Es muy emocionante recibir tantas respuestas a las opiniones que uno comparte; no importa si muchas de esas respuestas están cargadas de sarcasmos e ironías, incluso con matices de insultos, al menos sé que quien respondió pensó en algo, porque para rebatirme tienen que haber pensado antes. Sin embargo, debo confesar que quizá los venezolanos están tan intolerantes o Yo me estoy expresando tan mal, que nuevamente me veo en la obligación de aclarar que ¡Joder! ¡NO SOY CHAVISTA! y estoy convencida que la aprobación de la ley de responsabilidad social le dará al régimen la posibilidad de meterme presa cuando les de la gana porque Yo no me voy a calar la censura. Antes de profundizar más sobre el tema de la televisión les invito a reflexionar sobre la actitud que desde hace años se mantiene en Venezuela ante la crítica. Cuando en el 2003 y parte del 2004 escribía acerca de mis desacuerdos con algunas acciones de la Coordinadora Democrática se me tachaba de chavista; luego del 15 de agosto de 2004 hasta los súper ochentosos de Grado 33 en Globovisión destrozaron públicamente a la CD. ¿Ya llegamos a la línea que separa a los amigos y enemigos? ¿acaso aplicamos la máxima si no estás con nosotros estás en contra? No soy, (ni seré jamás mientras tengo pleno uso de mis facultades) simpatizante del oficialismo, pero tampoco podemos permitir que nos guíen como unos borregos y nos digan qué pensar y qué decir so pena de exclusión.
Entrando en el tema, en las diversas respuestas que recibí de mi último artículo, una de las líneas de pensamiento que más llamó mi atención sostiene que los medios de comunicación son agentes económicos cuyo objetivo debe ser la maximización del beneficio, que la programación de los medios responde a minuciosos estudios de mercado que indican claramente lo que le gusta a la gente y es eso lo que transmiten, que los medios no son responsables de educar a la gente y (para rematar) que la incidencia que los medios puedan tener sobre la formación de la mentalidad de las personas es mínima. En resumen, estas fueron las opiniones que para mí resultaron más asombrosas y denotan la decadencia social en la que el pueblo venezolano y, más aún, la clase media y alta de Venezuela, se encuentran. Si algo no soporto en las personas, aparte del vallenato maníaco depresivo y el reaggeton, es la pereza mental, la negligencia ante las situaciones complejas, el conformismo de la gente ante la realidad. Si una persona que en su vida no tuvo la oportunidad de pisar una universidad o de leer un libro más o menos inteligente, me responde de esa manera, Yo sólo puedo pensar "pobre, no tiene idea de lo que pasa en su entorno"; pero que un tema como este sea irrelevante para nuestros exitosos profesionales es algo que no puedo dejar de rebatir.
Si en algo tienen razón estas brillantes mentes criollas es que los padres son los responsables de la educación de sus hijos, que son los representantes de los menores quienes están en la obligación de supervisar y controlar lo que sus hijos ven en televisión. Pero, permítaseme invitarlos a hacer un viaje en el tiempo, cuando usted tenía quizá once, doce o trece años ¿cómo se sentía cuando sus compañeros de clase le decían gallo, sometido, conejo, nerd? ¿nunca se lo dijeron? Pues entonces trate de recordar el efecto que sobre el gallo del salón tenían estas palabras, piense por un momento en el efecto que sobre los renegados tenía el rechazo del grupo. Usted puede controlar al máximo la programación a la que su hijo tiene acceso en los medios, no sólo puede hacerlo, está obligado a hacerlo, pero eso no le garantiza el éxito, pues cuando su hijo se reúna con sus amigos y desconozca las nuevas palabras, el nuevo código de comportamiento, los nuevos chistes, las historias de moda, cuando sus amigos le tengan que explicar de dónde sacan esas "cosas de muchacho", su hijo se va a rebelar, porque para un adolescente es más importante la aceptación del grupo social a la aprobación de los padres y eso lo saben perfectamente todos los expertos en mercadeo. Para usted es importante sentirse aceptado, para un niño y un joven es vital, para esas mentecitas en formación eso es algo tan preciado que no importa el precio, se debe conseguir.
No me cabe la menor duda que es muy gracioso ver a César Augusto joderle la vida al papá y salirse con la suya luego de una rumba cervecera, mientras los otros tres pendejos hacen lo que sea por una birra ligth. Pero ¿le gustaría tener a un César Augusto en su casa? ¿se seguirá riendo cuando le llegue el muchacho con la cabeza rota a la casa porque los panas le apostaron una cerveza a que no hacía una idiotez? ¿cree que exagero? Vea a su alrededor, fíjese en las nuevas travesuras de los jóvenes, no son espontáneas, son producto de la imitación, usted también lo hacía, sólo que para los hoy treintones no habían ejemplos tan perjudiciales.
Ser popular, esa es la meta de los jóvenes y de muchos adultos. Si no está convencido de lo necesario que es sentirse adecuado al grupo, recuerde las horas que pasó aprendiendo el "pasito Paladium" o el Pata pata, según sea su edad. Lo que le importaba era llegar a la fiesta y no pasar pena, hacer lo que hacían los demás para estar en onda. La moda la hacen los medios y no se limita a la ropa o a los bailes, va más allá, al lenguaje hablado y corporal, a la lectura, a la conducta en sociedad, a los programas de radio y TV. Si usted ronda, o tiene más de treinta años, recordará que ser llamado marico era un afrenta personal que ameritaba una respuesta enérgica que bien podía llevarse a los golpes. Hoy esa es la forma en que se saludan los jóvenes.
Pero eso no viene de la nada. La televisión venezolana tiene una loca en prácticamente todos los programas, la radio no se queda atrás ¿puede extrañarnos que la homosexualidad esté en auge? Con esto no quiero decir que los homosexuales deban ser rechazados y excluidos, pero lo que promueven en los medios no es la aceptación de una condición sexual, es una manera vulgar de diferenciarse, es el amaneramiento, el extremismo como medio para tener atención por la apariencia, no por la esencia.
Las personas recurren a la radio y la televisión como medio de esparcimiento, los niños y los jóvenes más que los adultos. El sexo es una parte vital de la vida de los seres humanos, pero para todo hay un momento idóneo y el temprano despertar a la sexualidad no es nada positivo, menos aún si no existe una persona capaz de guiar ese despunte repentino. Si usted es hombre recordará lo que sentía cuando veía un pedazo de muslo de mujer o un pedacito de busto a los 11 años. Para ver unas tetas en todo su esplendor tenía que robarse las revistas de adulto de su padre o de algún tío, los menores hoy día no tienen que hacer todas esas maromas para ver eso y más, basta con que enciendan el TV de su cuarto después de media noche cuando usted está durmiendo. Y probablemente esa curiosidad temprana de ver el cuerpo femenino se le despertó por una novela o un programa de humor nacional. Porque los directivos de los medios de comunicación nacional creen que el humor tiene que estar cargado de sexo y en todos se ve una mujer en tanga, exhibiendo innecesariamente su cuerpo, porque eso vende y eso es lo que le gusta al pueblo. Si usted es mujer, recordará que a los trece años pensaba que Kiara era una puta porque cantaba "y yo que te deseo a morir, qué importa esta es la última vez" mientras hacía movimientos sensuales, y Karina era el ejemplo dulce y bonito para conquistar el corazón de un chico. Las niñas de hoy escuchan canciones que hablan del último polvo, bailan al mejor estilo de streeper de las Vegas al ritmo de canciones que hablan de ponerse a perrear. ¿Le extraña oír hablar de embarazo precoz? ¿se sorprende de que las jóvenes se inicien sexualmente cada vez más temprano? ¿Todavía cree que la programación de los medios es inofensiva? Revise cuántas Candy Candy conoce, cuántas Doña Florinda, cuántos Don Ramón. Esa era la programación en nuestros tiempos y, le aseguro, que si analiza con un poco de dedicación encontrará en su entorno personas cuyo comportamiento se asemeja a los patrones de los personajes ficticios con los que crecieron.
Usted puede tener a su hijo encerrado en una burbuja, pero no puede hacerlo con todas las personas con las que tiene contacto. Usted puede ignorar la bola de nieve que se ha estado formando durante años, no sólo aquí, en todo el mundo, así que no habrá lugar donde pueda llevar a su hijo para protegerlo de la debacle que lleva rato estacionada a su puerta. Los medios de comunicación no son las víctimas que quieren hacernos ver, ni en Venezuela ni en el mundo, pues han sido quienes por años nos han censurado, nos han invadido de basura, han mercadeado las necesidades psicológicas de los seres humanos y se han enriquecido a costa de quienes buscan en ellos esparcimiento o información.
No creo que este gobierno sea capaz de emplear de manera sana y constructiva una ley de responsabilidad social, porque este régimen es, y ha sido siempre, irresponsable e imparcial. Sé que de aprobarse la ley mordaza Yo no podré escribir como lo hago hoy, ni usted podrá enviar una foto de Carrasquero hurgando sus fosas nasales; pero eso no significa que tengamos que permitir que los medios de comunicación hagan de nuestras sociedades una masa de idiotas a quienes pueden manejar a su antojo y según sus necesidades temporales. Quizá si esta discusión se hubiese planteado hace una década hoy tendríamos una sociedad emocionalmente más sana, quizá si la sociedad civil se hubiese organizado para ponerle coto a los medios no tendríamos el temor de perder nuestra libertad de expresión en una ley que sólo persigue controlarnos, quizá siquiera hubiese ganado Chávez las elecciones en 1998.
Con esto no pretendo hacer que nadie cambie su opinión, sólo quiero invitarlos a pensar en lo que nos espera como país, como humanidad, si los civiles seguimos con los brazos cruzados esperando que se nos venga encima un destino que se torna cada vez más oscuro. Dice el viejo refrán: más vale tarde que nunca; puede que aún no sea tan tarde, que aún estemos a tiempo de hacer un cambio en este mundo que, a pesar de todo su confort, no nos termina de gustar. Usted tiene la oportunidad de pensar, aprovéchela. Piense que si los medios no tienen la obligación de educar a los pueblos, tampoco tienen el derecho de dañarlos y es eso precisamente lo que se ha estado haciendo por años, a la vista de todos, sin que nadie levante la voz para decir basta. Yo lo invito a salirse del rebaño, a defender sus opiniones aunque no estén acordes con las de la mayoría, a asumir el costo de pensar en lugar de dejarse guiar directo al matadero. Si usted realmente cree que los niños son el futuro de la humanidad, piense si no vale la pena hacer algo por ellos, para proteger ese futuro y verlo crecer sano y feliz.
Adriana Pedroza
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