Cuando se habla de depresión económica mundial, la mayoría de la gente de nuestros países tercermundistas no logran imaginar la magnitud del problema que se avecina. La mayoría, por no decir todos, de los analistas que he leído desde los inicios de la crisis sólo han puesto su atención en los problemas económicos y sociales que se esperan. Ya todo el mundo sabe de la caída de las bolsas de valores en todo el mundo, de la caída del consumo, de la reducción en los niveles de producción y del aumento en la pobreza a nivel mundial; pero no he leído nada acerca de las consecuencias geopolíticas que pudieran derivarse de la situación actual de la economía global.
Partamos de un problema que se agravará con la depresión económica: la pobreza. La mayoría de las personas que leerán estas líneas no tienen una idea siquiera cercana al significado real de pobreza. Según el BID, en América Latina el 35,1% de la población vivía en condiciones de pobreza para el año 2007 y casi 13% vive en extrema pobreza, es decir, son indigentes. Estamos hablando de 190 millones de personas en la Región que se encuentran en una situación altamente vulnerable; situación que empeorará con la actual crisis económica mundial. La lucha contra la pobreza ha tenido logros importantes y eso lo corroboran las cifras, pues en el año 2003 los pobres representaban el 43% de la población latinoamericana.
Uno de los argumentos favoritos de los movimientos de izquierda en América Latina apunta a la lucha de clases: los ricos explotan a los pobres, los gobiernos favorecen a los ricos, la riqueza de los países se distribuye mal, por lo tanto los pobres no dejarán de ser pobres mientras no exista un gobierno justo que los emancipe de la explotación que supone el capitalismo. En este momento histórico, cuando se escuchan voces gritando el fracaso del capitalismo, esos 190 millones de seres humanos que viven en condiciones de pobreza pueden hacerse eco de ideas erradas, de ideales desgastados y de proyectos políticos que pongan en riesgo el desarrollo saludable de las naciones latinoamericanas.
Para mí en indiscutible que el capitalismo ha creado una serie de vicios en el hombre moderno que se han traducido en el colapso del sistema mismo que los creó. La desmesurada ambición de quienes dirigieron el proceso financiero que desembocó la crisis es producto de la creación misma de necesidades ficticias en el hombre moderno. El consumo desbocado de cualquier cosa, el aislamiento del hombre, la necesidad de tener para ser, entre otras tantas fallas humanas del sistema, se ha convertido en la pata coja de un sistema de mercado que olvidó al hombre como un ser que tiene necesidades afectivas, sensoriales, intelectuales, etc., y lo convirtió en un simple consumidor, al que se le debe vender todo lo que pueda comprar y más, siempre que se pueda endeudar.
No obstante, gracias al capitalismo, al libre mercado, a la libertad implícita en este sistema, muchos empresarios se incorporaron a la guerra contra la pobreza y los avances en esta materia se han materializado en una disminución real, aunque no suficiente, del número de pobres en la Región. Entre los años 2006 y 2007 hubo una caída de 4 millones de pobres en América Latina, aunque todavía faltan 190 millones, es un logro importante.
Hace algunas semanas lancé una propuesta demagógica para los venezolanos. Plantee la siguiente idea: que los vecinos de las urbanizaciones con mayor poder adquisitivo se organizaran para ayudar a sus vecinos de los barrios pobres con comida, ropa, etc. Todas las respuestas que recibí estaban cargadas de razones válidas para no hacer nada. No se puede negar que atacar el problema de la pobreza no es responsabilidad de los ciudadanos, sino de los gobiernos, para eso se paga impuestos; tampoco se puede discutir que hay muchos pobres que se aprovechan de su condición para tener todo gratis y si le seguimos regalando todo ellos nunca van a luchar por lo que quieren. ¿Qué se le puede decir a quienes están hartos de los pobres que siguen votando por Chávez y ahora piensa que los pobres deben joderse para ver si aprenden de una vez? Tampoco podría Yo argumentar algo a quien me dice que por la idiosincrasia misma del venezolano no se organizan para una junta de condominio y mucho menos lo haría para ayudar a otros… todo esto es real, pero Yo esperaba aunque sea una sola respuesta pensada.
Cuando Alberto Vollmer le regaló la propiedad del suelo a quienes le invadieron unas tierras de la hacienda Santa Teresa, seguramente no faltó quien le dijera “con eso estás estimulando la invasión”. Alberto Vollmer obligó a los invasores a organizarse, a crear una asociación, a establecer límites y reglas de juego entre ellos mismos. Por supuesto, hubo constante supervisión y por esta razón tuvo éxito el proyecto Camino Real. Lo mismo ocurrió con el Proyecto Alcatraz. Las probabilidades de fracaso por abuso de los benefactores siempre están presentes, pero aquel que quiere salvar los obstáculos lo logra.
Empresas Polar lleva décadas haciendo trabajo social, mucho antes de que bautizara a estos esfuerzos con el elegante nombre de Responsabilidad Social Empresarial. La condición necesaria para que la empresa más exitosa de Venezuela brinde apoyo a las comunidades pobres es que exista un mínimo grado de organización vecinal. El éxito de la Fundación Polar no cabe en un artículo, pero en el deseo de hacer algo más que trabajar bien y pagar impuestos, ellos descubrieron una vía que les llevaría al éxito con sus programas de apoyo a las comunidades, porque no se quedaron pensando en lo que podría salir mal.
En los próximos años podríamos volver a ver un mundo dividido en dos bloques: capitalistas contra comunistas. La pobreza, las crisis como la que estamos empezando a vivir, son el caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos de izquierda radical. La bandera que van a enarbolar es el fracaso del capitalismo, van a argüir que la depresión económica es prueba de dicho fracaso y el aumento de la pobreza la peor consecuencia del mismo.
Dejemos de preguntarnos qué van a hacer los líderes de las grandes potencias mundiales para enfrentar la crisis y empecemos a preguntarnos qué vamos a hacer nosotros para que la crisis afecte lo menos posible a nuestros conciudadanos, para evitar que se conviertan en pesca fácil de los ideólogos de izquierda que están hambrientos de poder.
Si nos quedamos de brazos cruzados es muy factible que en algunos años veamos guerras civiles, golpes de Estado, resurgimiento de guerrillas y una nueva división geopolítica que dará al traste con los esfuerzos democráticos que se han llevado a cabo en el mundo tal cual lo conocemos hoy.