A lo largo de la historia de la humanidad, los hombres dedicaron grandes esfuerzos a expandir sus territorios invadiendo tierras vecinas y esclavizando a los vencidos. La esclavitud significó poder político, económico, moral y religioso. Pero también, a lo largo de esa misma historia, siempre han habido hombres y pueblos que se han opuesto a la esclavitud y han perseguido la libertad como un bien preciado por el que vale la pena luchar.
La abolición de la esclavitud significó un gran triunfo para el hombre. El ideal del hombre libre se inicia en Francia, cuando en 1794 se declara la esclavitud de los negros abolida en todas sus colonias. Pero no sería sino hasta el siglo XIX cuando la idea toma forma universal. Ya el hombre sería el dueño de su vida y su destino; ningún otro ser humano podría ser dueño de otro. Visto así todo parece muy rosa, pero desde cerca es posible verle el pus a la protuberancia.
Siendo esclavos, los hombres no libres tenían garantizado techo y comida. Ciertamente no era ni el techo ni la comida de sus sueños, pero si mostraban lealtad al amo podía no irles tan mal. Siendo libres, los hombres tenían que buscar sustento por sus propios medios, alimentar a sus familias y procurar no morir de inanición. Nada fácil para quienes nacieron y crecieron con el único talento de ser siervos. Muchos murieron de hambre y de frío, pero muchos otros sobrevivieron.
En la Torah se relata la historia de un éxodo hacia la libertad. La liberación de los esclavos judíos del poder de los egipcios marca un nuevo inicio para el judaísmo, pero la verdad es que inmediatamente después de cruzar el Mar Rojo los judíos erraron por el desierto durante mucho tiempo y parece que todavía les queda mucho por errar... Muchos murieron por no estar dispuestos a adorar a los dioses griegos y luego a los dioses romanos. Mientras otros pueblos conquistados se sometían al culto a los dioses de su conquistador, los judíos no estaban dispuestos a renunciar a su libertad de culto al Dios único y pagaron caro su rebeldía.
Si la libertad trae tantas penurias y problemas ¿por qué el hombre se empeña en ser libre? y luego de ser libre ¿qué hace el hombre con la libertad? ¿realmente el hombre desea ser libre?
Luego de abolida de la esclavitud no fueron pocos quienes perecieron a causa de la ausencia de esas pocas comodidades que les proporcionaba ser siervos. Muchos se dieron cuenta de que ser hombres libres no era tarea fácil e implicaba más responsabilidad de la que ellos asociaron a ese sutil estado de placer que les vendieron los abolicionistas. Más que segura estoy que un buen número de ellos habrá maldecido la libertad de la que ahora eran dueños al ver morir a sus hijos de frío o de hambre, habrán deseado los azotes de los que eran víctimas en casa del amo a cambio de un trozo de pan, quizá hubieran estado dispuestos a vender su alma al diablo por un poco de esa comodidad que, aunque no era confortable, al menos era certera.
Pero el que hayan sobrevivido suficientes personas como para escribir nuevas historias, podría ser un indicio acerca de la capacidad del hombre de ser libre. No obstante, una cosa es la capacidad y otra distinta es la disposición.
Quienes sobrevivieron tuvieron que crear sus propios espacios sociales. Al igual que los judíos contemporáneos con Moisés, se encontraron en un desierto al que debían adaptarse, conocer y -con su ingenio- levantar nuevas estructuras en él. No todos habrán sido agentes de cambio, seguramente la mayoría esperaba el surgimiento de alguna figura fuerte para seguirlo, moviéndose de un lado a otro según surgieran líderes más fuertes, que les ofrecieran mejores condiciones. Estos hombres no eran en verdad libres a pesar de no tener cadenas físicas ni leyes que les cercenaran su libertad, su espíritu les molestaba y sentían la necesidad de entregárselo a quien estuviese dispuesto a tomarlo "por una causa justa", llámese religión, llámese revolución, llámese mercado.
Quizá el cortoplacismo o inmediatismo sea el elemento de la antropología filosófica que explique la razón por la cual los contemporáneos de Moisés decidieron hacer un becerro de oro para idolatrar a sus antiguos dioses; la misma razón por la cual los rusos decidieron no esperar por las reformas de Alejandro II (que incluían la abolición de la esclavitud) y las acciones del grupo "Narodnaia Volia" germinaron la revolución que llevó a Lenin al poder; la misma razón por la cual en Venezuela un intento de golpe de estado gestó la semilla de una revolución que aceleradamente acaba con la libertad política, económica e ideológica del país. ¿Será que el ser humano no está dispuesto a permitirle el curso evolutivo de la libertad o que le teme a la libertad?
Durante siglos el hombre ha seguido doctrinas religiosas que le prometen la felicidad, ha seguido líderes políticos que le ofrecen lo mismo, ha comprado cualquier cosa que se venda en el mercado con idéntico fin, ha participado en cruzadas, revoluciones, luchas de clase y en toda actividad que le ofrezca la felicidad, pero a cambio ha perdido su libertad de pensamiento, palabra y acción, aun cuando explícitamente nadie le pide que renuncie a ella.
Si pensamos en la felicidad como algo equiparable a la Tierra Prometida, el único camino para conseguirla es la libertad. Pero antes de llegar a la Tierra Prometida se debe cruzar el desierto ¿cuántos están dispuestos a hacerlo sin caer en el facilismo de adorar falsos dioses? No lo sé, pero la historia parece demostrar que incluso con unos pocos creyentes en la libertad es mucho lo que se puede lograr. Para muestra sólo hace falta ver la cantidad de negros y judíos que han logrado posiciones influyentes en el mundo actual, quienes no hubiesen siquiera logrado llegar a esta etapa de la historia de no ser porque sus ancestros creyeron en la libertad y no estuvieron dispuestos a ser esclavos. El reto ahora es no permitirnos la esclavitud en un "mundo libre" lleno de dioses falsos.
Adriana Pedroza
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