Sunday, April 22, 2012

Cuando las ganas de criticar son tan grandes, ni los santos se salvan.


Estaba viendo un documental sobre la Madre Teresa de Calcuta, llamado “El ángel del infierno”.
En dicho documental se dedican a destruir la imagen de Santa de la Madre Teresa y cuestionan los procedimientos que se empleaban –o emplean- en el hospicio donde laboraba y atendía a los moribundos.  Críticas además apoyadas por médicos occidentales, quienes opinaban que muchos de esos enfermos podrían curarse con un simple tratamiento de antibióticos o cuestionaban que a pacientes con cáncer no se les suministrara morfina.

¡El ángel del infierno!  Un documental basado en la hipótesis de que la Madre Teresa de Calcuta es un producto mediático, creado por una productora que trabaja para la BBC.  Así, a lo largo del documental, invierten una enorme cantidad de recursos en desmitificar a una mujer a quienes muchos consideran Santa.
A veces pienso que una de las razones por las cuales a la humanidad le ha costado tanto avanzar, es por el empeño en demostrar que los demás son malos, aun cuando parezcan santos.  De hecho, parece haber un gusto morboso en la destrucción de una reputación: mientras mejor parezca ser la persona es más satisfactorio enlodar su nombre y su obra.

Muchos incautos caen seducidos ante las aparentes demostraciones de esa hipótesis: La Madre Teresa de Calcuta era mala, un ángel del infierno.  No se detienen a pensar que las condiciones y los recursos con los que trabajan los médicos que criticaron los procesos empleados por la Madre Teresa son muy diferentes a los existentes en Calcuta.  Y es lo triste, cuando se poseen los recursos para atacar condiciones indeseables parece muy difícil entender que otros –que carecen de esos recursos- no usen los métodos con los cuales estamos familiarizados. 

Entonces surge la crítica, no la constructiva, sino la otra, la fácil, la inmediata, la no pensada, la crítica destructiva.  Y no estoy en desacuerdo con la crítica, porque pienso que ésta permite la evolución de los procesos y las personas, siempre y cuando se haga un uso nutricio de los cuestionamientos a un objetivo en particular.  Vale entonces preguntarse ¿Se quiere atacar a la persona o a los procesos?   Hipotéticamente hablando, asumamos que estos nobles críticos pusieron a disposición de la Madre Teresa y su equipo los recursos necesarios para atacar las enfermedades de aquellos que podrían curarse y ella los rechazó porque estaba convencida en que el sufrimiento los acercaba más a Dios; pues entonces usen los recursos que tienen y háganlo mejor.

Yo estoy convencida que si cambiamos el enfoque del pensamiento y nos ocupamos de las cosas que nos preocupan, estaremos encaminados a tener ese mundo ideal que prometen religiosos y comunistas.  Hay miles de millones de personas que están haciendo buenas obras en todo el mundo, pero es más fácil enfocarse en los cientos  que están haciendo cosas malas.  Criticar es más fácil, ver lo negativo es más fácil, dejar que ocurra el choque y luego decir triunfante “yo sabía que eso iba a pasar”, es la actitud más fácil y estúpida que puede tener el ser humano.

En lugar de criticar, de amargarse e invertir recursos en señalar lo que está mal, podemos usar nuestra capacidad constructiva para participar activamente en la creación del bien.  Si a usted no le gusta lo que ve en las noticias, haga algo, piense cómo podrían hacerse mejor las cosas y actúe.  Busque ejemplos, experiencias exitosas del bien, investigue dónde y cómo se están haciendo labores que a usted le gustaría replicar y haga lo que le parezca más conveniente, pero por el amor de Dios ¡Actúe más y critique menos!
Para que se pueda escribir el pasado en un futuro mejor, alguien tiene que hacer el presente.  Actúe.

Adriana Pedroza