Thursday, April 20, 2006

Necesitamos un líder ¿en serio?

Si se hiciera un ranking de las frases más populares de los dos últimos años estoy segura que "No hay líderes" ganaría por un alto margen, incluso a "no hay hombres". A los venezolanos les encanta esta frase, es la respuesta a todas las preguntas acerca de la situación en su entorno inmediato. Los opositores venezolanos, de cualquier gobierno, de cualquier año, siempre han estado a la espera del líder, ansiosos por ese ser que les dirá qué hacer, cómo hacerlo, cuándo hacerlo, aunque no se sepa para qué. Lo que parece importar es la presencia del líder y, cuando éste no se materializa, la gente se frustra y abandona toda lucha por el cambio mientras espera que, de la nada, nazca ese ser bendito por los dioses para guiarlos.

No obstante, cuando se abren espacios de participación en donde sea posible comenzar a construir las bases para el futuro, no hay respuestas, no hay acuerdos, no hay compromiso. Todo el mundo está demasiado ocupado con el presente como para estarse preocupando por el futuro, de eso que se encarguen los líderes. Nadie se hace la pregunta ¿qué puedo hacer para cambiar lo que no me gusta? Esa pregunta está vetada en las mentes de los venezolanos y de todas las sociedades que, como la nuestra, esperan ansiosas por alguien que esté dispuesto a soportar la carga del ideal nacional, o se invente el ideal, eso es lo de menos, lo importante es tener a quien seguir.

Hago esta reflexión en el marco de una invitación que me hicieran para la creación de una asociación que agrupe a los articulistas, columnistas y caricaturistas de Venezuela. El padre de la idea, un periodista guayanés, lleva varios meses enviando emails a una buena cantidad de personas y aún no se ha logrado fijar fecha para una primera reunión. Todos están muy ocupados, nadie tiene tiempo para pensar en un asunto no remunerado; pero estoy segura que todas esas personas responderían que el problema del país es la ausencia de liderazgo.

Desde hace varios años Yo he pensado que no hay nada más peligroso que la necesidad de líderes. Los líderes son un riesgo y, como riesgo al fin, que no es otra cosa que la varianza del resultado esperado, puede resultar beneficioso o fatales para una sociedad. Mientras mayor sea la necesidad patológica de un grupo social por un líder, peores serán los resultados. Hago un aparte en este punto para explicar la razón por la cual la palabra patológica está en la frase anterior, especialmente para aquellos que se dieron cuenta de que la palabra está allí y les resultó chocante.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, un líder es una persona a la cual un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora. Un líder es un guía, alguien que indica el camino que se debe seguir. Pero ¿se debe seguir según quién y a dónde? ¿según la decisión del líder o del grupo? ¿según las necesidades del líder o del grupo? Eso depende de la calidad del grupo y, por ende, de la calidad del líder. El nivel del grupo social determinará, de forma definitiva, el nivel del líder y los resultados de la gestión del mismo.

Una persona sana tiene conocimiento del camino que desea seguir, sabe cuáles son sus metas, sabe cuáles son los medios que está dispuesto a emplear para el alcance de sus metas, conoce los límites y los alcances de sus capacidades. Una persona sana no necesita de líderes, pues se sabe a sí mismo su único jefe, está liderado por sus propios valores. Un espíritu libre rechaza a los líderes, pues sabe que éstos contaminan su camino hacia la libertad, sabe que seguir a un líder terminará encadenándolo a los conceptos del bien y el mal del líder. Los débiles, los enfermos, los incapacitados, necesitan el apoyo y la guía de un líder, de alguien que les indique el camino a seguir, pues desconocen sus propias necesidades y, entre estas, impera la necesidad de pertenencia a un grupo, cualquiera sea el grupo.

Puede que en algún momento de la vida sea necesaria la orientación externa, pero el hombre sano no depende de esta orientación, el hombre libre es dueño de sí mismo y de sus recursos intelectuales, físicos y espirituales, y sabe qué hacer con ellos. Mientras que el hombre enfermo, en la medida que su enfermedad es mayor, no sabe qué hacer con sus recursos, siquiera se sabe dueño de algún recurso útil para sí mismo y menos aún para la sociedad a la cual pertenece, por eso necesita de un guía que le señale cuáles han de ser sus actos, cuál será su posición en el nuevo ideal.

El líder sabe qué decir y cuándo y cómo decirlo. Se sabe a sí mismo un seductor de masas y, como seductor, utiliza todas las herramientas necesarias para hacer caer a su presa, para cazarla y darle muerte, una muerte intelectual, pues las ideas del líder pasan a ser las ideas del grupo, aún sin saber por qué, sin entender el mensaje ni la ideología. Es el canto de las sirenas que lleva a los marinos a lanzarse al agua y morir sin explicación. El líder mata la razón del grupo, pues se convierte en su única razón, su palabra es ley, sus ideas son los nuevos evangelios del grupo, sólo existe su verdad. El líder sabe capitalizar la frustración y el desánimo del grupo que pretende cazar, y el grupo siempre estará conformado por personas que claman la aparición de líderes que los saquen de sus miserias.

Los líderes han cambiado al mundo, algunos para bien, otros para mal. Tan cierto es esto que, en la actualidad, el tiempo se mide en relación al nacimiento de un líder, la historia se divide antes y después de Cristo, uno de los líderes más carismáticos de la historia de la humanidad. Pero las ideas de otros tantos líderes han sido tan influyentes en el desarrollo de las sociedades de su época que, aún en la actualidad, seguimos padeciendo las patologías de esas sociedades. Vladimir Ilich Ulyanov, mejor conocido como Lenin, supo hacer del descontento de las masas rusas su trampolín al poder y, sus seguidores, encabezados por Joseph Stalin, cambiaron de tal manera al mundo que aún, en la actualidad, seguimos padeciendo los desvaríos de la interpretación que hiciera una persona del pensamiento de un filósofo, Karl Marx. Adolf Hitler fue el seductor de las mentes alemanas de la primera mitad del siglo XX. Luego de la derrota en la primera guerra mundial, el autoestima de los alemanes había caído a niveles tales que, un solo hombre, las ideas de un solo hombre cambiaron el curso de la humanidad hasta llevarla a una guerra que costó la vida de millones de seres humanos en todo el mundo por la ambición del líder y, lo que resulta más triste para el mundo, la visión que este hombre tenía de una raza, se convirtió en la visión de sus seguidores. Sin razones reales, sin ningún tipo de miramientos éticos más que los del líder, los adeptos al régimen nacional socialista se ensañaron en contra de los judíos, sólo porque el líder odiaba a los judíos.

Podría escribir toda la noche acerca de las atrocidades de seres humanos que, ostentando un liderazgo, han cometido los más atroces actos de revanchismo y que han sido aclamados por sus grupos; pero el objetivo es llevarlos a la pregunta fundamental ¿qué puede hacer cada uno de ustedes con sus capacidades para cambiar lo que no les gusta de su propia realidad? ¿realmente necesitan un líder que les diga qué hacer y cómo hacerlo? ¿son capaces de administrar por sus propios medios los recursos intelectuales que poseen para labrarse un futuro y cooperar en la construcción del mundo que desean? ¿están abiertos a participar en la construcción de un mañana diferente? ¿están dispuestos a ser creadores, actores, o se conforman son ser simples espectadores de la decadencia de un mundo que clama, no por líderes, sino por espíritus libres?

¿Cuántas veces no se les ha presentado la oportunidad de hacer algo útil por la humanidad y la han dejado pasar sólo porque están ocupados en "la realidad" y luego lamentan la ausencia de líderes? Simplemente los invito a reflexionar, a tomar partido en sus propias vidas, a recordar que lo que ocurra en su entorno los afectará más temprano que tarde y a preguntarse, y responderse, qué están haciendo cada uno de ustedes, aparte de hacer bien el trabajo que les corresponde y ser buenos padres, hijos y compañeros de trabajo (eso es basura) por el futuro de la humanidad.

Espero que al menos una de cada diez personas que lea esta misiva comience a ser más, a hacer más, a participar más y a cuestionarse ¿hasta cuándo el bendito temita del líder?


Adriana Pedroza


PD: Tanta urgencia hay de un líder que si Yo asumiera la conducta típica del liderazgo, tendría la plataforma perfecta para el nacimiento de la Era Pedrociana. Cuídense de los líderes, porque Yo podría ser el próximo.

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