Thursday, April 20, 2006

Ser o parecer III: Los hombres tampoco están a salvo

Para poder entrar en la dinámica de la exposición que sigue, quizá sea necesario que usted entienda algunos conceptos de la teoría marxiana: Infraestructura y Superestructura. Antes de que se asuste, no pienso profundizar en explicaciones intelectuales, sólo pretendo dibujarle el camino que me llevó a pensar que, quizá, Marx tenía razón cuando afirmaba que la infraestructura es el hilo conductor que explica los fenómenos sociales pertenecientes a la superestructura.

Marx y Engels definían la infraestructura, o base, a la estructura económica de la sociedad; y superestructura a las instituciones jurídico-políticas y "formas de conciencia social" (o ideologías). Para ellos, según Marta Harnecker, la estructura es la base del edificio social y las ideologías el cemento que asegura la cohesión del mismo.

Esas "formas de conciencia social" encierran, entre otras cosas, las ideas políticas, morales, religiosas, estéticas,etc.

Para efectos de este artículo partiré de las ideas estéticas como elemento de los sistemas de ideas-representaciones, parte de la superestructura, para llegar a una hipótesis Pedrociana: o cambiamos o estamos jodidos. Más específicamente, me concentraré en el fenotipo de belleza aceptado en la sociedad occidental.

En principio, la lógica de la producción requiere de un nivel de consumo que permita hacer rentable el proceso, de manera que la producción de cosas en serie necesita de una previa producción en serie de necesidades que puedan ser satisfechas por la infraestructura.

En la actualidad, la belleza es un bien que puede ser adquirido en el mercado, bien a través de procedimientos simples, bien a través de procesos más complejos. En el primer caso entrarían, en mi opinión, las cremas faciales y corporales, reductores de grasas, antiarrugas, hidratantes,etc.; el arreglo de manos y pies, la aplicación de químicos en el cabello y otros más; productos que hasta hace pocos años estaban orientados exclusivamente al público femenino, pero que ahora encuentran un sector del mercado no explotado: los hombres.

Pero, para poder venderle al macho la idea del cuidado personal, para convencerle de ir a un salón de belleza a pintarse las canas, arreglarse las manos y los pies, usar cremas faciales u otras actividades típicas del género femenino, urge -en primer lugar- la necesidad de definir y diferenciar a este nuevo tipo de hombre que, sin ser homosexual, dedica parte de sus recursos para verse bien: el metrosexual. Para ello se usan los viejos artilugios del mercadeo: usar a una celebridad para vender el nuevo producto, que no es un bien material, es una necesidad y un tipo de comportamiento. ¿Qué mejor que un jugador de fútbol ello? Luego, la producción de artículos de belleza se incrementa y se especializa en este nuevo consumidor: el hombre.

Este hecho tiene importantes repercusiones en la "ideología" de la belleza masculina, en la forma de ver y apreciar al varón. Ya no es atractivo el mismo tipo de hombre que lo era hace cincuenta o veinte años, siquiera hace diez; ahora el hombre "debe" responder -al igual que la mujer- a ciertos estándares de belleza y de comportamiento social y sexual. Hace años se crearon concursos como el Mr. Universo, donde competían ejemplares destacados por su musculatura; ahora son concursos de belleza masculinos más universales que el anterior, donde el competidor debe ser bello, agradable a la vista, impecable, sensual y muy cuidadoso de todos los detalles.

Por otra parte, existen mecanismos más complejos para comprar la belleza y, por supuesto, para producirla: las intervenciones quirúrgicas. Especulando un poco, imagino que primero idearon la forma de extraer grasa del cuerpo humano, de quitar piel donde parecía sobrar, de introducir elementos externos para dar volumen a ciertas áreas, de estirar la piel, de remover huesos que permiten estilizar la figura. Luego, se fue perfeccionando la técnica y se hizo un producto masivo, asequible a quien quiera y pueda pagar el precio de mercado.

Empero, para masificar la producción se hacía imperante crear la necesidad masiva de poseer un cuerpo determinado, necesidad que hace apenas veinte años prometía ser satisfecha por otras vías: programas de dietas y ejercicios, por ejemplo, que dieron cabida a las cadenas de gimnasios y programas de alimentación balanceada. En la actualidad, la misma necesidad, un poco más imperante, puede satisfacerse en menos tiempo y con un poco más de inversión. Quizá no sea aventurado afirmar que las mujeres fueron las primeras en recurrir masivamente a estos mecanismos, pero los hombres parecen no querer quedarse rezagados en la carrera de la belleza y cada vez más recurren al cirujano para corregir esas imperfecciones que el mercado les señala como tales.

Aunado a lo anteriormente expuesto, la industria del vestido produce en serie un tipo de ropa que luce bien con un determinado tipo de cuerpo. Las modas se ven bien en individuos cuyo cuerpo luzca acorde a las exigencias del mercado; así, si usted es mujer y va a comprar un pantalón, no es raro que se le dificulte hallar un modelo que no exalte las caderas, la cintura, los glúteos; o si va a comprar una blusa o un vestido, quizá deba pagar mucho por una que no necesite un considerable tamaño de busto para que luzca bien; de manera que si no tiene el cuerpo que el mercado señala como adecuado, terminará pagando mucho más de lo que cuesta la producción en serie o tendrá que conformarse con vestirse como una vieja.

Ahora, si usted es hombre, no crea que está a salvo, pues es cada vez más común ver en las vitrinas de los centros comerciales ropa casual para hombres que exaltan ciertos atributos del cuerpo. Franelas, camisas de manga corta, que lucen bien con unos brazos grandes; pantalones que destacan el trasero masculino, sandalias que requieren un meticuloso pedicure para ser exhibidas en público. Tal vez no sienta la misma presión que las damas, pero piense si en realidad no siente más presión al momento de comprar ropa que su padre o su abuelo cuando tenían su edad. Puede que no haya caído en cuenta de que cuando va a comprar ropa hay menos prendas que lo hacen sentir bien, porque tal vez usted todavía no ha entrado a la vorágine del mercado, pero trate de estar a la moda con esos kilitos de más...olvídelo.

En este punto Yo me pregunto ¿el proceso económico está determinando también la fisonomía del individuo?

Marx sostenía que uno de los grandes peligros de la sociedad capitalista era la estrecha relación existente entre las diferentes industrias de la economía de una nación (industria química, industria manufacturera, industria petrolera, etc.), ya que los choques negativos en una afectaban de forma considerable a todo el aparato económico. A pesar de todas mis reservas con la teoría económica marxiana, considero que hoy más que nunca, vale la pena analizar qué nos está pasando como sociedad, y tal vez Marx estaba muy equivocado a nivel analítico, pero a nivel filosófico quizá tenía mucho de verdad.

Podemos observar que los cambios en la industria de la belleza se trasladan a la industria del vestido, pero también a la industria química, que ahora dedica más recursos para satisfacer las necesidades de belleza. Pero además incide en la industria de la medicina, al orientarse más capital humano y material a la investigación y obtención del producto en cuestión, haciendo más rentable para un médico o un químico dedicarse a la estética que a la investigación para el descubrimiento de la cura de enfermedades.

Todo lo anteriormente expuesto pertenece al campo de la especulación Pedrociana, no pretendiendo nada diferente a invitar a la reflexión de un tema que puede parecer a simple vista una tontería, pero forma parte de uno de los tantos ángulos de la forma social en que estamos inmersos y que pocos se dan a la tarea de pensar. Hoy, cuando el mundo parece tan avanzado y la vez tan estresante, cuando los seres humanos poseen tantas cosas que le facilitan la vida y al mismo tiempo la vida se ha convertido en una carrera agotadora, pensar se hace la tarea más urgente del ser humano, porque lo que será el mundo dentro de algunos años será el producto del legado que nosotros dejemos a los que vienen.

Adriana Pedroza
adrianapedroza@cantv.net

No comments: