta abierta a Marcel Granier

Querido Marcel,

No recuerdo cuál fue el primer programa de televisión que vi en mi infancia, pero claramente recuerdo que mi primer mundial de fútbol lo vi por RCTV y desde entonces mi pasión por el fútbol ha crecido. Igual que creció mi pasión por el conocimiento.

¿Te confieso algo? Yo estudié economía porque RCTV tenía un programa llamado Enfoque, dirigido por Pedro Palma. Me gustó tanto que decidí que, para poder hablar como ese señor, iba a estudiar economía. Nunca hablé como él... pero encontré mi estilo personal, lo cual debe ser bueno.

No me perdía Primer Plano. ¿Otra confesión? Secretamente fantaseaba en convertirme en una de esas tantas personas que sabían tanto, que se veía que habían estudiado mucho, para que tú me entrevistaras en el programa. Sentía que para tener esa gran oportunidad me tenía que preparar muy bien, estudiar mucho, para tener algo importante para transmitir.

Fue a través de El Observador que seguí los hechos del 27 de febrero de 1989. Los dos intentos de golpe de 1992 también los vi por RCTV. Todas las elecciones, el proceso de descentralización, el nacimiento de muchas ONG`s. Recuerdo A Puerta Cerrada, Venezuela en Positivo, aquella época en que los reporteros del canal se convirtieron en celebridades. En esa época, cuando estaba en los últimos años de bachillerato y mis primeros años en la universidad, RCTV fue un amigo que creció conmigo y me ofreció opciones, buenas opciones, que me ayudaron a moldear mi carácter.

Pero me separé de ese amigo porque dejamos de tener puntos de encuentro. Dejó de ofrecerme alternativas para formarme y dejé de encontrarme con él. Recuerdo que cuando te conocí me pareciste un tipo genial, y todavía lo eres, pero no me gustó que me dijeras que la programación era acorde con los gustos de la gente y que RCTV transmitía lo que al pueblo le gustaba ver. Yo pensaba distinto, estaba convencida de que una buena programación podría moldear el gusto de la masa... pero esas las ideas de una chica de veinte años que no sabía que era fascista y tuvo que esperar siete años más para aceptarlo.

En la última década he visto poco a ese amigo que me acompañó en mi desarrollo intelectual, pero cuando supe que mi amigo era secuestrado por un malandro que amenazaba con matarlo, sentí que me estaban arrebatando parte de mi historia como ser humano. Fue como presenciar la quema de una biblioteca, la destrucción de parte de la historia del país, de mi vida, de la vida de mis ancestros, que también crecieron con RCTV.

Tú, como padre, decidiste no bajar la cabeza delante del malandro y éste tiró del gatillo. Sacrificaste a tu hijo, pero demostraste que hay empresarios en este país que están dispuestos a todo por la libertad. Rompiste el mito de que los empresarios, cuando las cosas se ponen feas, venden sus cosas y se van a vivir una vida de ricos y famosos en el exterior. Despertaste la conciencia de un pueblo que estaba aletargado, sintiéndose impotente, viendo cómo algunos se le acobardan al malandro y negocian a puerta cerrada. Diste un ejemplo invaluable para el presente y el futuro del país... y no sólo del país, porque con tu acto de valentía le regalaste a la historia de la humanidad una demostración de principios democráticos que no tiene precio.

Todavía se me salen las lágrimas solas cuando pienso en mi amigo. Todavía su recuerdo se me abalanza de a ratos. No sé si por masoquismo, a veces cambio de canal y pongo el 2, a ver si algo ha cambiado aunque sé que cambios no se producen solos.

Gracias por dar el ejemplo. Gracias por no negociar, por no agachar la cabeza, por no besarle el trasero al malandro. Ayer le dispararon a tu hijo, pero si tenemos fe y luchamos juntos puede que resucite antes de lo que pensamos. Que lástima que la generación de relevo de la que escribiste hace un par de décadas ha tardado tanto en hacer frente a un estado cada vez más omnipotente.

Adriana Pedroza

Supermadres latinas

En mis treinta y cuatro años he escuchado innumerables veces, a innumerables personas, hablar de la igualdad de género, de la lucha por mejorar las condiciones de las mujeres, de la opresión femenina y muchas otras cosas por el estilo. Adicionalmente, escucho con frecuencia que las mujeres son mejores que los hombres, que pueden hacer varias cosas a la vez, que son mejores amigas, que son más solidarias, compasivas, mejores administradoras, etc.

Yo, personalmente, estoy bastante aburrida de escuchar lo especial que es la mujer. Y si efectivamente es tan especial, me pregunto, ¿por qué entonces están tan jodidas? Pues resulta que todos los informes internacionales que tratan del tema señalan que la mujer está, en términos generales, más empobrecida que el hombre en América Latina. La mujer latinoamericana sufre de abandono, pobreza, menores salarios, desnutrición, peores condiciones carcelarias, etc. Y, sin embargo, las mujeres latinoamericanas se creen la tapa del frasco.

No son pocos los logros de las féminas en la Región y, a pesar de ello, las mujeres continúan siendo el eslabón más débil de la cadena. Se sigue luchando por una igualdad que no existe ni existirá jamás, porque las mujeres y los hombres son diferentes por naturaleza. Esto no implica que deban tener menores oportunidades de desarrollo personal, profesional y económico, pero el simple hecho, la simple posibilidad de que una mujer se convierta algún día en madre, la hace diferente en el mercado laboral y en la vida en general.

El que una empresa deba cancelarle el sueldo a una mujer que se encuentra en reposo pre y postnatal y deba contratar a otra persona para que haga el trabajo de la nueva madre mientras ésta se encuentra de reposo, introduce una diferencia sustancial en la preferencia del empleador al momento de considerar a un hombre y a una mujer, con credenciales similares, para un cargo dentro de la empresa. Se sabe que es mucho más probable que sea la mujer quien se ausente del trabajo cuando el niño se enferme o cuando llamen a los padres del colegio. Y eso es sólo una pequeña muestra de la cantidad de desigualdades que conlleva la posible maternidad, porque los empleadores saben que -aunque aún no tenga hijos- contratar a una mujer podría resultar más oneroso que contratar a un hombre. Aun así, hay quienes prefieren correr con esos costos y apostar a las mujeres, porque parece ser que la mujer es más responsable, más trabajadora y más confiable que el hombre.

Por desgracia, en América Latina, ser madre abnegada es un don divino. La madre sacrificada que hace todo por los hijos es la imagen constante de los hogares latinoamericanos que, sumada a la ausencia del padre, convierte a la mujer en un ser superdotado que es capaz de llevar el hogar sola, ser estudiante, trabajadora y aun procurar ser lo suficientemente atractiva para los hombres, porque los niños necesitan figura paterna y ¡Dios la libre de la soltería!

Con estos elementos salen las mujeres orgullosas a decir que son superiores a los hombres, porque ellos no podrían hacer ni la mitad de todo lo que ellas hacen. Por supuesto, recordarle a las mujeres que esa superioridad dejó de ser un don y se convirtió en una necesidad autoimpuesta por la cantidad de errores acumulados, es una provocación frontal y amerita la calificación de misógina. No obstante, a pesar de las luchas de las mujeres en Latinoamérica, nada se ha hecho para hacer de la paternidad una obligación ineludible. En la Región, los hombres donan el espermatozoide, se desaparecen del mapa y no existe -o no se aplica- ninguna ley que obligue al macho a ser responsable del acto sexual. El abandono es una constante en los hogares latinoamericanos. El hijo, y esta es una frase tristemente común entre las mujeres, es de la madre. Lo más patético del caso es que lo dicen con un orgullo que provoca arcadas.

Si la mujer es tan superior como proclaman algunos ¿por qué los hombres no sirven para nada? Esa es otra frase común entre las féminas, olvidando que es la mujer la que cría a esos varones que de adultos no sirven para nada. Si el hombre es un inútil, cabe preguntarse ¿quién formó a ese inútil? ¿quién ha reforzado la conducta de ese inútil a lo largo de los años? ¿quién ha reforzado la conducta de esas madres que durante décadas han criado inútiles?

En Noruega, cuando una pareja trae un hijo al mundo, ambos padres reciben el beneficio de la paternidad. Durante ocho meses o un año, la pareja recibe un 80% de su salario mientras comparten la tarea de ser padres. En muchos países civilizados, los hombres están obligados por ley a responder por el producto de su esperma y no hay manera de zafarse de la responsabilidad, pues de ser necesario le embargan el sueldo. En América Latina la mujer es la que lleva sola el costo de la maternidad y, aunque existan leyes que obliguen al hombre a responsabilizarse del hijo, muchas veces la madre no demanda por orgullo o por lástima con el pobre hombre... así mismo, les da lástima con el tipo que las abandonó con un hijo porque hace meses que no encuentra trabajo. ¡Que solidarias son las mujeres!

Por mucho que se luche por la igualdad de géneros, mientras no se obligue al hombre a ser responsable de sus espermatozoides, la mujer latinoamericana seguirá estando obligada a cargar sola con el costo general de la maternidad y esto seguirá siendo un factor determinante en la desigualdad de oportunidades de desarrollo para las mujeres. No obstante, no se le puede dejar a la mujer la libertad de decidir cuándo exigir al padre de la criatura que cumpla con su obligación, pues la latinoamericana ha demostrado que por muy supermujer que se crea, las emociones le pesan demasiado a la hora de tomar decisiones en pro de su bienestar futuro y el de sus hijos. Esas superdotadas hembras que abundan en la Región y que son capaces de hacer de todo solas, tienen que dejar de lado el complejo de superioridad femenina y deslastrarse de un montón de obligaciones que tienen que ser compartidas.

Si la madre es insustituible, el padre también.

Adriana Pedroza

¡Con mi cigarrillo no te metas!

Yo soy fumadora, desde hace bastantes años. Yo voy a dejar de fumar cuando Yo quiera, simplemente cuando me de la gana, y todavía no me ha dado.

El nuevo arrebato del presidente, ahora contra el cigarrillo, me hizo pensar acerca de la forma y el fondo de lo que sale de la boca de semejante engendro. Y es que definitivamente, lo que Yo más odio de este tipo es que ha logrado ensuciar de su color las mejores intenciones.

Muchas de las cosas que él está proponiendo ya están pasando en otras latitudes. La responsabilidad social empresarial, que él la quiere imponer, es una realidad en muchas otras partes del mundo. En el mundo civilizado las empresas presentan un balance financiero, ambiental y social. Nadie les obliga a ser socialmente responsables, pero se han dado cuenta de las ventajas que otorga la solidaridad con los menos afortunados. A pesar de que las empresas pagan impuestos y que se supone que esos impuestos deberían emplearse para combatir la pobreza, entre otras cosas, las empresas en el mundo han optado por tomar parte en la lucha contra la pobreza y con muy buenos resultados. En Venezuela hay muchas empresas que son socialmente responsables desde mucho antes de las amenazas oficialistas y hay empresas venezolanas, como Polar o Bangente, que llevan años impulsando el desarrollo endógeno de las comunidades pobres. Mucho antes de que la frase desarrollo endógeno produjera sarpullido.

Es absolutamente plausible que se quiera estimular la participación de la empresa privada en el área social y no menos plausible es que se sensibilice a los ciudadanos en esta materia y se abran espacios para el voluntariado a nivel nacional. No obstante, cuando un gobierno pretende hacer de la buena voluntad una obligación, los resultados no serán los óptimos. Quizá logre un ejército de voluntarios que hagan su trabajo de mala gana y le transmitan a los beneficiarios todo el desprecio que se puede sentir por alguien a quien hay que ayudar a la fuerza. Yo, personalmente, defiendo mi derecho sagrado a ser indiferente ante la desgracia ajena; pero reconozco que cuando se está rodeado de personas e instituciones que de verdad participan voluntariamente en la lucha contra la pobreza, termino conmoviéndome y haciendo algo por el prójimo.

Algo similar ocurre con el cuento del cigarrillo. Varios ciudadanos europeos sufrieron horrores cuando se establecieron espacios limitados para fumadores. Un continente donde la gente estaba acostumbrada a fumar en cualquier parte, de la noche a la mañana tenían que reducir el vicio a unos pocos espacios. ¿Sufrieron los europeos? ¡Por supuesto! No obstante, estoy segura que muchos más disfrutaron la medida. Aunque muchas veces he bromeado con el tema diciendo que los fumadores pagamos altos impuestos a los cigarrillos para compensar la externalidad negativa que creamos y que con esos impuestos se mantienen los hospitales oncológicos donde las personas se controlan el cáncer... la verdad es que no hay precio que compense la externalidad. Como fumadora, me molesta caminar por una calle y tener a un idiota fumando adelante y terminar tragándome ese humo. Soy fumadora y me molesta lo indecible ver a alguien fumando al lado de un niño, un anciano o una mujer embarazada. Ni hablar de los indecentes que fuman en ascensores. Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos querido golpear a un fumador.

Pero cuando viene alguien y dice que va a cerrar las empresas de cigarrillos y amenaza el sagrado vicio de un fumador... ya la cosa cambia. Porque no se trata de una preocupación honesta por la salud de las personas, sino se sabe es una de las tantas formas de demostrar que él hace lo que le da la gana y arremete contra quien quiere. Es terrorismo, punto. Esa es su manera de hacerle saber a todos los habitantes de esta tierra que cualquiera puede ser el próximo en el paredón. Lo molesto es que agarre elementos positivos y los convierta en monstruos a su servicio. Ya he escuchado a mucha gente decir que los fumadores tienen derecho de fumar donde les de la gana, cosa que dista mucho de ser cierta. Pero hay gente tan molesta, y tan reactiva, que siente que todo lo que hace el sujeto en cuestión es malo, aunque sean acciones que estén alineadas con lo que se hace en el resto del mundo.

El venezolano se ha vuelto más reactivo de lo que ya era y eso está mermando la capacidad de análisis que se necesita en estos momentos para hacer de la crisis un espacio aprovechable. Eso es lo que se necesita ahora, gente capaz de pensar de qué forma se le saca ventaja a la crisis. Así como ellos, los tipos feos de la izquierda, comenzaron a sembrar su semilla revolucionaria décadas atrás, es hora de empezar a sembrar nuevas semillas ideológicas en el país. La buena noticia es que hay gente haciéndolo.

Espero que el arrebato contra el cigarrillo no pase de eso, porque no quisiera terminar metida en un barrio caraqueño arriesgando mi vida para comprar cigarrillos ilegales a precios exorbitantes, porque lo prohibido termina convirtiéndose en un negocio muy lucrativo para pequeños grupos. ¿A quién beneficiará la medida?

Adriana Pedroza

Historias de abstención

Fulana de tal es una señora decente, casada y con tres hijos. Venezolana optimista, con una fe inquebrantable en el pueblo venezolano y en todo lo que huela a arepa con carne mechada. Siempre va con toda su familia a cuanta concentración opositora se convoque y, por supuesto, el 30 de noviembre a las 10 de la noche sus hijos se cansaron de quemar fuegos artificiales, como estaba previsto que hicieran los seguidores de Rosales. Ella votó, su esposo votó, su segunda hija votó, pero dos de los tres terruños no votaron. De hecho, la menor (que tiene 23 años) ni siquiera está inscrita en el REP. El mayor no votó porque ha estado trabajando demasiado y aprovechó ese día para recuperarse y ella, madre abnegada, lo dejó dormir todo el día porque le daba lástima con el muchacho. A la de 23 años está cansada de perseguirla para que se inscriba, pero a la niña siempre se le olvida. Claro que debe ser muy difícil concentrarse en asuntos políticos con tantas cosas que comprar, con tantos pasos nuevos que aprenderse y estar pendiente de quién se hizo los senos y quien no.

Menganita tiene 21 años. Vive en El Paraíso y es hija de una pareja de clase media. No está inscrita en el REP y no le interesan los asuntos políticos nacionales porque su plan es graduarse e irse a estudiar a otro país. Cuando le pregunté cómo piensa pagarse el postgrado me respondió que sus notas son buenas y tiene chance para optar por una beca de Fundayacucho. Ya tiene la vida resuelta.

Perencejo tiene 44 años y no votó porque unos amigos extranjeros lo invitaron a pasar el fin de semana en un yate y el pobre tiene años que no se toma unos días libres. Decidió irse, con toda la vergüenza del mundo, a darse un gustito. Se llevó casi obligada a la esposa, quien no debe tener ni una pizca de personalidad y mucho menos de conciencia.

Otra fulana, que siempre se molesta conmigo porque no voy a una marcha desde el 2003, no votó porque se sentía mal ese día. Disentería, aludió. Por supuesto, ella ignora que existen pañales para adultos y también ignora que lo que puede venirse después de las elecciones es realmente un laxante. Uno de sus vecinos no pudo votar porque tiene un examen y se pasó el día estudiando.

Cuando algunas personas heridas me respondieron al último artículo diciendo que el venezolano no es un borrego y unos cuantos insisten en buscar al culpable dentro de los partidos políticos, Yo sólo me limito a indagar cuántos de esos súper opositores -que viven quejándose del gobierno y desde el 2003 piden a gritos un líder- dejaron de hacer la pequeña parte de lo que les correspondía hacer. En una tarde encontré más de diez casos, todos muy bien sustentados como pueden observar. Casos de personas que dedican buena parte de su tiempo a retransmitir mensajes colectivos sobre asuntos políticos, no se pelan un bochinche político, tienen una calcomanía de Rosales pegada al carro y compraron comida para un semestre completo, por si pasaba algo.

Hay una importante cantidad de personas que continúa molesta por la pronta aceptación de la derrota electoral. Esperaban que Rosales gritara fraude y se quedaron con las ganas de salir a defender su voto. Sin embargo, a quienes conozco que estuvieron en las mesas y en los conteos, me dijeron que todo estuvo en orden. Marianella Salazar escribió un artículo que está circulando en la red, culpando a los políticos por la derrota, molesta porque Rosales aceptó el triunfo de Chávez muy rápido. ¿Qué esperaban? Pregunto. ¿Será que extrañaron a Ramos Allup gritando fraude, fraude, nos robaron los votos? ¿Extrañaron a Ledezma convocando a la gente a salir a la calle? ¿Extrañaron el olor a sangre en la Plaza Altamira?

Desde hace tres años se están buscando las pruebas del fraude en el revocatorio y, hasta la fecha, no ha aparecido ni una sola prueba irrefutable que demuestre que hubo fraude. Yo no pongo en duda en fraude en el revocatorio, pero si el 3 de diciembre Rosales dice que nos hicieron trampa, sin ninguna prueba ¿en qué va a parar el futuro político de este país? Me parece que es mucho más inteligente que -de existir la sospecha de fraude- se dediquen a buscar las pruebas y luego acusen a la contraparte.

A algunos les parece sospechosa la actitud cordial entre la nueva oposición y el gobierno, por ello acusan a Rosales de venderse. Siguiendo esa línea de pensamiento, podemos concluir que esa gente quiere vivir en un clima de confrontación verbal constante, sin pausas para pensar, sin un respiro. Mientras Chávez está insultando a la oposición, esa misma gente reacciona de manera emotiva y protesta porque la oposición se deja insultar. Si la oposición insulta a Chávez dicen que sus líderes no se pueden poner al nivel de ese patán. Si nadie se insulta concluyen que se vendió la oposición. Por fortuna parece que estos nuevos líderes están un poco más maduros y no reaccionan a las exigencias infantiles de quienes insisten en caer en provocaciones.

Yo entiendo que el venezolano es un ser muy visceral y le encanta reaccionar antes de pensar. Lo malo de eso es que -además- esperan que todos a su alrededor se comporten de manera análoga, incluyendo a quienes deben ocupar su tiempo para pensar qué hacer con las herramientas que se tienen a la mano.

Es hora de que ese pueblo, que quería una reacción violenta de parte de los líderes, asuma su responsabilidad como colectivo. La abstención fue alta porque la gente no pensó, no analizó, no aprendió de todos los años de crisis que se han vivido en este país. Es muy cómodo buscar un responsable fuera de sí mismo, esa es una actitud común en las personas inmaduras, pero ya se acabaron los años de adolescencia política. Urge madurez en estos momentos y en los que están por venir. Ya es hora de asumir que la sociedad civil debe ocuparse de la política, de hacer lo que le corresponde en su entorno, de pensar cuál es su rol en la historia.

Y quienes tienen acceso a los medios, quienes tienen audiencia y se hacen llamar comunicadores o líderes, están obligados a pensar lo que dicen y lo que escriben, porque en un país con tanto borrego es peligroso indicar caminos inciertos que puedan llevar a los borregos a un barranco. Aquellos que querían escuchar el grito de fraude, dense un paseo por la plaza Altamira y observen con detenimiento el dibujo en el suelo que marca la posición en que murió una mujer cuando salieron cuatro gatos a protestar por los resultados de referéndum revocatorio. Ese día votó mucha más gente y sólo salió a protestar una minoría que fue recibida por los motorizados asesinos del gobierno. ¿Cuántos creen que hubiesen salido esta vez? Revisen de nuevo las historias de abstención con las que empecé el artículo.

Adriana Pedroza

Es en serio, el comunismo va

Un humilde campesino ruso se enfrentaba a la última entrevista frente a altos funcionarios del Kremlin a fin de optar por un cargo en el gobierno.
- Camarada –preguntaba un general- si usted tiene dos casas ¿qué hace?
- ¡Una sería para mí y mi familia y otra la donaría al pueblo! –respondió enérgicamente el campesino.
- ¡Así se habla camarada! ¿Y si tiene dos camiones?
- ¡Uno para mí y otro para el proceso! – exclamó con evidente emoción
- Excelente ¿Qué haría si tiene dos gallinas?
- Bueno… yo… -dudó antes de responder
- ¡Vamos camarada! Ha respondido todo bien. Díganos ¿qué haría si tiene dos gallinas?

Dubitativo, ansioso y evidentemente preocupado, el humilde campesino calló durante largos segundos, provocando la desesperación de los altos funcionarios. Finalmente, ante las presiones del panel, rompió el silencio.
- Ya va camaradas, ya va… porque las dos gallinas sí las tengo


Por ahora el gobierno revolucionario no se ha metido con las gallinas, lo cual ha permitido que algunos ilusos piensen que el problema lo tienen otros.

El cierre de RCTV no parece ser un problema de interés nacional, eso le pasa a Marcel Granier por oligarca, burgués y por meterse con el gobierno. Anuncian la nacionalización de CANTV y EDC y la lectura del pueblo es: reducción en las tarifas. Para la masa que apoya al gobierno, es bueno que el Estado tenga el control de estas dos empresas; si eso supone una merma en la calidad de los servicios, es otro tema, pero definitivamente creen que ellos van a estar mejor. Lo que ocurra con el pago a los actuales accionistas de ambas compañías, tampoco es problema del pueblo. De nuevo, esas son cosas de ricos y ya era hora de que los ricos sufrieran los problemas de los pobres ¡Para que les duela!

Obviamente, en Venezuela existe una elegida ignorancia de todo lo que sepa a historia. Al venezolano no le interesa la historia de los procesos políticos, ideológicos y económicos que han llevado a determinados países a situaciones de atraso feroz, de enfrentamientos internos, de guerras civiles y empobrecimiento. Mucha gente inteligente está convencida de la imposibilidad de que Venezuela se convierta en una nueva Cuba. Mucha más gente, y mucho menos inteligente, piensa que si esto es socialismo ¡bienvenido! ¡porque ahora es que hay real en la calle! Lo que esa gente está viendo es que los perjudicados directos de las políticas del gobierno no son ellos, sino los ricos, los tan odiados y miserables burgueses que han levantado fortunas a costa del sudor y la miseria del pueblo. Ni siquiera vale la pena repetir que mientras muchos de esos inmundos empresarios explotadores empezaron desde muy abajo y sacrificaron más de la mitad de su vida trabajando para levantar una empresa, muchos otros pobres explotados se dedicaban a apostar a los caballos, jugar lotería, beber cerveza y trabajar lo estrictamente necesario. Eso no vale la pena decirlo, porque eso es un mito, la verdad es que los pobres venezolanos no han tenido opciones y hay que tenerles lástima.

Pero esos pobres que hoy sienten que no está pasando nada y que el país avanza hacia un proceso que los sacará de la miseria, no quieren saber que tarde o temprano también les tocará su cuota de sacrificio por el proceso. Hasta ahora los sacrificados han sido los oligarcas. Los altos niveles de ingreso nacional han permitido, y seguirán permitiendo, que Chávez mantenga la apariencia de bienestar social a través de los niveles obscenos de gasto público. El petróleo sigue siendo el tapón del desastre económico que se viene acumulando a través del proceso revolucionario y ello permite que el camino hacia el comunismo no se vea tan feo. Sin embargo, el precio del crudo ha estado bajando y seguirá haciéndolo. Cuando llegue a niveles que exijan un ajuste en el gasto público, le van a pedir la gallina al pueblo y, para peor de males, mientras ese pueblo observaba indiferente expropiaciones, nacionalización y el cierre de un canal de televisión, el tirano estaba levantando la muralla legal para perpetuarse en el poder y oprimir a cualquiera que ose levantarse contra él. Cuando el pueblo quiera protestar porque le están pidiendo la gallina, no va a tener leyes que lo amparen, porque -sin darse cuenta- ya le habrá otorgado todo el poder al tirano mientras éste sacrificaba los bienes de otros.


Adriana Pedroza

Los intolerantes

Yo sé que regularmente puedo ser bastante intolerante. Yo sé que mis ideas pueden, eventualmente, herir algunas mentes susceptibles. Yo entiendo que lo que Yo pienso puede no gustarle a algunas personas... pero cuando un hombre me deja por fascista, la cosa me pone a pensar.

Primero, me cuesta entender que en una semana de empierne apasionado, alguien tenga la genial idea de preguntarle al objeto de su pasión (o lo que es lo mismo, a la que se lo estás metiendo) cuál es su tendencia ideológica. Yo no tengo ningún tipo de prejuicios en responder otra pregunta idiota, como aquella célebre ¿con cuántos hombres has estado? Pero cuando la pregunta va por el lado ideológico Yo tiendo a pensar más en la posibilidad de mentir. El único problema es que en mi sistema operativo no me pusieron la función mentir, por eso digo la verdad. Y la reacción a mi respuesta nunca ha sido buena, porque ahora está de moda ser liberal y lo más fuchi que se le puede atravesar a un liberal en el camino es alguien que se diga de extrema derecha. Además me encanta decirlo "ultraderecha" "fascista". ¡Susto!

Eso me lleva a otro análisis. Se supone que uno es el intolerante y los liberales, que la mayoría de ellos no tiene ni la más remota idea en qué consiste la derecha, la izquierda o el liberalismo, deberían ser más tolerantes; porque -además- son la solución. Pero no. Cuando un santo liberal escucha a una asquerosa ultraderechista decir que no cree en la igualdad, que piensa que no todo el mundo debería ser ciudadano y sostiene que no todo el mundo debería tener derecho al voto y, peor aún, es admiradora confesa del Absolutismo Ilustrado, por muy bueno que sea el sexo, no le queda otro remedio que terminar la relación. Por supuesto, siempre es un riesgo salir con esa clase de enfermos que pueden terminar encerrando al pobre liberal en un campo de concentración.

Eso me lleva a pensar en la poca apertura que existe para analizar ideas que no son iguales a las propias. Ergo, todo el que piense diferente es raro o peligroso y debe ser apartado. Yo pensaba que la intolerancia ideológica era una enfermedad criolla o un mal de los madrileños franquistas. Lo que no sabía era que un liberal irlandés era capaz de tal grado de intolerancia. Lo confieso, estoy herida. Yo pensaba que era mejor en la cama. Pero parece que no soy lo suficientemente buena como para que un liberal se aguante mis ideas. El simple hecho de saber que, después del coito, Yo pueda estar pensando en privar del voto al tipo que orina en la calle, no paga impuestos y se roba la luz de un poste... es una aberración con la que un liberal no puede vivir, ni coger. Pensar que esa persona con la que se está yendo al cine o con la que se está cenando, piensa que el Absolutismo Ilustrado es lo máximo... imposible, no se puede. Ni hablar de que ese monstruo enfermo está de acuerdo con la invasión a Irak y que además cree que deberían invadir el Líbano, Afganistán y todos los países que por décadas han estado sometidos a dictadores que han llevado a enfrentamientos sangrientos a sus pueblos ¡No! ¡Eso es una aberración! Porque, deduzco de los liberales, esa gente tiene derecho a matarse libremente sin ningún tipo de intervención foránea. Esa pobre gente tiene derecho a calarse sus minas que mutilan a los niños que salen a jugar en los patios de sus casas. ¿A qué clase de enfermo se le ocurre que la comunidad internacional deba intervenir en los asuntos internos de un país e irrespetar la soberanía nacional? Definitivamente, no se puede estar con alguien que piense así.

Al fin y al cabo, sólo me queda la satisfacción de ser una mujer que piensa como le da la gana, y vive como piensa.

Adriana Pedroza

¿De qué lado de la espada está el filo?

8/01/2007

Todavía no logro entender muy bien el asunto, pero hay personas en el mundo que están en desacuerdo con la ejecución de Sadam Hussein. Lo juro por mí misma, que soy lo que más amo en la vida, no comprendo por qué alguien -diferente a los seguidores psicopáticos de Hussein- puede oponerse a la forma en que fue ejecutado e incluso a la ejecución misma.

Lo confieso, a mí los grupos pacifistas siempre me han provocado prurito. ¡Ni hablar de los defensores de los derechos humanos! Esa gente me causa más terror que un Testigo de Jehová inspirado. Cuando Yo leo que hay grupos defensores de los derechos humanos protestando por la forma en que fue tratado Sadam Hussein, sólo puedo pensar ¿qué carajo fuma esta gente? Se está pidiendo que no se ejecuten a los colaboradores de Hussein, de nuevo se expone la carta de los derechos humanos. Es decir, incluso asesinos como Hussein y sus amigos merecen que les sean respetados sus derechos humanos, pese a que su conducta en el poder consistió en la violación permanente a los derechos humanos de los ciudadanos de su país.

Los defensores de los derechos humanos alegan que la ejecución de Sadam es meramente política y que la obligación de la comunidad internacional es velar por el respeto de los derechos humanos, incluso si se trata de un genocida. No obstante, cuando a esa gente se le nombra a Hitler y a sus comandantes ¡Ah! ¡Esos sí merecían morir! La memoria de la comunidad internacional es demasiado frágil.

En lo que a mí respecta Sadam Hussein tuvo una muerte muy suave. De haberme consultado Yo hubiese propuesto dejarlo medio vivo colgando del cuello en una plaza pública, pataleando hasta que muriera de sed o de hambre. Pero por fortuna para la humanidad Yo no soy asesora de Las Naciones Unidas.

Los gobiernos dictatoriales están cobrando nuevas fuerzas en el mundo. No importa que tan democráticos hayan sido al inicio, pero el totalitarismo se está destapando poco a poco y la comunidad internacional está volteando la vista. No hay sanciones reales para los gobernantes que violentan los cimientos democráticos de las naciones que representan. Ni los acuerdos internacionales, ni las condenas verbales surten efecto. Luego de muchos desastres internos la comunidad internacional actúa, tarde como siempre, y además salen quienes piden respeto por los derechos humanos de los asesinos con investidura presidencial.

Como parte de un ejercicio de curiosidad intelectual, me pregunto ¿no habría que limitar un poco el concepto de derechos humanos? Suena feo ¿verdad? Pero pregúntense, ustedes liberales bonitos que ya saben las consecuencias negativas de limitar los derechos humanos ¿Cuáles podrían ser las ventajas de hacerlo?

Adriana Pedroza