Una vez me escribiste que podía sentirme en la libertad de hablarte de política cuando quisiera, porque te interesaba el tema. Hoy te tomo la palabra.
No sé cuánto sabes de la política en Venezuela. No sé si sabes que el actual presidente, quien lleva doce años en el poder, fue un militar que trató, sin éxito, dar un golpe de Estado en 1992. De hecho, ese año fue terrible para Venezuela, porque Chávez, el presidente actual, intentó derrocar al gobierno el 4 de febrero de 1992 y, una vez preso, sus camaradas reintentaron tomar el poder a la fuerza en noviembre de ese mismo año.
Lo absurdo e inusual del asunto es que hubo mucha gente que aprobó y apoyó la intentona golpista. En Venezuela se celebran los Carnavales en febrero o inicios de marzo, y había mucha gente que disfrazaba a sus hijos de militar golpista. Incluso un ex Presidente de la República, quien era Senador vitalicio en el Congreso Nacional, dio un discurso apoyando lo que él llamaba un intento de recuperar la democracia. Luego ese Senador se convertiría en Presidente, por segunda vez, en 1993 e indultaría a los militares golpistas.
Al salir de la cárcel, Chávez daría una rueda de prensa donde presentó su proyecto político. Para mí, aun hoy, es escalofriante ver que todo lo que él dijo que haría, lo ha hecho. Chávez ganó las elecciones de diciembre de 1998 y asumió el poder en febrero de 1999. Durante la campaña suavizó el discurso, trató de alejarse de la ideología socialista. Casi se puede decir que negó lo que había estado diciendo desde que salió de la cárcel y, peor aún, lo que había estado diciendo en sus años de proselitismo político por los pueblos más pobres de Venezuela. Pero se sabía quién era, qué hizo y qué había asegurado para el futuro. Ganó, si no me equivoco, con más del 80% de los votos contados. No sólo los pobres estaban con él, muchos intelectuales con tendencias ideológicas de izquierda estaban fascinados con el nuevo personaje. Empresarios y banqueros lo apoyaban pensando que podrían manejarlo a su antojo, creyéndose titiriteros de una marioneta que resultó ser más peligrosa de lo que podían imaginar.
Y no sólo en Venezuela había una fascinación por el reformista que asumía el poder. En Francia le otorgaron, no recuerdo qué Universidad, un doctorado Honoris Causa. España abría la puertas de sus universidades para que el representante del socialismo del siglo XXI hablara de sus ideas de gobierno. Era casi un campesino, malhablado, ordinario, sin conocimiento ni interés por el protocolo, que se codeaba con la más alta esfera de poder a nivel mundial.
Para mí siempre resultó ofensivo ver la aprobación internacional que recibía Chávez; pero luego entendí que, habiendo caído el Muro de Berlín, el mundo necesitaba el surgimiento de un nuevo pensamiento, de una idea de peso, que pudiera ser confrontada con el ideal capitalista liberal. El mundo necesita ideas contrapuestas, en eso estoy de acuerdo. Tras la Perestroika, había surgido la idea de que el capitalismo era lo único que servía, que el socialismo fracasó y, de aquí en adelante, todos tenemos que tomar una misma senda. Esa parecía ser la idea reinante, con la cual nunca estuve de acuerdo, porque aunque Yo soy capitalista y liberal, puedo ver las deficiencias del modelo y creo que necesita reformas urgentes. Y las reformas se están produciendo, pero eso es otro tema, estamos hablando de Venezuela.
Desde su arribo al poder se iniciaron reformas legales peligrosas, empezando con la reforma a la Constitución Nacional que, entre otras cosas, ampliaba el periodo presidencial de 5 a 6 años, con opción a reelección. Eso le permitió “empezar de nuevo” tras ganar el referéndum constitucional e iniciar un nuevo periodo presidencial en el año 2000. Se cambió el nombre del país, dejó de ser República de Venezuela para pasar a ser República Bolivariana de Venezuela, dada la fijación de Chávez con el Libertador Simón Bolívar. En materia internacional, desde muy temprano Chávez mostró simpatía por gobiernos de mala reputación, como Irán, Cuba, Rusia, Irak, etc.
Mientras tanto, la oposición estaba adormecida, confundida, sin saber qué hacer para frenar las constantes reformas que se estaban produciendo en el país. Día a día nos acercábamos peligrosamente a un modelo similar al implantado en Cuba, pero con una gran diferencia: En Venezuela la dictadura no ha sido producto de un golpe de Estado, sino de la manipulación de los mecanismos políticos legales para implantar los cambios de manera constitucional; es decir, cada vez que al pueblo venezolano le ha tocado elegir, ha votado por endurecer el modelo socialista dictatorial de Chávez.
El punto de quiebre para la oposición se produjo en el ocaso del año 2001, cuando, tras haber recibido por parte de la Asamblea Nacional un poder habilitante, es decir, el poder de legislar, se planteó la Reforma a la Ley de Tierras. Prácticamente estaba diciendo que se quitarían las tierras ociosas a los grandes terratenientes para dársela a los campesinos que las trabajaban. Se pretendía crear un movimiento campesino para “recuperar las tierras para el pueblo”, pero el asunto no quedaba sólo en el campo, pues también las urbes venezolanas los pobres estaban convencidos de que recibirían su porción de la torta que nunca trabajaron. Muchos fueron quienes aplaudieron estas medidas, pero el sector privado y la Confederación de Trabajadores, inmediatamente levantaron la voz y se inició el proceso de resistencia.
En diciembre de ese año se produjo el primer paro económico nacional, que duró un día y tenía como finalidad manifestarle al Gobierno el descontento de una parte importante de la sociedad. Un gobierno democrático hubiese dialogado antes de materializarse la paralización de la economía, porque los paros son un mecanismo que la democracia permite cuando, agotados los recursos previos, un sector determinado siente que sus demandas no están siendo escuchadas. Sin embargo, a Chávez no le importó y subestimó los reclamos del sector privado.
El año 2002 amaneció con un país tan dividido que el Himno Nacional ya sonaba a canción chavista. Militares activos comenzaron a declarar públicamente su descontento con el Gobierno y pedían al presidente que recapacitara. Cada día se pronunciaban más militares y comenzó a sentirse la sensación de que el fin estaba cerca.
Los constantes intentos por militarizar PDVSA provocaron la reacción inmediata del sector petrolero. Adicionalmente se produjo uno de los acontecimientos que marcarían la historia de Venezuela para siempre. En su programa dominical, Aló Presidente, Chávez despidió a un numeroso grupo de trabajadores y gerentes de la Petrolera estatal (PDVSA). Este fue el inicio de una tragedia nacional que comenzó con un paro petrolero y económico a nivel nacional y terminaría con una marcha, el 11 de abril del 2002, que terminó con 19 muertos y más de 200 heridos. En youtube puedes ver las imágenes de lo que ocurrió ese día. Esa fue la única marcha a la que no fui ese año, básicamente porque vivía con mi mamá y ella me amenazó con cambiar la cerradura de la puerta de la casa si Yo me atrevía a desobedecerla. Salí molesta de la oficina a la casa y, al llegar, tuve que conformarme con ver las imágenes por televisión. La cantidad de personas que asistieron a la marcha era incontable. Se dice que había más de un millón de seres caminando por Caracas, con la bandera nacional, pidiendo la renuncia del presidente. No se sabe la cifra exacta, pero lo cierto es que demasiadas personas se atrevieron a salir a marchar para exigir un cambio en el país.
De repente, todos los canales de televisión y las emisoras de radio transmitían el mensaje de Chávez desde el palacio presidencial, a eso se le llama “Cadena Nacional” y en Venezuela ha ido tomando matices de censura. Molestas por la interrupción, dejamos de escuchar lo que decía Chávez, cuando, sorpresivamente, un canal de televisión se atrevió a dividir la pantalla para transmitir, por un lado, el mensaje presidencial y, por el otro, las imágenes en vivo de lo que estaba sucediendo en el Centro de Caracas.
No hay adjetivo calificativo que pueda describir lo que estaba sucediendo. Un grupo de simpatizantes del gobierno estaban instalados en un puente peatonal, llamado Puente Llaguno, desde donde disparaban a las personas que venían con la marcha de la oposición. Las imágenes de personas cayendo a causa de los disparos, el desespero de algunos que trataban de auxiliar a lo caídos, las banderas ensangrentadas, el caos provocado por el desconocimiento de lo que estaba pasando… Todo era demasiado. No se sabía de dónde venían los disparos, luego se supo que habían francotiradores en los techos de los edificios adyacentes al sector, desde donde disparaban directamente a la cabeza de los presentes.
Yo no recuerdo si lloré. Creo que no. A veces las emociones son tan fuertes que ni siquiera logro compensar con el llanto. Pero desde ese momento decidí ser mucho más activa en la lucha política. Más aún cuando, en la madrugada del 12 de abril, el general Lucas Rincón, jefe del Alto Mando Militar, anuncia la renuncia de Chávez. Luego, se proclama a Pedro Carmona Estanga, quien hasta entonces era Presidente de la Federación de Empresarios, como Presidente de la República y, horas después, el 13 de abril, Chávez vuelve al poder…
El caos vivido esos tres días, que van del 11 al 13 de abril, fue lo que me hizo pensar que, hasta entonces, se había estado subestimando la inteligencia de Chávez. Todo el mundo, y lo digo literalmente, porque no sólo fue en Venezuela, todo el mundo pensó que Chávez era un loquito controlable, que sólo era un payaso que hablaba demasiado y amenazaba con cosas que nunca iba a cumplir. No obstante, si algo ha demostrado Chávez es que sabe cómo manipular la situación para su beneficio. Entonces comencé a pensar en muchas opciones, como por ejemplo, si los sucesos de abril no serían parte de un plan muy bien elaborado por parte de Chávez, para lograr desenmascarar a sus enemigos. Porque para concretar su proyecto él necesita estar rodeado de súbditos leales y, tras lo ocurrido en abril de 2002, muchos lo abandonaron al pensar que ya estaba vencido.
Desde entonces han ocurrido muchísimas cosas más, pero creo que mejor termino aquí porque sé que eres un chico muy ocupado y tienes que trabajar. Sin embargo, sinceramente agradecería cualquier comentario, cualquier duda, cualquier pregunta que quieras hacerme. La verdad es que me parece muy preocupante la actitud de la Comunidad Internacional con el caso Venezuela. Se me antoja similar a la indiferencia que se respiraba cuando Hitler estaba gestando su proyecto. Antes de la invasión a Varsovia, hubo demasiados incidentes y demasiadas señales de alerta que, de haber sido tomadas en serio, hubiesen podido ayudar a evitar lo que ocurrió después. Pero el mundo pensó que Hitler era un loquito y no había que tomarlo en serio…
Cuando quieras te cuento más, porque después de todo lo anterior se intensificó la lucha, perdimos y Chávez fue electo El Hombre del Año de 2002… ¿puedes creerlo?
Adriana Pedroza
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