Lo curioso de tu ausencia es que ahora te reconozco en sonidos, lugares, olores y sabores que nunca viví contigo. Por ejemplo, este vino francés. Nunca bebimos este vino francés, pero de repente me supo a ti... así como este adagio de Schostakovich, nunca lo escuchamos juntos, pero casi puedo sentir tu respiración en mi nuca, tus manos alrededor de mi cintura... y hasta el característico "¿lo hacemos?" Es curioso, siempre preguntabas, siempre pedías permiso aun sabiendo que nunca te iba a decir No.
Alex se fue esta tarde. Perdió no sé cuántos vuelos, pero fue productiva su visita... te perdonó, es lo más importante. Te confieso que quería hacerlo con él, no sé si para sacarme ese clavo o para sentirme menos sola o porque estoy en la segunda semana premenstrual sin ti, pero me preparé para hacerlo con él... pero no pude, en realidad ni siquiera sentí deseos de tener algo con él, después de tantos años. No hicimos más que hablar de ti, de analizar lo que nos pasaba, de decidir qué pasaría con nosotros depués de que decidiste irte... incluso discernimos acerca de tu paradero ¿será el cielo, será el infierno?
El asunto real por el cual te escribo, aparte de checar si en el infierno usan facebook, es porque Alex me preguntó ¿cómo nos enamoramos nosotros? Y se refería no a ti y a mí, sino a la gente como nosotros, como tú, como él, como Yo, como nuestros semejantes. Obviamente, no hay muchas muestras, pero le pude contar lo que sentí cuando me enamoré de ti... y te confieso que casi lloro, de no ser por el chiste típico de último minuto para evitar el llanto, creo que hubiese llorado.
Porque nuestro amor, le contaba, no era como el amor de todos los días, no era un amor forzado, no era un amor de poses y fotos bonitas. No existe una sola foto nuestra, nunca sonreimos frente a una cámara... pero tu sonrisa cuando llegabas al Salón de la Justicia era el mejor regalos de cualquier día. Era como un amor de niños de cuatro años, aprendiendo a compartir, aprendiendo a decir sí y no. Nunca sentí mariposas en el estómago contigo, jamás. Ni siquiera aquel día que iba a verte por segunda vez, porque llegar a verte era como llegar al lugar más plácido del planeta, era como quitarse los zapatos de tacón alto, como quitarse el brassier después de todo un día acalorado... era la dicha personificada en ti. Nunca sentí ese sentimiento displaciente que precede al placer, siempre fluyó, siempre.Recuerdo la tercera vez que nos vimos, que fuiste al Salón de la Justicia y bebimos vino y escuchamos a Beethoven hasta tarde. Cuando entré al baño a quitarme el maquillaje, tú estabas sentado en el inodoro y seguíamos charlando como si eso fuera lo normal en una tercera cita... pero ¿qué era normal entre nosotros?
Nunca hubo nada parecido a lo normal, porque lo nuestro fluyó como un río que corre al mar, como el sol que se posa en las flores, como lo que no se puede tener en una relación normal.Es ridículo, pero cuando te pusiste estadísticamente normal se jodió todo. Sí, te culpo. Auqnue quizá te agradezco la estupidez de la normalidad, porque quizá en este momento sería como mi tía, que quedó viuda recientemente. Quizá ahora estaría sufriendo tu ausencia más de lo que la siento. Incluso, tal vez lloraría.
Le decía a Alex que quiero amar otra vez, que quiero un amor correspondido, un amor sin dramas, y él me preguntó que cuántas veces pienso que se puede amar tan cómodamente. Y sí, quiero un amor cómodo, un amor tarjeta del día de los enamorados, un amor comercial de TV, un amor sin peros, sin tristezas, sin melancolías, sin esperas... Así fue el nuestro ¿será mucho pedir un replay?Hay quienes cuentas las ausencias en días, en meses, años o lunas. Yo creo que tu ausencia sólo puedo contarla en semanas premenstruales, porque es la época del mes en que todos mis sentidos se vuelven locos, en que necesito más, cuando quiero todo y lo quiero ya. Y tú fuiste eso, tú fuiste todo y lo fuiste en presente.