Hace casi veinticinco años se publicó un libro en Venezuela llamado “La generación de relevo vs el Estado omnipotente”, escrito por Marcel Granier, presidente de Empresas 1BC, dueño del canal de televisión RCTV.
En este libro, publicado en noviembre de 1984, Granier hacía un llamado de atención a los ciudadanos comunes y corrientes, a los empresarios y, por qué no, a los políticos, para que en Venezuela se abrieran los ojos y nos diéramos cuenta del inminente peligro que corría la democracia en el país. Casi me salta el corazón cuando leía la advertencia que hacía el autor sobre la posibilidad de un levantamiento civil, el cual se produjo menos de cinco años después. Y todo lo que profetizaba Granier en ese libro se ha ido cumpliendo, letra a letra… excepto un pequeño detalle, él creía que la mística del pueblo venezolano prevalecería en el momento que la patria exigiera la participación de todos, creía que el pueblo venezolano demostraría el coraje de 1811 o de 1958… ¡que equivocado estaba el autor!
Creo que son tres las veces que he leído ese libro, y cada vez me duele más ver hasta dónde nos ha llevado la apatía como sociedad civil. Pero si hay algo que nunca hice y que tendré la osadía de hacer ahora, es reclamarle a Marcel Granier lo que hizo y dejó de hacer con el poder que le confieren los medios de comunicación social. Y no lo había hecho antes porque no me gusta hacer leña del árbol caído, pero cuando ése árbol se llama patria, la cosa empieza a doler un poco más.
No puedo acallar la ira que me produce saber que el autor de un libro tan significativo sea la misma persona que permitió que Radio Caracas Televisión se convirtiera en un medio de comunicación dedicado a transmitir programas que atentaran contra la formación de la psique de un país entero. Porque a la gente había que darle lo que pedía, porque había que pensar en el rating, en los anunciantes, en los resultados financieros de la empresa; pero en algún momento pensar en la responsabilidad implícita de la transmisión de los mensajes en los programas dejó de ser importante.
Marcel, tú sabías más que nadie –y así lo demostraste al escribir ese libro- el destino que le deparaba al país si continuábamos por el camino que estábamos transitando. ¡Y aquí estamos hoy! Venezuela está viviendo la debacle acumulada de todos los años de indiferencia de empresarios, sociedad civil y políticos; pero mientras por un lado tu canal transmitía programación crítica y constructiva, por el otro tenían programas de alto contenido sexual en horario familiar, tenían programas que ridiculizaban a las personas, transmitían novelas que perpetraban la formación de las nuevas generaciones de venezolanos. Eso sin entrar en detalle acerca de la programación de las emisoras radiales… Eso lo permitiste tú, que sabías hacia dónde iba el país.
Veinticinco años más tarde estamos viviendo la que quizá será recordada como la dictadura más dañina que haya vivido Venezuela en su historia republicana. Esos venezolanos que a lo largo de una década han permitido la instauración de una autocracia en pleno siglo XXI, esos venezolanos que no hacen nada mientras una sola persona se apodera del Estado y mientras el Estado se apodera de todas las áreas de la vida pública de los individuos, han sido receptores de los mensajes que RCTV transmitió durante décadas; esos venezolanos son fiel reflejo de la programación de los canales de televisión nacional y siguen siendo adolescentes de novelas sin argumentos, siguen siendo la muchachita pobre de la novela que espera ser rescatada por el protagonista heredero de una fortuna.
Ahora, viviendo en Colombia, y después de haber vivido la debacle de la democracia en Venezuela, observo con desesperación cómo la enfermedad de la apatía va haciendo metástasis en las sociedades latinoamericanas. Así como nosotros alguna vez dijimos que Venezuela no era Cuba y que eso no nos va a pasar a nosotros, los colombianos se creen exentos de la fiebre revolucionaria que ataca a la Región. La televisión colombiana, así como lo fue la venezolana, parece estar más concentrada en los resultados financieros que en los resultados sociales. La participación del colombiano en asuntos públicos se limita a la muy conocida frase “y qué va a hacer uno”. La gente común no se queja donde debe quejarse, aun existiendo los mecanismos regulares para hacerlo, las quejas son escuchadas por los familiares, amigos o la persona más cercana.
Yo no sé hasta qué punto sea posible rescatar la democracia en Venezuela. ¿Cuánto tiempo tomará recuperar las finanzas del Estado, la credibilidad del sistema, la moral del ciudadano, la ética del trabajo? ¿Cómo puede saberse eso si todavía estamos cuesta abajo y cada vez con mayor velocidad?
Como bien lo dices en tu libro, no se debe confundir nación con nacionalidad ni con nacionalismo. Yo creo que más que a la patria uno debe amar los valores que la conforman y Yo soy amante de la libertad. Por eso te hago una invitación pública, tratemos de que la experiencia venezolana sirva de alerta para los demás países del mundo. Lo tuvimos todo y hoy, menos que tener nada, estamos endeudados con el futuro. La generación de relevo en todo el mundo necesita ser despertada, te invito a que te unas en un esfuerzo para que esas ideas que expusiste en tu libro no queden dormidas en el papel. Aunque seguramente no te importe, Yo no te puedo perdonar que el hombre que le escribió a la generación de relevo venezolana haya sido partícipe de su idiotización, pero hay mucha generación de relevo en el mundo y necesitan un impulso.