Thursday, April 20, 2006

Bienvenidos a la dictadura del proletariado

"Para que el proletariado descubra sus verdaderos intereses de clase (...) es necesario hacer intervenir factores extraeconómicos, es necesario poner en manos del proletariado la teoría marxista". La cita corresponde a Marta Harnecker, extraída del libro "Los conceptos fundamentales del materialismo histórico".

Clases sociales dominantes y dominadas; explotadores y explotados, víctimas y victimarios. El discurso político de la izquierda ha estado centrado por demasiados años en esta premisa, la cual era indudablemente cierta en la realidad histórica latente en que Marx escribió El Capital, pero que con el desarrollo jurídico, social y económico de las últimas décadas ha dejado de ser tan cierto, pero continúa siendo el bastión de innumerables políticos.

Una de las principales debilidades que el mismo Marx observó en su sueño de una sociedad perfecta, venía por el lado de las ideologías. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante, por lo tanto, el desarrollo del capitalismo hacía que los trabajadores fueran aburguesados y perdieran de mira su verdadero objetivo de clase: eliminar el capital. Esta acción llevaría a una sociedad de iguales, donde -al desaparecer los explotadores- desaparecían los explotados. Pero viene la pregunta ¿cómo hacer que el proletario conozca sus intereses de clase? Aquí intervienen los marxistas y proponen llevar al obrero la teoría de Marx.

Mao Tsé-Tung decía "las fuerzas explotadoras (...) utilizan dos formas generales de lucha: la violencia y el engaño, las balas y las balas cubiertas de azúcar, el fusil y la pluma". A esto, Marta Harnecker agrega "Su dominación política les permite utilizar la fuerza represiva del Estado contra los explotados, su dominación ideológica les proporciona los medios de información y propaganda para realizar un engaño colectivo. En un momento determinado la burguesía utiliza fundamentalmente el engaño, en otros momentos utiliza la violencia, dependiendo del grado de organización, conciencia y combatividad de las masas". El subrayado es mío, pensando que fácil sería cambiar la palabra burguesía por gobierno, oficialismo o Presidente.


Antes de seguir adelante con el desarrollo de estas ideas, repasemos superficialmente (para no aburrir al lector con muchas profundidades) cuáles eran los objetivos de Marx y Engels para la sociedad en que vivieron cuando escribieron El Capital. Ellos pensaban que a un determinado grado de desarrollo del capitalismo, las relaciones de producción cambiarían drásticamente y se produciría una transición en los modos de producción. Dado que la estructura político-jurídica e ideológica del momento favorecería la relación de producción dominante, se hacía necesario que la clase obrera y sus aliados lograra primeramente el poder del Estado, para así establecer las condiciones que permitan asentar las relaciones de producción socialistas.

En el libro antes citado, Harnecker dice: "Establecer relaciones sociales de producción no consiste en transformar las fábricas de tal manera que se suprima el capital y que sean los obreros los que administren la empresa. Si se redujera a esto el problema, podrían surgir dentro de una sociedad capitalista gérmenes socialistas (...) las relaciones de producción socialistas no se refieren sólo a las fábricas sino a la economía global del país, a las formas en que deben ser articuladas las diversas áreas de la producción, etc."

En todo este pastel de citas hay una gran preocupación latente para quien escribe.

Cuando por primera vez, hace seis años, en Venezuela se empezó a correr el rumor de que íbamos hacia un sistema socialista, muchos no lo creíamos posible, porque los venezolanos -sin importar el estrato social- estamos demasiado aburguesados;parecía poco probable que un país donde sus habitantes están tan acostumbrados a la libertad de consumo (en la medida que su ingreso lo permita) pudiese sonreírle a la idea de vivir bajo un sistema socialista. Sin embargo, debo admitir que la astucia con la que se está llevando a cabo el plan es digna de admiración malévola.

El paso número uno del plan fue revolver el resentimiento social, decirle al pueblo que estaba siendo explotado por un pequeño grupo de capitalistas. Esa masa de "obreros" resiente sus carencias y compara lo poco que tienen ellos y lo mucho que tienen otros, que se supone son los explotadores. Se pone en manos del proletariado la teoría marxista, por supuesto, siempre interpretada por un grupo de gente incapaz de guiarse por un MARCO HISTÓRICO y trasladan a la sociedad actual las realidades que enfrentaba el proletariado del siglo XIX.

Como siguiendo un manual de Harnecker, ejecutan el paso dos: Llegan al poder, el proletariado se hace del control del aparato jurídico-político y comienza a desarrollar el plan de dominación ideológica. Utilizan "los medios de información y propaganda para realizar un engaño colectivo" con los recursos del Estado, ejecutan planes de salud y educación con fines ideológicos, gastan sumas millonarias en propaganda política, y cuando esto no les resulta y el pueblo combativo, conciente y organizado pide la renuncia del Presidente, usan la fuerza del fusil.

El tercer paso es cambiar las relaciones de producción, pero para hacerlo no emplean método violentos, utilizan el poder del Estado como financista. Para conseguir que "el proletariado asuma el control de las fábricas", muchos pensaban que los obreros iban a llegar armados a sacar a los propietarios, pero en la astucia característica del gobierno revolucionario, este objetivo arranca con la exigencia de un 20% de cogestión para el otorgamiento de créditos públicos. No están obligando a nadie a ir a la cogestión, por ahora, pero para recibir financiamiento del Estado el empresario debe acoplarse a los planes de desarrollo de la revolución.

No obstante, el problema ni siquiera es ese. Para ser empresario hace falta mucho más que capital, hay que saber qué hacer con los recursos que se tienen. No basta tener el control de una empresa, hay que tener conocimiento para usar ese control productivamente. Aunado a ello, Yo me pregunto ¿quién es el proletariado? ¿a quiénes se refieren con obreros? ¿entran allí los profesionales asalariados, con preparación académica y capacidad de gerencia, o sólo son los literalmente obreros? Yo creo que es la segunda opción, por desgracia.

Esa clase trabajadora de la que tanto hablan los marxistas, no es una clase preparada ni académicamente ni intelectualmente para la administración de una empresa, mucho menos de un país, como se ha demostrado en Venezuela en los últimos seis años. La astucia de la clase dirigente, por cierto muy aburguesada, ha estado acompañada de los niveles de precios del petróleo más altos de la historia, lo que les ha permitido ocultar el desastre económico en las cuentas nacionales. Por supuesto que algunos ingenuos (por no llamarlos estúpidos) dirán que los pobres obreros venezolanos no han tenido oportunidades de formarse, educarse e ir a una universidad, a lo que Yo les respondo ¡mentira! porque Venezuela gozó de una insólita movilidad social en los setenta, ochenta y noventa, gracias a la educación gratuita, a la creación de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, a la creación de las escuelas normales, a los planes de alfabetización creados por los Cuarta República (Acude) y a otros muchos proyectos que todos recordarán. Darle el control de una empresa a una persona que carezca de la preparación adecuada para administrarla es llevarla a una quiebra segura, y si bien es cierto que perderá el empresario, no menos cierto es que más serán las pérdidas en el bando de los obreros, porque el empresario volverá a levantarse, pero el que tiene mentalidad de obrero lo será para toda la vida.

El talón de Aquiles de esta revolución está justamente donde lo halló Marx en su época: La Economía. No se puede repartir riquezas si éstas no se generan, no hay ideología política que se mantenga sin dinero. De seguir adelante con la dictadura del proletariado, Venezuela se va a transformar en una economía de empresas quebradas, en una sociedad de misioneros, de obreros explotados -ya no por un capitalista- sino por un Estado incapaz de darle los beneficios que tenían antes. La ya enorme desigualdad social se hará mayor, pues en las revoluciones socialistas los únicos ganadores son sus dirigentes.

Para aquellos que todavía creen que las cosas no están tan mal, para aquellos que creen que ya lo peor pasó, para los ilusos que aún piensan que lo del socialismo no es sino una amenaza más de este gobierno...prepárense, porque ya pasamos el umbral de la dictadura del proletariado. Sólo me queda insistir en el mismo tema que he venido señalando desde hace más de tres años, para poder enfrentar la crisis actual y la que se nos viene encima, es urgente educar y formar sobre todo a aquellos más vulnerables a caer en trampas ideológicas. Si usted es empresario, busque la manera de armar a sus trabajadores de herramientas de pensamiento para que puedan defenderse de los ataques de terceros. Si usted es educador, discuta y analice con sus estudiantes la realidad actual de su país. Sea cual sea su posición en el mundo, fórmese, edúquese y discuta con quienes tiene cerca. La realidad se está poniendo como una nube gris sobre el futuro de Venezuela, así que prepárese y trate de preparar a su entorno, porque la tormenta se avecina y va a empapar a los que anden desprevenidos.

Adriana Pedroza

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