Pocas veces he tenido tantas respuestas a un correo, más treinta personas contestaron la misiva a favor de la soltería, la mayoría solteros cansados de los amigos casados (o más bien de las esposas de los amigos casados) y también de unos cuantos "felizmente casados", que me hicieron reflexionar acerca de un elemento crucial en la vida del ser humano: cuándo se llega a estar lo suficientemente cómodo como para no buscar más de la vida.
La comodidad no es mala, pero cuando es excesiva mutila el afán natural del hombre para seguir buscando. En este punto aclaro que ello no significa de ninguna manera buscar ese más en otra persona, no estoy hablando de cachos, hago esta aclaratoria para las sensibles amigas casadas, es simplemente que muchas veces la comodidad se transforma en conformismo, en excesiva tolerancia, en que mejor me la calo porque no estoy mal aunque tampoco estoy bien, pero estoy cómodo. Hace pocos días conversaba con un buen amigo acerca de esas parejas que no suman ni restan, simplemente son neutrales en el desarrollo de nuestras vidas, pero -economista al fin- yo pienso que lo que no se gana se pierde, porque el paso de una persona por nuestras vidas no puede dejarnos sin algún aporte, sin una idea, sin una semilla. De ser así la relación se convierte en una pérdida total de tiempo y se torna en aburrimiento o sumisión ante la otra persona o ante la situación. Considero que el matrimonio no debe cercenar el afán de búsqueda y descubrimiento de cosas nuevas en la vida y en la pareja, del desarrollo de nuevos talentos, nuevas aptitudes y hasta cambios de actitudes hacia la vida. En mi freak modo de ver la vida pienso que la calma y la comodidad (en todos los aspectos) cuando es demasiado prolongada se torna aburrida y para evitar caer en ese estado de latencia los seres humanos tenemos la capacidad de pensar y crear cosas nuevas, de aprender y seguir repensando nuestra existencia, y si la persona que nos acompaña en ese camino está demasiado cómoda, o nosotros mismos lo estamos, se convierte en un obstáculo para el crecimiento del otro. Pensar, descubrir, inventar, aprender, son -de alguna manera- estimulantes psíquicos que ayudan al ser humano a sentirse realmente vivo y, como diría Freud, crean un estado de displacencia que se asemeja al preludio sexual y causan excitación, después de lo cual viene la explosión del orgasmo,seguida por la calma, que aunque no necesariamente llega al estado físico, resulta tan placentero como aquel. No sólo en la cama se hace un matrimonio feliz.
Para cerrar el tema, y espero no haber levantado tantas ronchas en esta oportunidad, sólo los invito a hacer una pequeña reflexión ¿están felizmente casados o cómodamente casados? La felicidad es algo por lo que vale la pena luchar, por lo que vale la pena arriesgarse, seguir adelante o retroceder, estar por comodidad sólo trae a la larga un sabor amargo en la vida, porque elimina el riesgo, tan necesario para hacer de la vida una experiencia divina.
Adriana Pedroza
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