Thursday, April 20, 2006

A los defensores de la pobreza

En algunas de las entrevistas que me han hecho por el libro "Sí papi...no me jodas", me han planteado un tema que he tratado de tocar con mucha mano izquierda para no sentimientos ajenos, sobre todo porque en una entrevista se corre el riesgo de no poder cerrar una idea por cuestiones de tiempo o simplemente ser mal interpretado por el periodista y terminar viendo en un medio impreso una frase que, por sí sola, no dice nada y molesta mucho. Pero como me revolvieron el tema con un par de emails, aprovecharé para dar la respuesta Pedrociana al tema en cuestión, referido a la situación de las mujeres de sectores populares, tema abordado en el libro dentro del capítulo "Las mamis".

Yo siempre he sostenido que la procreación es un acto que combina la voluntad con las probabilidades. Cuando se trae un hijo al mundo se traen con él las responsabilidades inherentes a la formación de un ser humano; si no se está preparado o dispuesto a asumir tales responsabilidades, la persona debería emplear los métodos más adecuados a su escala de valores (incluyendo la abstinencia) para evitar el embarazo. Claro está, se pueden cometer errores, que a su vez pueden traducirse en un embarazo no deseado o para el cual no se está preparado; pero estamos de acuerdo con que el errar forma parte del ser humano. Ahora bien, cuando se comete el mismo error tres, cuatro, cinco o más veces ya la vaina raya en estupidez o irresponsabilidad.

A la gente le encanta decir que las mujeres de escasos recursos suelen tener la cantidad asombrosa de hijos que tienen porque no han recibido la formación que hemos recibido nosotros, los privilegiados. Según muchos, no se le puede exigir a una mujer que ha crecido en un barrio que se cuide de un embarazo como lo hace una mujer que ha recibido educación y formación dentro de entornos más favorables. Estas mujeres -y hombres- no son capaces de procesar la simple ecuación: lata de leche es más cara que condón; pañales son más caros que las pastillas anticonceptivas. No, simplemente -para algunos- pedirle a Enderson Jesús o a Mayleidi Josefina que entienda tan compleja estructura de precios es una aberración burguesa.

De aquí, de esta manifestación de comprensión y compasión hacia los pobres, se derivan dos grandes interrogantes que deberían plantearse de los socialistas (confesos o no) latinoamericanos.

La primera, si sus planteamientos están basados en la verdad, podemos deducir que los pobres son tan estúpidos que no son capaces de sublevar sus necesidades físicas (sexo) ante el inminente riesgo de un embarazo no deseado, hecho que se traducirá en enormes costos materiales y emocionales para los cuales no están preparados. Así, tan feo como se lee, los compasivos y misericordiosos piensan que los pobres no piensan. Ergo, hay que entenderlos y asumir el costo social de la pobreza, el impuesto que se paga en cada semáforo del país, en cada calle, en cada salida, a cada niñito abandonado o a cada madre cargada de muchachitos que no puede alimentar. Entonces, los socialistas -que siempre comprenden a las masas y están con ellos de corazón- podrán ayudarles cuando se hayan establecido en el poder.

Lo segundo, y aquí va la filosofía Pedrociana en crudo, si los pobres no pueden sacar esa sencilla cuenta, ¿cómo es que sí son capaces de entender una constitución y votar a favor o en contra de su modificación, cómo asumen entonces que sí pueden evaluar a un candidato presidencial, cómo sí pueden evaluar a los futuros legisladores de un país? ¿cómo el voto de estas personas vale lo mismo que mi voto? ¿Son cosas mías o la contradicción es irritante? Si tienen menos responsabilidades por sus actos, deberían tener también menos derechos, por la simple razón que la igualdad es una moneda con dos caras y así como da, exige. ¡Ah! pero esta parte no le agrada al izquierdista latinoamericano ni a los pobres.

Mientras siga existiendo una doble moral (aceptada socialmente) para evaluar las capacidades y los derechos de un sector de la población que crece desmesuradamente por vía de la procreación y por la ineficiencia estatal para generar y mantener fuentes de riqueza y bienestar, Venezuela dejará de ser un país en vías de desarrollo y muy pronto tendrá que ser declarado subdesarrollado per sécula seculorum. De nuevo, no se deje engañar por la compasión, porque al final de cuentas, no sólo no le va a resolver el problema a los pobres, sino además será copartícipe de la destrucción de lo poco que queda de futuro para este país.

Adriana Pedroza
adrianapedroza@cantv.net

No comments: